Mi Habana TV entrevista al joven trovador Mauricio Figueiral
La televisión privada con publicidad se cuela en el Paquete Semanal
Nuevos programas de televisión aderezan la parrilla audiovisual de cubanas y cubanos, con la particularidad de ser facturados al margen de las instituciones estatales, tener canales alternativos de transmisión e incluir publicidad, contenidos amarillistas y religiosos.
Según un reporte de la Redacción Cuba de Inter Press Service (IPS), al igual que el surgimiento de blogs y una prensa digital alternativa, el fenómeno supone un reto para los medios de comunicación del Estado y otros conflictos en un país donde la Constitución prohíbe la existencia de medios privados.
Mi Habana TV y Bola 8 TV, son algunas de las nuevas propuestas, que circulan a través de YouTube y el Paquete Semanal, un compendio de alrededor de un terabyte de novelas, series, películas, música, videos musicales y revistas digitales que se distribuye cada semana por el país en discos duros y memorias flash.
"Bienvenidos a Mi Habana TV, un programa hecho ciento por ciento aquí en Cuba y te da la opción de vernos a través del Paquete Semanal o en los medios alternativos de Internet", señala uno de los presentadores.
Invita asimismo a que "si tienes un negocio, pequeño, mediano o grande, este es el lugar donde puedes promocionarlo, esto es publicidad 100 %". Se anuncian como que van "tras los chismes de la farándula, de los espectáculos musicales" y estarán "en todos los negocios particulares del país".
Explica que la transmisión del espacio cuenta con varios patrocinadores que pueden ser personas o los negocios privados, que proliferan en el país desde que en 2010 el Gobierno de Raúl Castro amplió las licencias permitidas para el "trabajo por cuenta propia".
Bola 8 TV y Qué Manía TV solo abordan noticias de la farándula, con entrevistas a grupos muy populares como Gente de Zona, reportes de eventos culturales o celebraciones de cumpleaños de artistas famosos.
De forma general, los programas destacan por su visualidad basada en los más modernos códigos televisuales, uso dinámico de la infografía y la inclusión de promociones comerciales de disímil calidad.
No obstante, reiteran el formato del presentador o presentadora para conducir el espacio y sobreexplotan el género de la entrevista, en detrimento de otros como la crónica y el reportaje.
Asimismo, se ha posicionado en el Paquete Semanal un espacio como Luz Visión, el cual comparte archivos de música en MP3, videoclips, libros, predicaciones; además de reportajes y testimonios sobre la labor comunitaria de las iglesias evangélicas.
Entre las propuestas también hay audiovisuales elaborados en un pequeño set por realizadores independientes de la comunidad evangélica en La Habana. Aunque de corta duración y sin una elevada factura, estos productos pretenden lograr un posicionamiento en este sector de la sociedad civil.
En los últimos años, se constata un aumento de la religiosidad en el país de gran sincretismo, cuyo Estado dejó de declararse ateo en 1992 y pasó a “una condición laica y de respeto a la libertad de culto”.
No obstante avances, la difusión de mensajes de tipo religioso en los medios estatales se circunscribe a celebraciones o sucesos de gran magnitud.
También ha estado ausente la promoción publicitaria, debido a prejuicios que la relacionan directamente con el consumo desenfrenado y la exacerbación del mercado, fenómenos calificados de contrarios al ideal del proyecto social socialista cubano.
A excepción de Cubavisión Internacional, ningún otro canal televisivo ofrece cabida a los servicios publicitarios.
Varios profesionales han abogado en programas y publicaciones del estatal Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT) por una mayor apertura de esta posibilidad en los medios estatales.
Explican que mediante la promoción de los negocios de los nuevos propietarios se podrían obtener ingresos financieros que mejoren la calidad y diversidad de las producciones televisivas, ante el deprimido panorama presupuestario del sector.
Según el artículo 53 de la Constitución (1976 y reformada en 1992) reconoce a los ciudadanos libertad de palabra y prensa conforme a los fines de la sociedad socialista y establece que la prensa, la radio, la televisión, el cine y otros medios de difusión masiva son de propiedad estatal o social y no pueden ser objeto, en ningún caso, de propiedad privada.