La educación en Cuba y el abuso de menores Los aspectos siniestros de la sociedad de la isla que no toca el congreso Pedagogía 2017
Alberto Méndez Castelló | Las Tunas | CubanetEl crimen comenzó a manos de un profesor en un repaso a destiempo. La llamaremos María, en honor a la Virgen María, madre de Cristo. Pero esta María no es virgen, sino crucificada: la virginidad la perdió antes de cumplir doce años.
Un profesor de una asignatura difícil se ofreció para repasar a María “después del último turno”, en la clase de séptimo grado. En el Oriente cubano después de las seis comienza a anochecer.
Ese día no fue el de la violación que conduciría a las relaciones promiscuas. Esa tarde-noche no hubo acceso carnal, sólo algún que otro roce de las manos del maestro sobre el cuerpo de la alumna.
Pero en los días siguientes la tentación masculina fue desatándose, imponiéndose sobre la moral de quien debió ser educador y terminó siendo violador, haciendo de la niña mujer antes de tiempo.
María ahora tiene un hijo veinteañero, es abogada y se ha casado cinco veces. Cinco padrastros ha tenido su hijo. Su historia es la de decenas de cubanas que ahora frisan los 50 sin conseguir relaciones íntimas estables. “Y todo comenzó por un abuso lascivo”, dice.
Según el Código Penal cubano, concurre delito de abusos lascivos cuando, sin ánimo de acceso carnal, se abusa lascivamente de una persona de uno u otro sexo. Las circunstancias concurrentes son las mismas que en el delito de violación, sólo que en la lascivia el delincuente no consuma la penetración.
“Es el clásico manoseo, la palpación que no es sino el llamamiento al acto sexual, que casi siempre concluye en violación cuando se trata de menores de doce años de edad”, dice María, desde su posición de jurista y a la vez de víctima.
“Pero no siempre el delito de abuso lascivo es cometido sobre mujeres o niñas, he tratado casos de niños abusados por pederastas, y estas personas del sexo masculino no han sido extraños en las familias de sus víctimas, sino que han jugado roles de tipo afectivo, unas veces por lazos de familia, otras por amistad; y sí, no están exentos los abusos que se dan por vínculos instructivos o pedagógicos”, declaró a este corresponsal un profesional de la salud, solicitando anonimato.
Según declaró la semana pasada a Radio Libertad Rosa Hernández, especialista en derecho penal del Tribunal de Puerto Padre, alertando a las familias y a la sociedad toda sobre el incremento del delito de abusos lascivos, si hace algún tiempo quienes delinquían generalmente eran personas de mayor edad y con bajo nivel cultural, ahora ha cambiado tanto la edad como la calificación educacional de quienes cometen estos delitos.
La jurista dijo a la emisora local que ahora se están cometiendo delitos de abusos lascivos por personas jóvenes, con calificación profesional, incluso profesores, y que se comenten abusos sobre niños de ambos sexos.
Si bien es cierto el incremento del delito de abusos lascivos en la sociedad cubana, un criminalista dijo que esta situación no es nueva: “Siempre ha estado ahí. ¿Qué ocurre? Que en ocasiones esos hechos no se denuncian, o no se detectan, y entonces en determinado período erróneamente se cree que existe un alza o una disminución de la criminalidad, cuando en realidad lo que existe es una pobre detección, un nivel bajo de esclarecimiento, porque cuando se hace un adecuado estudio de la situación operativa, el delito está ahí. ¿Dónde? En las causas y condiciones que generan delitos y en las personas con potencial para cometer hechos delictivos, y de estos tres factores: causas, condiciones y personas con potencial para delinquir, estamos rodeados”, aseguró el especialista.
Un pedagogo jubilado, a condición de anonimato, coincidiendo con el criminalista dijo: “Mire, a la escuela pedagógica de Las Tunas, a la que llamábamos Formadora de Maestros, ¿sabe cómo la llamaban en tono de broma allá por los años 80? Pues la forzadora de maestros. Hay una realidad y es un sol que no podemos tapar con un dedo: en Cuba hemos cometido enormes dislates con la educación por su improvisación. Tomamos un alumno y lo hicimos ‘profesor’, y entonces este ‘profesor’ hacía de la alumna su novia o su amante. Sí, sí, una resolución del Ministro de Educación prohibía eso, ¿pero cuántas veces se aplicó? ¿Y cuántas niñas fueron desfloradas en las escuelas? Hay una realidad: el Estado suplantó a la familia, y ahora de esa familia disfuncional, queremos hijos moralmente correctos, pero eso es como pedirle peras al olmo, ¿no?”
No parecen desencaminados el criminalista ni el pedagogo. Si María fue abusada por la lascivia de un maestro, más tarde su violador, haciendo de ella una mujer promiscua, ¿cómo conseguir del hijo de María, ahora convertido en padre putativo, que mire con buenos ojos al hijastro luego de él mismo haber pasado noches junto a cinco padres ajenos?
La lascivia, esto es, la propensión a la lujuria, al deleitamiento carnal, deja de ser juego erótico convirtiéndose en crimen cuando en lugar de placer, producimos daño a otro. En Cuba el abuso lascivo está conceptuado entre los delitos contra el normal desarrollo de las relaciones sexuales y contra la familia, la infancia y la juventud.
Pero de poco sirve conceptuar una acción u omisión en el catálogo de delitos si son las propias relaciones socioeconómicas del país las propiciadoras de esos crímenes. En Cuba el monopolio estatal sobre la sociedad no sólo ha fomentado la promiscuidad a partir de la escuela; el hacinamiento en los hogares, donde conviven varias generaciones y la inestabilidad de las parejas son sucesos corrientes, han hecho proliferar los más disimiles abusos, no pocos constitutivos de crímenes.
Testimonios como los de María, la mujer de esta historia, son reiterados en Cuba. Muchos casos van a los tribunales, otros no. Pero es que no basta con sancionar a los delincuentes. Son las causas, las condiciones imperantes en determinadas sociedades, las que hacen potencialmente peligrosos a los seres humanos. Y el peligro se hace más grave cuando, pretendiendo una sociedad moral que no lo es, los hechos denigrantes se ocultan.
Esta semana comenzó en La Habana el XV Congreso Internacional Pedagogía 2017. Hay más de 2 000 profesionales de 40 países reunidos en el teatro Karl Marx. “Nuestra invitación es a compartir la alegría de reunirnos a pensar juntos, con la lógica diversidad de criterios que puede y debe caracterizar a todo colectivo humano”, dijo en la apertura la doctora Ena Elsa Velázquez, ministra de Educación.
¿Diversidad de criterios en Cuba? Un médico preso por expresar lo que piensa, el doctor Eduardo Cardet, mujeres llevadas a los calabozos todos los domingos por manifestarse pacíficamente y hombres golpeados sin motivo alguno, víctimas de brutalidad policial a la hora de arrestos arbitrarios, muestran más que la falsedad en las palabras de la ministra de Educación de Cuba, la inmoralidad en una sociedad disfuncional, y sobre todo la amoralidad de quienes con motivos “pedagógicos” o “sociológicos”, vienen a Cuba a hacer turismo y activismo político enmascarados en causas “nobles”.
En Cuba tendremos menos abusadores de mujeres, niñas y niños, cuando tengamos menos unidades militares y más fábricas y campos de cultivo. Valga decir, cuando la sociedad cubana deje de ser conducida para transformarse en conductora.
Para conseguir esa categoría humana, tendremos que cambiar de anfitriones y dejar de recibir como invitados en La Habana a profesionales de la manipulación política disfrazados de académicos, como hoy tenemos a muchos congregados en el teatro Karl Marx; porque hasta el nombre del teatro entraña todo lo opuesto al nombre de María, la Purísima Concepción, en Cuba tantas veces desflorada antes de concebir de forma pura.
ACERCA DEL AUTOR Alberto Méndez Castelló (Puerto Padre, Oriente, Cuba 1956) Licenciado en Derecho y en Ciencias penales, graduado de nivel superior en Dirección Operativa. Aunque oficial del Ministerio del Interior desde muy joven, incongruencias profesionales con su pensamiento ético le hicieron abandonar por decisión propia esa institución en 1989 para dedicarse a la agricultura, la literatura y el periodismo. Nominado al Premio de Novela “Plaza Mayor 2003” en San Juan Puerto Rico, y al Internacional de Cuentos “ Max Aub 2006” en Valencia, España. Su novela "Bucaneros" puede encontrarse en Amazon.
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