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De: CUBA ETERNA (Mensaje original) |
Enviado: 12/11/2016 19:57 |
Ultraconservador, homófobo, negacionista...
Mike Pence, el hombre al que verdaderamente hay que temer
Le presentamos al futuro vicepresidente de
Trump, el que heredará el poder si al empresario le pasara cualquier cosa
Muchos todavía seguimos conmocionados por la victoria del homófobo, machista y racista Donald Trump. Pese a que desde su triste victoria frente a Hillary Clinton el presidente electo ha moderado bastante sus discursos si los comparamos con las salvajadas que ha soltado durante la campaña que lo ha llevado a la Casa Blanca,las cosas se van a poner bastante oscuras para muchos. Dentro, y fuera de los Estados Unidos.
Pero sin duda, y ahí tenemos que estar todos vigilantes, los gays estadadounidenses van a ser los primeros en sufrir la victoria del republicano. Aunque la verdad, es que Trump sería el menor de nuestros problemas si no fuese por la gente que lo rodea. Porque Trump es un showman que ha decicido jugar hasta sus cartas más vergonzosos para llegar a la presidencia de su país. Pero junto a Trump, hay gente que ya ha demostrado cómo son. Gente como el vicepresidente electo, Mike Pencer. Que no solo ha hecho declaraciones como que los derechos LGBT serán los primeros en irse, sino que ha demostrado con hechos su odio a lo diferente.
Por ejemplo, Pence es un ferviente defensor de esos sitios anacrónicos llamadoscampamentos de conversión para gays, en los que ha invertido dinero público para financiarlos, por no hablar de la Ley de Libertad Religiosa, una ley que impulsó el año pasado en el Estado de Indiana por el que permitía a los propietarios de los negocios decidir si aceptaban servir o atender en sus establecimientos a ciudadanos LGBT alegando que si lo hacen atentarían contra sus creencias religiosas. Y si Trump y su vicepresidente ponen en marcha medidas como estas, no afectará solo a los gays estadounidenses.
Esa reversión en los derechos en la primera potencia del mundo puede suponer elinicio de una oleada conservadora en todo el mundo. Una oleada que daría alas (más si cabe), a gente como Putin, o a los países del Este de Europa en los que los derechos LGBT ni están ni se les espera, por no hablar de los países africanos o de muchos países asiáticos. Un panorama sin duda desolador, que esperamos que no tengamos contaros desde aquí y que se queden únicamente en un miedo que nunca fue realidad…
DATOS SOBRE MIKE PENCE
ESTÁ EN CONTRA DEL DERECHO AL ABORTO De alguien que se define “cristiano, conservador y republicano, en ese orden” no cabría esperar otra cosa. Pero pocos políticos han demostrado tantas ganas de acabar con este derecho en territorio estadounidense como él, que ha llegado a decir frente a los micrófonos que sueña con el día “en que pueda mandar a la incineradora de la historia el caso Roe contra Wade”. Se refiere al fallo judicial de 1973 por el cual la Corte Suprema de los Estados Unidos reconoció el derecho al aborto. CREE QUE LA HOMOSEXUALIDAD PUEDE CURARSE Y si cree que la homosexualidad puede curarse es porque cree también que se trata de una enfermedad. Cualquier ser humano que viva en el siglo XXI debería avergonzarse de expresar en voz alta este pensamiento. A Pence, no. De hecho, durante la campaña para entrar en el Congreso del año 2000, no tuvo ningún inconveniente de escribir en su página web que “había que destinar recursos a esas instituciones que dan asistencia a aquellos que buscan cambiar su comportamiento sexual”. Vamos, que no solo está a favor de las terapias de conversión sino que además propone que se destine dinero público para financiarlas. Curioso para alguien que piensa acabar con el programa Obama Care, la seguridad social que ha puesto en marcha el gobierno actual, porque está convencido de que el gobierno no debería ser responsable de pagar las facturas sanitarias de sus ciudadanos. HA VOTADO EN CONTRA DEL SALARIO IGUALITARIO Entre algunas de las medidas progresistas llevada a cabo por la administración Obama encontramos la Lilly Ledbetter Fair Pay Act. Una ley aprobada en 2009 que toma el nombre de una mujer que luchó durante años para que le pagaran lo mismo que a sus compañeros de trabajo y que consiguió que el gobierno garantizara que todo el mundo que realiza las mismas tareas reciban el mismo salario independientemente de su sexo, raza, religión u orientación sexual. Una ley de lo más lógica, ¿verdad? Para Mike Pence no. Es más, durante el proceso de aprobación, el futuro vicepresidente votó varias veces en contra y, de paso, también de subir el salario mínimo BLOQUEÓ LAS AYUDAS A LOS REFUGIADOS SIRIOS QUE VIVEN EN INDIANA Una decisión que tomó como Gobernador en 2015 y que, por suerte, los juzgados declararon inconstitucional meses más tarde porque promovían la discriminación. Solo él sabe que tipo de leyes similares puede intentar llevar a cabo ahora que tiene acceso directo al puesto más poderoso del planeta. NO CREE QUE LOS CONDONES SIRVAN PARA NADA Así lo dijo en una entrevista en la CNN en 2002 donde aseguró que “los condones son una protección muy pobre contra las enfermedades de transmisión sexual y contra los embarazos no deseados”. ¿Su solución? Lo han adivinado: abstinencia. ¿O acaso no es el 99% de efectividad demostrada de los preservativos menos que el 100% que asegura no hacer nada? ¿Qué ser humano en su sano juicio desearía mantener relaciones sexuales no destinadas a la procreación?
TAMBIÉN ESTÁ EN CONTRA DE LOS CENTROS DE PLANIFICACIÓN FAMILIAR Y su justificación no fue otra que esta: “Si los centros de planificación familiar incluyen servicios de consulta sobre ETS y además realizan pruebas de VIH no deberían estar en el negocio de realizar abortos, así que mientras esto sea así, estaré en contra”. Y así lo hizo en 2007 iniciando una campaña para crear una ley que dejara de financiar este tipo de programas. Lo consiguió en 2011. SUS POLÍTICAS HAN AUMENTADO LOS CASOS DE VIH EN INDIANA O lo que es lo mismo, de aquellos polvos, estos lodos. Mike Pence consiguió cerrar los centros de Planificación Familiar en Indiana, el único sitio donde se realizaban pruebas de contagio del VIH en todo el estado y se informaba sobre cómo evitarlo. ¿Resultado? En 2015 hubo un aumento tan espectacular de casos que tuvo que declarar el estado de emergencia pública sanitaria. CREE QUE FUMAR NO MATA Otra de las perlas que escribió en su web durante la campaña para entrar en el Congreso en el año 2000. “Es hora de afrontar la realidad y, a pesar de la histeria popular y de las campañas interesadas por parte de la clase política y los medios, decir que el tabaco no puede matar”. NO APOYA LAS LEYES CONTRA LA DISCRIMINACIÓN LGTB Y así lo ha declarado varias veces asegurando que los homosexuales no pueden ser tratados y defendidos como una minoría comparable a la que sí forman las mujeres u otras razas. Pero como decirlo no era suficiente, puso en marcha la Religious Freedom Restoration Act, una ley que permite a propietarios de negocios y, en general, a cualquier individuo de Indiana, a denegar servicios a miembros de la comunidad LGTB alegando que hacerlo entra en conflicto con su libertad religiosa. ESTÁ EN CONTRA DEL MATRIMONIO IGUALITARIO Porque alguien que cree que los homosexuales pueden curarse... ¿Para qué va a permitir que se casen? Ya lo dejó claro cuando firmó la enmienda de Matrimonio Federal de 2003 para definir de manera oficial el matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer. Nada más. TAMBIÉN CONTRA LAS LEYES QUE EVITEN LA TRANSFOBIA Especialmente contra aquel mandato federal que Obama aprobó en mayo que permitía a los estudiantes a usar el baño que se correspondiera a su identidad sexual y no al del género asignado por nacimiento. “El gobierno no debe inmiscuirse en asuntos de esta naturaleza”, publicó Pence en un comunicado. Recordemos que cuando se publicó esta decisión del presidente saliente, y especialmente cuando en Carolina del Norte se aprobó una ley que prohibía esta libertad de elección, Trump prometió que en sus torres por supuesto los transexuales podrían usar siempre los baños que quisieran. Veremos cuál de las dos corrientes de opinión se impone en el próximo gobierno. ESTUVO EN CONTRA DE ELIMINAR EL FAMOSO “DON'T ASK, DON'T TELL” Los militares en Estados Unidos pueden ser homosexuales, pero hasta hace poco tenía prohibido hablar de ello por ley. En 2010 esto se declaró incostitucional, algo que provocó la ira de Pence: “Como conservador, tengo una visión muy particular sobre los asuntos morales”, explicó. “No creo que debamos usar el ejército como espacio para realizar experimentos sociales”.
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Con la derrota de los demócratas y el miedo de los republicanos a salirse
del guión marcado por Trump, el presidente entrante tendrá un control absoluto y
muy pocos mecanismos de contención para cumplir con sus aterradoras promesas de campaña
¿Podrá Trump destruir Estados Unidos?
Por Jonathan Freedland - Eldiario
Las redes sociales, que siempre describen una situación con agilidad y agudeza, se inventaron una fórmula condensada que resume la respuesta mundial ante una improbable e inquietante victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos: #RIPAmerica (América Que en Paz Descanse).
Con este hashtag se hace evidente que hemos asistido a una transformación mucho más profunda que un simple cambio de gobierno (si Mitt Romney hubiera ganado a Obama en las elecciones de 2012 este eslogan no se habría viralizado). Implica que Trump no solo liderará Estados Unidos durante cuatro años sino que su mandato también representa una amenaza mayor: podría llegar a destruir el país.
Es cierto que Twitter tiene cierta tendencia a la exageración y al histerismo pero también lo es que comentaristas mucho más prudentes se han expresado en términos parecidos, si bien lo han hecho de forma menos contundente.
David Remnick, director de la revista New Yorker, expresó la opinión de muchos cuando escribió: “La victoria presidencial de Donald Trump es una tragedia para la Constitución de Estados Unidos, y un momento escalofriante de la historia de Estados Unidos y de la democracia… es imposible no reaccionar con aversión y extrema ansiedad”. Para los que comparten este sentimiento, la madrugada del miércoles fue lo más parecido a un duelo.
Lo que temen es que Trump cumpla las promesas, y también las amenazas, que ha hecho en los últimos 18 meses. ¿Qué pasará si cumple lo prometido y deporta a 11,4 millones de inmigrantes ilegales? ¿Qué pasará si impide que los musulmanes puedan entrar a Estados Unidos? ¿Qué pasará si utiliza el poder que tendrá como presidente para vengarse de los medios de comunicación que lo han criticado y hace la vida imposible a los empresarios que tienen periódicos que están comprometidos con el periodismo de investigación, como por ejemplo elWashington Post? ¿Qué pasará si termina con el derecho al aborto e incluso impone “algún tipo de castigo” a una mujer que decida poner fin a un embarazo, como insinuó Trump en una ocasión? ¿Y qué pasará si decide construir un muro para impedir que los mexicanos crucen la frontera?
Son muchos los que creen que si Trump cumpliera con sus promesas electorales, transformaría el país; lo convertiría en un país cerrado, xenófobo y contrario a los valores y principios de sus principios fundacionales, como por ejemplo la igualdad religiosa o la libertad de opinión. No dejaría de ser un país pero ya no sería Estados Unidos.
Naturalmente, son muchos los que apelan a una actitud adulta y realista y se apresuran a afirmar que los que hacen estas afirmaciones son unos exagerados. Estas voces lanzan mensajes de tranquilidad. Para empezar, ofrecen el eterno argumento de que todo político de éxito, con independencia de que su discurso durante la campaña haya estado plagado de fanfarronadas, se modera cuando asume el cargo. Se basa en la ley natural que establece que el radicalismo de un candidato siempre queda moderado por el realismo necesario para gobernar. Aunque Trump haya hecho declaraciones explosivas en su carrera hacia la Casa Blanca, una vez esté en el Despacho Oval se verá obligado a tener en cuenta consideraciones de carácter práctico.
También alegan que, además, existen mecanismos formales para garantizar que lo haga. Al fin y al cabo, la Constitución de Estados Unidos establece la separación de poderes y, por este motivo, el poder ejecutivo, el presidente, nunca puede extralimitarse y siempre deberá rendir cuentas ante un poder judicial independiente, el Tribunal Supremo, y el poder legislativo, el Congreso.
Estas instituciones venerables evitarán que Trump pueda hacer alguna locura. Aunque tenga menos peso, también deberá tenerse en cuenta al funcionariado de la administración; muchos tecnócratas que no son cargos políticos y que garantizarán que todas las propuestas de Trump se suavicen y pierdan los matices más alocados o impulsivos. Y siempre nos quedará el Ejército: no dejarán que ninguna propuesta de Trump se les vaya de las manos.
Acumulación de poder El problema es que ninguno de estos argumentos es sólido. Empecemos con la afirmación de que una vez llegue a la Casa Blanca Trump suavizará su mensaje y no llevará a cabo sus planes más incendiarios. El problema con este argumento es que muchos miembros destacados del Partido Republicano ya afirmaron en su día que cuando Trump ganara las primarias y se convirtiera en el candidato presidencial del partido iba a moderar el tono de sus mensajes. Más tarde, cuando Trump no cambió, afirmaron que sí lo haría en la recta final de la campaña, en septiembre.
Lo cierto es que normalmente los candidatos moderan su discurso cuando ya han ganado las primarias. Sin embargo, Trump nunca lo hizo. Siguió dando la nota, insultando a los padres de un soldado muerto en el campo de batalla, ofendiendo a una Miss Universo. Solo accedió a ceñirse al guión en la última semana de la campaña, en la que se limitó a leer las frases que aparecían en una pantalla.
Solo tuvo que reprimirse unos pocos días; cuando ya intuía que tenía posibilidades de ganar. Los que ahora afirman que ahora se ceñirá a un guión son muy optimistas si tenemos en cuenta que estamos hablando de un hombre de 70 años que ha demostrado en numerosas ocasiones que es impulsivo y no tiene capacidad de autocontrol. Según ellos, el hombre de “las agarro del coño” cambiará radicalmente cuando entre en el número 1600 de la Avenida Pensilvania.
Si no tiene capacidad de autocontrol, ¿otros tendrán la capacidad de controlarlo? ¿No hay instituciones que puedan garantizar que sus acciones son las adecuadas? El problema es que los republicanos no solo se hicieron con la Casa Blanca; también se hicieron con el Congreso. Esto convierte a Trump en alguien muy poderoso; un poder que no han tenido sus antecesores. George Bush tuvo un Congreso republicano pero solo por un corto espacio de tiempo. Antes de él, el único republicano que tuvo semejante poder fue Herbert Hoover en 1928.
Como consecuencia, el Congreso no será un contrapeso. Acatará las órdenes de Trump. Algunos han indicado que, si bien Trump es republicano podría encontrarse con cierta oposición en el Congreso porque muchos congresistas republicanos lo detestan. Mencionan al presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, que durante la campaña se enfrentó públicamente a Trump en varias ocasiones; y lo llegó a acusar de haber hecho un comentario racista que “era un ejemplo de libro”. De hecho, al final le dio su apoyo a regañadientes.
Sin embargo, Ryan ya no volverá a plantarle cara. Ahora Trump tiene el apoyo de los ciudadanos y es el protagonista de una victoria que nadie creyó posible. Trump ha conseguido ganar en estados que no habían votado al Partido Republicanodurante décadas. Consiguió hacerse con Pensilvania, que ha estado en manos del Partido Demócrata desde 1988. Esto le da mucho poder dentro del partido. Ha tenido éxito allí donde el partido había fracasado y ha conseguido que la influencia del partido republicano se extienda a lo largo y ancho del país, con el apoyo de votantes de clase trabajadora que hasta ahora no votaban al partido.
Así que los congresistas republicanos serán sus aliados y deberán acatar las órdenes de un hombre que consigue captar más votos que ellos. Él no tendrá que obedecerlos; ellos obedecerán. Si los congresistas se atreven a plantarle cara, Trump solo tendrá que preguntarles quien tiene el apoyo de los votantes de sus distritos (que seguramente lo votaron). La respuesta siempre será: Trump.
Los congresistas republicanos no son los únicos que sufrirán estas presiones. Tengamos en cuenta lo que pasó entre Newt Gingrich, que podría convertirse en el próximo Secretario de Estado, y el periodista Evan Osnos. El reportero había formulado una pregunta en torno a la propuesta de construir un muro en la frontera con México, y se preguntaba si la administración Trump podía conseguir que el Congreso lo pagara (dado que nadie cree que México asuma los gastos, a pesar de lo que dijo Trump).
Newt Gingrich afirmó que presionaría a los indecisos con el argumento de las siguientes elecciones al Senado: “Recuerda la cifra de demócratas con posibilidades de ganar en las próximas elecciones al Senado de 2018”. Concretamente, 25 demócratas, puntualizó. “¿Realmente quieres ser recordado como el tipo que impidió que se construyera el muro? Lo construiremos en 2019”.
Entonces, si el Congreso promete ser indolente ¿el Tribunal Supremo podría pararle los pies? Ahora mismo hay una vacante en el Tribunal Supremo y será el presidente entrante quien la llene. Trump puede escoger a un juez que sea tolerante con sus decisiones y el Senado difícilmente se opondrá. Automáticamente, el Tribunal Supremo tendría una mayoría de magistrados conservadores (5-4). La mayoría de los magistrados tienen entre 70 y 80 años, así que no se puede descartar la posibilidad de que en los próximos años haya alguna otra vacante. Trump podrá cambiarlo a su imagen y semejanza (puede hacer lo mismo con instancias judiciales de menor rango).
Es importante recordar que cuando un magistrado es designado, el cargo es vitalicio. Así que lo que haga Trump tendrá un impacto sobre las futuras generaciones. Puede tener la mayoría necesaria para dejar sin efecto la sentencia Roe contra Wade, que reconoce el derecho de aborto. También puede fortalecer el derecho de posesión de armas y reducir las pocas limitaciones vigentes (de hecho ha propuesto que los profesores vayan armados). También puede reinterpretar la Primera Enmienda, relativa a la libertad de expresión, para impulsar nuevas leyes de difamación y demandar a los periodistas que lo critiquen “y ganar mucho dinero”.
En cuanto a los funcionarios de la administración, el sistema de Estados Unidos no es como el del Reino Unido. El presidente entrante no se tiene que contentar con elegir a unos pocos cargos de confianza y buscarles un sitio en una maquinaria funcionarial apolítica. El presidente entrante de Estados Unidos tiene 4.000 vacantes a su disposición, lo que supone que podrá elegir a los altos cargos del gobierno. Así que no, ningún veterano funcionario le parará los pies. Todos estarán al servicio de Trump (por otra parte, pasará lo mismo con los militares, nadie quiere pararle los pies a un civil que ha sido elegido democráticamente por el pueblo).
En otras palabras, Trump tendrá un enorme poder desde el mismo día de la toma de posesión; el 20 de enero de 2017. Puede construir un muro en la frontera, si así lo desea, y lo cierto es que esta promesa permanece en la memoria de todos y si no la cumple deberá asumir las graves consecuencias políticas y el castigo de sus electores. Puede tomar muchas decisiones más, al margen de esta.
Destruir un legado Tan pronto como llegue a la Casa Blanca, en su primer día de mandato, podría destruir el legado de Obama. Durante su campaña, Trump ha contado con un equipo de expertos que han redactado lo que ellos llaman “el Proyecto del Día 1” y que contiene los decretos firmados por Obama que Trump podría anular con su firma incluso antes de sentarse cómodamente en su despacho. Entre las medidas que podrían derogar destacan: el acuerdo de París sobre Cambio climático, el programa en torno a los refugiados sirios y una normativa que requiere que se comprueben los antecedentes de todo aquel que quiera comprar un arma. Al final de ese día, Estados Unidos sería un país completamente distinto.
Una vez el muro empiece a levantarse, los seguidores de Trump más reivindicativos pedirán que cumpla otra de sus promesas: que deporte a los inmigrantes ilegales. No tendrá ninguna excusa para no hacerlo, o demorar la medida, ya que controla el Congreso y el Senado. De hecho, su equipo ya ha trabajado en este sentido. Un thinktank ha calculado que se necesitará un equipo de “detención” de 90.000 personas para llevar a cabo redadas en granjas, restaurantes y edificios, y poder identificar a todos los inmigrantes ilegales.
Como señaló Osnos: “Miles de autobuses (con capacidad para unos 54 pasajeros) y aviones (135 pasajeros) llevarán a los deportados hasta la frontera de sus países”. Otros han avanzado la posibilidad de poner a los inmigrantes en un tren y expulsarlos del país; un método que nos recuerda el capítulo más siniestro de la historia europea.
Mientras, Trump también puede impulsar un plan para prohibir que los musulmanes entren en Estados Unidos. Una primera interpretación de la Constitución podría hacernos llegar a la conclusión de que eso es discriminación por motivos religiosos, pero a Trump no le será difícil reinterpretarla. De hecho, Trump ya ha hablado de la posibilidad de prohibir la entrada de aquellas personas que provengan de países vinculados con el “terrorismo islámico”. Esto es una forma de darle la vuelta. Y, mientras tanto, Trump puede destruir el legado del primer presidente afroamericano de Estados Unidos y suprimir el Obamacare, que ha proporcionado cobertura médica a millones de personas.
Trump podría cumplir otra promesa: en uno de los debates por televisión prometió que, si ganaba, pondría a Clinton en la cárcel por haber utilizado su correo electrónico privado mientras fue Secretaria de Estado. No lo puede hacer directamente pero sí a través del Departamento de Justicia. ¿Quién le impedirá que lo haga? Eso es lo que quieren sus seguidores. Aun se oyen sus gritos de “enciérrala” (tal vez no lo haga si calcula que para él es más conveniente la mera amenaza de un juicio, que hará que los Clinton permanezcan callados y no se inmiscuyan en sus asuntos).
Este es el país que un Trump sin ataduras puede empezar a construir dentro de tres meses. Un país que descuide los problemas medioambientales y el cambio climático, hostil con los inmigrantes, agresivo con los musulmanes y dispuesto a cargarse derechos que se consiguieron tras décadas de lucha. Un país que no verá la Constitución como un gran logro sino como un obstáculo, que no verá la diversidad como un activo sino como algo que se tiene que tolerar (eso en el mejor de los casos). Cualquiera que intente expresar una opinión en contra tendrá que enfrentarse contra las grandes instituciones. ¿América Descanse en Paz? Eso es lo que parece.
Por lo que hemos podido ver, esta campaña electoral, cuya virulencia no tiene precedentes, solo es una pequeña muestra de lo que puede pasar a partir de ahora. O como indicó un veterano Demócrata: “Este espectáculo de terror todavía no ha empezado. Ahora se abre el telón”.
Traducción de Emma Reverter
Fuente Eldiario.es
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¡Escándalo!
Si la exigencia con Trump se extendiese a otros…
Por Luis Ventoso - ABCHay un innegable punto estrafalario en que Donald Trump sea el nuevo presidente de Estados Unidos, como sugiere ya de entrada su alambicado turbo-tupé de brillos anaranjados. Lo peculiar de la situación lo resumió ayer la portada del chocarrero "The Sun", que abría con una viñeta de los Simpson de hace 16 años. Los magníficos dibujos animados de Matt Groening plantearon en el año 2000 una coña alocada: presentaron a Trump como presidente, ante la mirada atónita del botarate Homer Simpson. La gracia radicaba en el disparate. Hoy el chiste ya es real.
El candidato Trump trabajó con denuedo para mostrarse xenófobo, machista y faltón. También anunció proyectos inquietantes: el muro con México; el giro proteccionista y los aranceles a China, que podrían desatar una guerra comercial; y un repliegue en la vigilancia planetaria de EE.UU. A partir de ahora, venía a decir Donald, el que quiera defenderse que se lo pague (pésima noticia para Europa, que vivía de traca con su seguridad apoquinada por los americanos). El peso de la púrpura atemperará rápidamente muchas de esas boutades, que se irán al vertedero de la pirotécnica electoral (ayer ya masajeó a su denostado Obama). Pero aun así, resulta razonable que Trump genere rechazo.
Lo que ya no resulta tan normal es que nos echemos ceniza en la cabeza ante los exabruptos soeces del millonario neoyorquino, pero no arqueemos ni una ceja ante las tropelías reales que llevan perpetrando desde hace lustros otros mandatarios, algunos muy relevantes.
Pablo Manuel, Alberto Garzón, el extinto Sánchez, la tele al rojo vivo y los abajo firmantes no tienen queja alguna de Putin, hoy la mayor amenaza para el modo de vida europeo, quien no parece precisamente el summum del feminismo y cuyos opositores tienen la curiosa costumbre de que les da por morirse. Jamás he escuchado a un honrado progresista lamentarse de que Zuma, el sucesor del formidable Mandela, bate récords Guinness de corrupción. Ni una crítica a la mangancia ya probada de Lula y Rousseff, a cuyo foro de Porto Alegre acudían de turismo congresual-tropical pensadores como el profesor Beiras, a fin de descubrir por dónde soplaba la brisa del progreso. Silencio total sobre las satrapías musulmanas. Ni mu sobre que algunas de ellas contribuyeron a costear el ascenso del Daesh, que nos despanzurra a los europeos en las calles de nuestras más rutilantes ciudades. Si el genocida norcoreano machaca a su pueblo a golpe de hambre y purgas es solo un personaje folclórico, de tebeo de Tintín. Irán, teocracia que acogota a mujeres y homosexuales, hasta nos paga tertulias de Pablo Manuel. Maduro, ¡un crack del igualitarismo! Xi Jinping, el líder de China, el país más poblado del mundo y su segunda economía, refuerza su autocracia y aprieta el castigo a la disidencia. Bah, cae lejos, y además… son chinos. Los Castros Brothers llevan con el cortijo ¡desde 1959! Gente de paz, con buen rollo hasta con el Papa.
Aquí el único escándalo es Donald y su caspa. E Israel, por supuesto. No olvidemos nunca al luciferino Israel, que ha cometido el gravísimo pecado de construir el único país libre y próspero de su deplorable entorno.
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