Las desventuras del músico que confundió el pasaporte rojo con el azul
Por Mario J. Pentón - 14yMedioSi vas a viajar a Cuba y resides en el extranjero, más vale que no lleves un pasaporte rojo. Esa fue la lección que aprendió el músico cubano Yunier Lechuga Maulín cuando llegó al aeropuerto internacional José Martí de la La Habana en un vuelo procedente de Tampa, el pasado martes. La diferencia entre presentar un pasaporte oficial (rojo) y uno corriente (azul) puede suponer la inclusión automática en la lista de los que tienen autorización para entrar y visitar a sus familiares, como le sucedió a su novia, o en la de los que tienen impedida la entrada por ocho años en el país bajo el estigma de "desertor".
"Fue el día más perro y más frustrante de toda mi vida", explica el artista. Interrogado por las autoridades migratorias cubanas, Lechuga reveló que había salido del país en 2014 con un pasaporte oficial rumbo a Cancún. El artista, de origen cienfueguero, había sido contratado a través de un convenio del Instituto Cubano de la Música para cantar en hoteles de ese polo turístico, dentro de un modelo de negocio similar al que utiliza el Gobierno cubano con el personal de salud, reservándose una parte de la ganancia.
Una vez en México, el artista decidió abandonar la agrupación y emigrar a Estados Unidos. "Los músicos queríamos ir a México para obtener un FM3 (un visado de visitante temporal), pero una vez allí, cuando escuché los rumores que con las relaciones entre Cuba y Estados Unidos peligraba la Ley de Ajuste Cubano me lancé a la frontera", relata Lechuga.
Yunier Lechuga alega que no sabía que el pasaporte oficial, de color rojo, se utiliza solamente para viajes tramitados por los diferentes organismos del Estado y lo poseen médicos, deportistas, militares o cooperantes cubanos en el exterior.
Abandonar la misión para la que han sido contratados, que supone una fuente de ingresos importantísima para la Isla, constituye un delito penado con la prohibición de entrada a Cuba de hasta ocho años.
Para la doctora Grisel Ibarra, abogada de inmigración, "es imposible que no supiera que estaba en una misión oficial cuando aceptó el pasaporte rojo".
"Él no solamente ha afectado su entrada a Cuba, sino que en un futuro va a afectarlo si decide hacerse ciudadano de Estados Unidos. Trump no es Obama", comenta la abogada.
Lechuga relata que a su llegada a la frontera estadounidense le hicieron "muchas preguntas" sobre su pasaporte oficial.
"Como negué que fuera militar o médico, el agente de la policía fronteriza me dijo que me deshiciera de él e hiciera todos mis trámites con el azul", que portaba desde su salida de la Isla, comenta.
Una vez que el joven se acogió a la Ley de Ajuste y recibió su residencia quiso volver a la Isla para no perder la cubana, tal y como permite la ley. Según la legislación vigente, un cubano que regrese antes de los dos años de su estancia en el exterior puede ejercer su voto en las elecciones nacionales, heredar y hacer uso del sistema de salud público y gratuito. Además se le permite entrar una vez al año un cargamento adicional pagado en la aduana con moneda nacional, una norma que muchos aprovechan para equipar sus hogares con productos comprados en el exterior.
Lechuga pagó cerca de 100 dólares para recibir el permiso de entrada, un trámite que realiza la embajada cubana en Washington y es un requisito imprescindible para quienes residen en el exterior y desean visitar su país de origen.
"Mi propósito al regresar a Cuba era filmar algunos fragmentos de un videoclip que estoy preparando con la canción Guantanamera. La ciudad en que resido (Tampa) fue la cuna de la revolución contra España. Martí está vivo allí y quería tributar al Maestro con mi obra", explica Lechuga, aunque reconoce que también le movían un interés económico para mantener la doble residencia.
"Lo que viví en el aeropuerto fue un martirio", relata. La bienvenida se la dieron tres funcionarias de la Aduana que se presentaron como "agentes VIP" para agilizar los trámites y pasar el equipaje "a cambio de un pequeño regalo".
"A las personas que aceptaban pagar sobornos les agilizaban el paso del equipaje y era revisado muy levemente. Los demás suelen esperar un largo período de tiempo o pagar elevadas sumas en caso de que lleven sobrepeso", explica.
Al pago de sobornos se une el robo en algunos de los equipajes. "Según me ha contado mi novia, cuando desempacó las cosas en Cuba faltaban piezas de ropa e incluso desapareció un zapato, pero dejaron el otro en la maleta", comenta. "Es una verdadera mafia lo que hay organizado allí con la anuencia de las autoridades", añade.
Al conocer que Lechuga tenía un pasaporte oficial, el encargado de la Aduana le comunicó que no podía ingresar al país y que sería devuelto a la ciudad de donde provenía.
"De nada valió que intentara defenderme y preguntara las razones para impedirme entrar al país. Me respondieron que yo era un desertor", explica.
El artista relata que no tuvo oportunidad alguna de conversar con los responsables de la decisión de expulsarlo y cuando reclamó el dinero que le cobró la Embajada cubana en Washington, la respuesta del oficial de migración fue tajante: "Aquí se hace lo que nosotros mandamos y usted no podrá entrar a Cuba en ocho años".
14yMedio intentó sin éxito obtener una respuesta de la sede diplomática de la Isla en Washington.
La abogada de inmigración Grisell Ibarra agrega que su problema no se limita a la entrada frustrada a Cuba, sino que "desde el punto de vista migratorio, ha dicho al Gobierno americano con su viaje que no tenía ninguna base para obtener el asilo", lo cual en un futuro podría ser fuente de problemas.
Los cubanos que están llegando "no son refugiados políticos. Son asilados económicos", dice.
El cantante afirma que después de esta "amarga experiencia" seguirá trabajando en su música. "Ya tengo un nuevo disco que titulé Para que te enamores. No me van a quitar la ilusión de trabajar por mi arte y el homenaje a Martí va".
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