Los cubanos saben más de las elecciones en EEUU que de las que tocarán a la Isla en 2018
Ana León | La Habana | Cubanet
La prensa cubana siempre ha seguido con atención lo que sucede en Estados Unidos, especialmente en materia de política exterior y tiroteos masivos, con el objetivo de inocular en la población cuán terrible es la nación norteña y cuan riesgoso es vivir en una sociedad tan violenta y contradictoria. Tras la reanudación de las relaciones diplomáticas entre ambos países y la visita a la Isla del presidente Barack Obama en marzo de 2016, ha cobrado vital interés la campaña electoral que habrá de colocar un nuevo mandatario en la Casa Blanca, el próximo mes de noviembre.
Partiendo de que no se puede esperar del próximo gobernante la misma política conciliadora que ha mantenido Obama con respecto a Cuba, los medios masivos de la Isla han especulado sobre el criterio que, a tal efecto, sostienen Hillary Clinton, candidata por el Partido Demócrata, y Donald Trump, inesperado triunfador por el Partido Republicano. Según la prensa y los analistas cubanos, ninguno de los dos tiene buenas intenciones, como tampoco poseen integridad moral para merecer la confianza del pueblo norteamericano. Todos los argumentos negativos han sido hábilmente apoyados con imágenes de las fanfarronadas de Trump durante su campaña y constantes alusiones a ciertos e-mails que comprometen a Hillary Clinton; así como una foto de la ex primera dama en la que aparece, sonriente, junto a George W. Bush, uno de los gobernantes más nefastos en la historia de los Estados Unidos.
Ese oscuro panorama representado por Clinton y Trump fue efímeramente rasgado –siempre según los medios nacionales– por un haz de luz llamado Bernie Sanders, candidato autoproclamado socialista al que se le dio tanto bombo y platillo como sospechas se arrojaron sobre los créditos de Hillary, toda vez que Trump aparentemente no los tiene. Tras el abandono de la carrera electoral por Bernie Sanders, quien además ha declarado su apoyo a la Clinton, se verificó un nuevo giro desde los medios. Ahora la estrategia consiste en empezar a considerar cuál pudiera ser, entre Hillary y Trump, el menor incordio para Cuba. En este sentido, la prensa insular ha sido coherente con la opinion internacional desarrollada en torno a las intenciones de Donald Trump.
Sobre la candidatura del republicano, afirmó en Mesa Redonda Ernesto Domínguez López, investigador del Centro de Estudios Hemisféricos: “Donald Trump se está montando sobre la cresta de una ola de desconfianza, incluso de rechazo al tradicional establishment de los partidos (…) para atraer a un votante descontento, con una economía inestable, de clase media que ve al emigrante como un enemigo”. En correspondencia con tal argumento, agresiones como la perpetrada por un joven musulmán en una discoteca gay, el pasado 12 de junio, podrían convertirse en un acicate para que sectores de la población, víctimas del miedo y la impotencia generada a raíz de estos sucesos violentos, decidan apoyar medidas radicales y se sientan representadas por Trump, candidato que considera a los inmigrantes como un mal que corroe a la sociedad norteamericana.
Trump no se ha esforzado en ocultar que es un supremacista blanco, reaccionario y que pretende dirigir al país como si fuera un emporio financiero. A partir de esta visión negativa del republicano, la prensa cubana ha aminorado sus críticas a Hillary Clinton; no para dejar entrever que es una opción positiva e inteligente de cara a las presidenciales, sino para dar a entender que “de los dos, es preferible el menos malo”. Este maniqueísmo, añadido a la identificación de Hillary como demócrata y, por tanto, más próxima al modo de pensar de un Obama que impresionó a los cubanos, ha movilizado la opinión pública en favor de la dama.
Ello no impide que los medios nacionales alerten constantemente al pueblo sobre la naturaleza y supuestos propósitos de la Clinton, una suerte de terapia preventiva para que los cubanos no se dejen ganar por el entusiasmo y tengan en cuenta que el dinero y los cabildeos –de los cuales también se beneficia el “socialista” Bernie Sanders– prevalecen en las elecciones presidenciales de Estados Unidos, no los proyectos sociales ni las buenas intenciones.
Lo cierto es que mientras la prensa nacional dedica múltiples espacios a la carrera presidencial en Estados Unidos, nadie menciona las elecciones que habrán de realizarse en Cuba, en el venidero 2018.