Omar Mateen: ¿Gay en el clóset?
La tesis de una posible homosexualidad de
Omar Mateen emergió en varios diarios estadounidenses
La pista del “lobo solitario” impulsado por motivaciones yihadistas era privilegiada el martes por las autoridades de Estados Unidos para explicar las motivaciones del autor de la matanza de Orlando, en cuyo complejo pasado hay todavía muchas sombras.
Pero la tesis de una posible homosexualidad de Omar Mateen emergió en varios diarios estadounidenses, y sin duda complicará el proceso para comprender los resortes psicológicos que lo impulsaron a asesinar a 49 personas, en su mayoría de origen latino.
El diario Orlando Sentinel citó varios testimonios que revelan que Mateen era un asistente regular al club gay Pulse, el mismo que atacó el domingo.
“A veces se sentaba en un rincón a beber solo, y otras veces se emborrachaba tanto que era ruidoso y beligerante”, señaló Ty Smith al periódico.
Kevin West, un habitual del Pulse, dijo al diario Los Ángeles Times que intercambió mensajes con Mateen en un chat homosexual.
Otros clientes del club dijeron a medios locales que Mateen había utilizado aplicaciones gay, incluyendo Grindr, con conocidos comunes para establecer contactos.
Esa descripción choca con la que brindaron sus familiares y allegados, que lo califican de abusivo, violento, inestable y homófobo.
El presidente Barack Obama, mientras tanto, viajará el jueves a Orlando para dar el pésame a las familias de las víctimas y expresarles su solidaridad.
El propio presidente y las investigaciones de la masacre privilegian la tesis de que Mateen, que se había radicalizado con propaganda islamista, actuó solo, sin recibir órdenes del grupo Estado Islámico (EI) aunque inspirado por los yihadistas.
“Parece que el atacante fue inspirado por varias fuentes de información extremistas en internet” declaró Obama tras una reunión en el Despacho Oval con el director del FBI James Comey y el secretario de Seguridad Nacional, Jeh Johnson.
Mateen, empleado de origen afgano de una empresa de seguridad, irrumpió la madrugada del domingo armado con un rifle de asalto y una pistola en el club Pulse, que celebraba una “noche latina” con espectáculos de drag queens en esta ciudad conocida por sus parques de atracciones.
Tras abatir a tiros a varios clientes, el musulmán practicante se atrincheró en el baño y llamó a los servicios de urgencia para reivindicar su lealtad al grupo Estado Islámico (EI), antes de que los policías lanzaran el asalto.
El lunes, el reivindicó en su radio la autoría de esta matanza.
El presidente Obama subrayó que no había prueba de que Mateen fuera “dirigido desde el exterior” ni “que formara parte de un complot más amplio”.
El FBI investigó a Mateen en 2013 y 2014 “por eventuales vínculos con terroristas”, pero esas pesquisas fueron archivadas por falta de pruebas.
La hipótesis de una pista homosexual, si se confirmara, podría liberar al FBI de una difícil situación, al haber observado la radicalización de Mateen pero sin prevenir que pasara al acto.
Exonerado por el FBI y sin antecedentes judiciales, Mateen tenía dos permisos de porte de armas y pudo adquirir, en total legalidad, unos días antes del ataque, un arma corta y otra larga.
“Si el FBI lo vigila por sospechas de tener vínculos con terroristas, (Mateen) no debería estar en condiciones de comprar un arma”, se indignó la candidata demócrata a la presidencia Hillary Clinton, partidaria de reforzar los controles sobre la tenencia de armas.
La masacre, la peor en la historia de Estados Unidos después de los atentados del 11 de septiembre de 2001, suscitó reacciones de horror y de solidaridad en todo el mundo.
Una vigilia a última hora del lunes congregó a una comunidad profundamente dolida en el jardín de un centro de arte en Orlando.
Un coro de homosexuales cantaba mientras las velas titilaban en el preludio de la noche, entre banderas con los colores del arcoíris.
Muchos estaban tomados de la mano, o abrazados, llorando mientras Orlando aún no se recupera de la conmoción que supuso el ataque.
Los oradores en la ceremonia hablaron tanto en inglés como en español, reflejo de que la mayoría de las víctimas eran de origen latino.