Obama y Macri dejan atrás
la era de las malas relaciones bajo los Kirchner
El presidente de Estados Unidos se ofrece para colaborar con Argentina en sus prioridades de «hambre cero» y en la lucha contra el narcotráfico
El tango que se marcaron los Obama en la cena de gala en Buenos Aires
Estados Unidos y Argentina, después de unas relaciones puestas entre paréntesis durante la última década, retomaron el camino de la cordialidad con la visita de Barack Obama, la primera desde que George W. Bush se fuera de Mar del Plata, en el año 2005, ofendido por el presidente Néstor Kirchner en la IV Cumbre de las Américas .
Las primeras palabras de los dos presidentes fueron para condenar los atentados de Bruselas. Barack Obama reiteró: «La lucha contra Daesh es mi prioridad» mientras Mauricio Macri, reconoció el «dolor» y lo «cruel» de los ataques.
Obama confirmó un anunció esperado, la «desclasificación, por primera vez en la historia, de archivos de inteligencia y militares» de la dictadura argentina (1976-83). El presidente de Estados Unidos, que vino con el mismo séquito de empresarios y funcionarios que le acompañó durante su visita en La Habana, celebró, sin entrar a fondo, el acuerdo con los acreedores y lainminente salida, en términos absolutos, de la suspensión de pagos de Argentina. El nuevo escenario, permitirá a Argentina «estabilizar la situación financiera», observó.
La actitud de Obama, de igual a igual, lejos estuvo de la imagen que tiene buena parte de los argentinos de Estados Unidos, país al que miran con recelo y sobre el que suelen tener un reproche permanente en los labios. A lo largo de su intervención tendió la mano a Macri en «cualquier ámbito» que pudiera ayudar y en especial se ofreció a colaborar con el objetivo de hambre cero y de lucha contra el narcotráfico, metas principales de este Gobierno. En ese contexto puso a disposición de Argentina la información, tecnología y capacitación de Estados Unidos para terminar, con lo que Macri tiene en la mira: el crimen organizado.
Cordialidad
Obama y Macri se identificaron, de forma recíproca, como dos líderes capaces de cambiar el rumbo y la imagen de sus países y del mundo. «Estoy impresionado de lo que ha hecho en 100 días. Argentina está retomando su papel de líder en la región y el mundo» dijo Obama. Mauricio Macri, agradecido, manifestó su entusiasmo y respeto por un hombre que «lo logró, se propuso hacer grandes cambios y lo hizo».
Los gestos de cordialidad no evitaron que el máximo representante del «imperio», como alzaban las voces de ultraizquierda contrarias a la escala argentina de Obama, tuviera que afrontar sin rodeos el desafío de recordar el papel desempeñado por su país en los años 70, durante las dictaduras que asolaron el cono sur. «Estados Unidos, sus Gobiernos y su presidente hacen autocrítica sistemáticamente de las políticas del pasado. Éstas no escasean aunque nos critiquen por hacerlo» afirmó. No obstante, meditando bien sus palabras advirtió, «hay momentos de gloria y otros contrarios de lo que debía hacer» Estados Unidos. Pero, para ser justos, «no quiero repasar la lista de los actos de los últimos 100 años de Estados Unidos en América latina aunque -dijo firme- es verdad que en los 70» su país se enfocó en «la lucha contra el comunismo» con tanta intensidad como en «la defensa de los derechos humanos». De esa etapa arranca buena parte de las dictaduras de los países del Cono Sur que, en su mayoría, contaron con el respaldo cuando no la instigación, como en Chile con la de Augusto Pinochet, de Estados Unidos.
Desterrar la mala imagen de EE.UU.
Dicho esto, Obama, dispuesto a desterrar la mala imagen de Estados Unidos en este lado del hemisferio, no dudó: «Podemos reconstruir la confianza entre nuestros países». En este contexto de los 70, quizás, su frase más emblemática, en traducción rápida, fue «Hemos aprendido de nuestros errores» y «de la experiencia con Argentina». En la Usina del Arte, centro cultural emblemático, donde se reunió con jóvenes emprendedores, Obama respondió, sin filtro, un bombardeo de preguntas. Las más difíciles, las deIsrael y Palestina.
Hoy se cumplen 40 años del último golpe de Estado en Argentina. El simbolismo de la fecha lo recordó Obama al confirmar que este mediodía visitará el Parque de la Memoria donde se encuentran las placas de los miles de desaparecidos por el régimen militar, «víctimas» a las que reconoció «el heroísmo y coraje» por «oponerse» a la dictadura. También recordó losatentados a la Embajada de Israel y la AMIA sobre los que dijo, «queremos que los agresores rindan cuentas. Vamos a perseguirlos, vamos a hacer lo mismo con los que atacaron Bélgica».
La crisis de Brasil y las palabras de Dilma Roussef y el expresidente Luiz Inacio Lula Da Silva donde describen la crisis como «un golpe de Estado» flotaron en el ambiente. Obama dijo que quería ser muy cuidadoso para «no inmiscuirse» en los asuntos de otro país y calificó de «madura la democracia brasileña». «Se necesita -añadió- a Brasil fuerte y eficaz». Por su parte, Mauricio Macri se manifestó convencido de que «Brasil saldrá fortalecido de esta crisis» y no olvidó que «lo que pasa allí se refleja en nuestra país».
La jornada de ayer distó mucho de la vivida por George Bush en Mar del Plata donde el Gobierno de Néstor Kirchner organizó una contracumbre paralela encabezada por los países bolivarianos y el difunto Hugo Chávez.
Barack Obama y su mujer, mostaron sus habilidades con sus respectivas parejas y bailando un tango-
Barack y Michelle Obama se animaron a bailar tango en la cena de gala con la que fueron homenajeados en Buenos Aires y donde tanto el presidente estadounidense como su homólogo argentino, Mauricio Macri, destacaron el «nuevo comienzo» en la relación bilateral.
La cena se celebró en el Salón de los Escudos del Centro Cultural Kirchner, a la luz de las velas y con mesas adornadas con centros de rosas blancas. La velada contó con un espectáculo de tango. Tras un par de actuaciones, la bailarina animó a salir a la pista al presidente Obama y el bailarín hizo lo propio con la primera dama.
Los dos bailaron a ritmo de tango sonrientes durante unos segundos, entre los aplausos y vítores de los asistentes a la cena. Michelle Obama llevaba un vestido en tonos beige con adornos en plateado y el pelo recogido, mientras que la primera dama argentina, Juliana Awada, también con el cabello recogido, eligió un modelo en color gris claro. El primer brindis corrió a cargo de Macri, quien señaló que los argentinos están «fascinados» con Michelle Obama.
En un tono ya más serio, Macri dijo que la visita de Obama a Argentina ha llegado «en un momento perfecto», en el que los argentinos han decidido «construir relaciones maduras y sensatas con todos los países».
«Debemos superar viejos rencores entre Estados Unidos y Latinoamérica, y mirar hacia el futuro», pidió Macri, quien agregó que Washington no debe esperar de Buenos Aires «confrontaciones infundadas». «Con nosotros van a tener diálogo y buena fe», enfatizó Macri.
En su brindis de respuesta, Obama afirmó que su visita a Argentina tiene como meta, entre otras cosas, «celebrar una nueva y muy diferente era» con todo el continente. «Mi esperanza es que esto es un nuevo comienzo», manifestó Obama al anotar que tanto él como Macri tratan de «vivir a la altura del ejemplo de un argentino singular», el Papa Francisco.
Después de los brindis cobró especial protagonismo Valentina, la hija mayor de Juliana Awada, fruto de su anterior matrimonio con el conde belga Bruno Barbier. La niña, de 13 años, se acercó a la mesa presidencial, donde, en presencia de su madre, departió unos minutos con Obama. Tras su conversación con el presidente de EE.UU., Valentina Barbier tuvo el gesto de despedirse de los integrantes de la mesa presidencial con un beso espontáneo.