55 años de dogmas
Aniversario de la Escuela Superior del Partido Comunista (foto Diario de Cuba)
Por Hildebrando Chaviano Montes | La Habana | Diario de CubaCuba es uno de los países que más celebraciones tiene cada año. Como parte de la tarea de crear otra historia, en nuestro país se celebran hasta los descalabros como si fueran victorias y las fundaciones de entidades y organismos forman parte del organigrama nacional, aunque se trate de sujetos inocuos o incluso inicuos.
Ahora se celebra el 55 aniversario de la creación de la Escuela Superior del Partido Ñico López, aunque realmente no habría mucho que celebrar. Por esa institución han pasado líderes latinoamericanos con más penas que glorias en su currículo, dirigentes nacionales de todos los niveles, guatacas, oportunistas, corruptos caídos en desgracia y demás ejemplares de la fauna revolucionaria.
Durante todos estos años de adoctrinamiento, se han acuñado dogmas y consignas, aprendido discursos, repetido hasta el cansancio las virtudes de un sistema político que desde su surgimiento no ha logrado crear riquezas, sino expropiarlas, y que para colmo arrastra con el pesado lastre de la corrupción que genera.
En realidad, en las escuelas del Partido Comunista, por definición, no se ha formado un solo líder. Sino apenas seguidores fieles de un único líder, con sus mentes cerradas a toda idea que ose apartarse un milímetro de la línea oficial. La capacidad de debatir de estos alumnos-militantes, se ve limitada por la comodidad que brinda el uso de la fuerza desde el poder.
Las brigadas de respuesta rápida con huevos, piedras, palos y cabillas; la ley mordaza; la represión física a cualquier manifestación de protesta pacífica; las ofensivas revolucionarias; los ataques verbales contra los que profesan otras ideas "no correctas" según el criterio oficial; los planes de desarrollo que no acaban de cuajar; la excomunión de artistas e intelectuales considerados una partida de homosexuales-contrarrevolucionarios-faltos de talento-malagradecidos; y considerar las nuevas tecnologías de la comunicación como un peligro para el futuro de la "revolución" cubana; todo esto y más son logros de 55 años de preparación ideológica enfocada en la prohibición de pensar por cuenta propia, disentir o siquiera dudar del líder.
Por estos días nos azota otro tsunami migratorio de jóvenes que no quieren ver sus vidas frustradas como las de sus padres y abuelos, porque no creen que la salud y la educación públicas (no gratuitas), sean lo único que merezca un ser humano saludable y educado, pero sin casa, ni empleo adecuado, ni lugar donde distraerse, ni canastilla para los hijos que vengan, ni alimentación balanceada, ni acceso a internet porque no puede permitirse pagar 2 CUC por una hora de conexión lentísima y además la policía pidiendo carné a cada paso y los ojos del jefe del sector de la PNR clavados en la nuca como si el hecho de ser joven fuera un delito.
Considerar que todos los habitantes del país pueden ser controlados ideológicamente, o atribuir a la formación político-ideológica el triunfo o fracaso de los planes de la revolución, es el primer error de los ideólogos del Partido Comunista. El ser humano reacciona ante estímulos de los cuales el pensamiento político no es una prioridad; desayuno, luego existo; disfruto lo que hago, luego existo; tengo propiedades, luego existo.
Las disquisiciones filosóficas y los enjundiosos debates políticos son cosa de unas minorías, una élite con determinada responsabilidad social, pero no se puede arrastrar a millones de personas a sumarse a una ideología, dando por hecho el que por sí misma esta represente un proyecto social válido. En la Rusia soviética y la China de Mao se realizó por décadas este experimento, hasta que la frustración obligó a abrir los ojos. La Alemania nazi, otro régimen basado en este tipo de ideología totalitaria, no sobrevivió a la Segunda Guerra Mundial.
Los dirigentes civiles y militares procesados por corrupción por los tribunales cubanos en estos 55 años, sin dudas eran egresados de las escuelas del Partido; los que han desertado en otros países mientras cumplían una misión del Gobierno, también eran egresados de las escuelas del Partido; y los que a pesar de los discursos y las exhortaciones no tienen resultados positivos en su gestión, también han pasado por estas escuelas.
Si medimos las escuelas del Partido Comunista por sus resultados, es evidente que no son merecedoras del discurso triunfalista que acompaña las celebraciones de este año. El sometimiento de las disímiles voluntades que componen la sociedad cubana no es un logro de la ideología, sino de la represión que coarta la libertad de acción y de expresión de la ciudadanía. Para eso no hacen falta escuelas, solo leyes abusivas, policías y tribunales dóciles. Si fueran cerrados hoy mismo estos centros de adoctrinamiento, nada cambiaria.
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