Trump, a la desesperada
Con poco saldo en sus 100 días, intenta derogar in extremis el ‘Obamacare’
Trump da una palmada en la espalda a un marine de la guardia de la Casa Blanca tras despedir al presidente argentino, Mauricio Macri (Kevin Lamarque / Reuters)
Donald Trump se proponía llegar, ver y vencer como Julio César, pero como le ocurrió a la Armada Invencible no estaba preparado para luchar contra los elementos y la batalla de los cien días se le ha puesto tan difícil que se está moviendo a la desesperada para poder ofrecer alguna victoria de las que prometió con tanta solemnidad el 22 de octubre en Gettysburg (Pensilvania). En las últimas horas ha movilizado a todo el personal de la Casa Blanca y a los líderes republicanos en el Congreso para llevar a cabo un nuevo intento de aprobar in extremis en la Cámara de Representantes una contrarreforma sanitaria que derogue definitivamente el Obamacare , una de sus dos principales promesas de campaña. La otra es la construcción del muro en la frontera con México, para la que de momento el Congreso le niega la financiación.
Reince Priebus, el jefe de personal de la Casa Blanca, se ha arremangado y ha propuesto una serie de enmiendas al primer proyecto –que fracasó– para convencer a los halcones del Caucus de la Libertad, el lobby conservador que propició –sólo en parte– la derrota más estrepitosa del presidente. Las gestiones de Priebus han dado un primer resultado. Ha reelaborado un proyecto todavía más conservador que el primero y los ultras le han mostrado su disposición a apoyarlo. La intención de la Casa Blanca es conseguir los votos necesarios para forzar una votación hoy, viernes, la víspera del día en que se cumplirán los cien días de Trump en el poder.
La Casa Blanca atiende demandas ultras y los halcones apoyarían ahora el ‘Trumpcare’
El nuevo Trumpcare, tramitado por el representante Tom MacArthur, republicano de Nueva Jersey, pretende entre otras desregulaciones suprimir las disposiciones federales que obligan a las aseguradoras a garantizar servicios básicos para la salud como las urgencias médicas, la atención a la maternidad o la cobertura a los enfermos mentales. También peligra la prohibición impuesta por el Obamacare a las aseguradoras de encarecer la póliza a pacientes con enfermedades preexistentes, lo que perjudicaría a millones de enfermos crónicos como, por ejemplo, los diabéticos. Los conservadores consideran que las obligaciones del Obamacare han propiciado la renuncia de muchas aseguradoras y el encarecimiento de las primas.
“Los conservadores de la Cámara de Representantes han trabajado sin descanso para mejorar la ley de Cuidado de la Salud, y la posición oficial del Caucus de la Libertad es de apoyo a la propuesta actual”. Paul Ryan, líder de la Cámara de Representantes, declaró ayer la determinación republicana de someter a votación el nuevo proyecto “en cuanto tengamos asegurados los votos suficientes”.
Pretenden que sea hoy para poder presumir el sábado, pero la batalla no se presenta en absoluto nada fácil. Al radicalizar por la derecha el proyecto, los republicanos centristas que también votaron en contra no van a cambiar de posición. Los números todavía no salen. De los 49 republicanos que votaron en contra del primer proyecto, más de la mitad lo hicieron por demasiado conservador y porque cargaba sobre las espaldas de los estados la reponsabilidad de dejar a millones de estadounidenses sin seguro médico. La mayoría republicana sólo se puede permitir 22 deserciones para lograr que el proyecto supere el trámite en la Cámara de Representantes, pero aun lográndolo, las modificaciones complicarán todavía más el trámite del Senado. Hasta diez senadores de la derecha se pronunciaron en contra del primer Trumpcare. Sólo con dos senadores centristas que se opongan, la iniciativa volverá a fracasar. Con todo, la batalla en la Cámara de Representantes se presenta apasionante, porque los demócratas plantean un contraataque que si de verdad llevan a sus últimas consecuencias podría tener resultados explosivos. Si los republicanos imponen el Trumpcare, los demócratas amenazan con no apoyar la ley de gasto, que requiere ser aprobada por una mayoría cualificada en el Senado. Sin el apoyo de 60 senadores, la ley no pasa y provocaría el cierre de la Administración. Por lo que pueda pasar, ya se está planteando una prórroga cautelar del plazo para aprobar la ley de gasto, que concluye hoy mismo.
La amenaza demócrata con la ley de gastos y el rechazo centrista complican la operación
La angustia de Donald Trump ante la evidencia de que no podrá celebrar sus primeros cien días como presidente con la euforia que pretendía le ha llevado a improvisar otros movimientos de cara a la galería, como la nueva amenaza de retirar a Estados Unidos del Tratado de Libre Comercio (TLC o Nafta, por sus siglas en inglés), que al final ha quedado en agua de borrajas. Trump lo vendió como un éxito de su capacidad de presión: “Bueno, yo iba a terminar el TLC en dos o tres días, pero el presidente de México y el primer ministro de Canadá me llamaron y me preguntaron: ¿Podemos negociar? y respondí que vamos a ver si podemos hacer que sea un tratado justo, porque ha sido muy bueno para Canadá y para México, pero horrible para Estados Unidos”. Trump hizo estas declaraciones cuando recibió en la Casa Blanca al presidente argentino, Mauricio Macri, de quien dice que son amigos desde hace mucho tiempo, “cuando ambos éramos muy jóvenes”. Trump prometió un gran pacto comercial sobre la importación de limones argentinos y un acuerdo sobre ciberseguridad.
La celebración de los primeros cien días de presidencia está salpicada también por nuevas noticias sobre las conexiones rusas de sus colaboradores. En Washington, el asunto que ocupa mayor atención en los canales de noticias es la investigación abierta por el Pentágono de los pagos que recibió de Rusia y de Turquía el general Michael Flynn, miembro del equipo de campaña de Trump, nombrado consejero de seguridad nacional y destituido a las pocas semanas por ocultar sus vínculos con el Kremlin.