Augusto César San Martín y Rudy Cabrera | La Habana | Cubanet
La aparición de animales muertos y el olor nauseabundo que dominaba la calle hicieron creer a Mayra que el solar yermo limítrofe con su casa, en el Reparto Eléctrico, se había convertido en depósito de animales muertos en ofrenda a los Orishas.
El divertido final de la historia se asomó en la cara de un perro callejero con una gallina muerta entre los dientes. El animal andaba por la calle como si regresara del mercado, dispuesto a guardar su adquisición en el solar yermo, donde almacenaba una pata de un carnero y varias palomas.
Las consagraciones a las deidades afrocubanas saltan de forma simultánea a la vista, y al olfato de los transeúntes, en los parques y calles de toda la ciudad. Las “brujerías” en las calles pasaron de la rareza al hábito de convivir con animales muertos contaminando el ambiente urbano.
Encontrarse en la calle con una cabeza de cerdo cocinada, dentro de una cazuela de barro, ya no resulta raro. Algo más ordinario son los olores de las gallinas, palomas, o animales de cuatro patas depositados en una de las cuatro esquinas de cualquiera de las principales avenidas de la ciudad.
Marco Antonio Martínez, limpiador de calle de la Empresa de Servicios Comunales, menciona a CubaNet lo que se encuentra a diario en las calles. “La brujería está donde quiera. Todos los días me encuentro palomas, cocos, cabezas de puerco, gallinas… de todo eso”.
El cordón de ofrendas religiosas que ahoga La Habana se suma a la inestabilidad e ineficiencia en la recogida de desechos sólidos. Cada vez se reduce más la higiene ambiental y se amplía el riesgo de las epidemias que en el verano se ceban en la isla.
La necesidad de un acuerdo religioso
Durante la realización de este reportaje constatamos que resulta difícil la conciliación de criterios con respecto al depósito de ofrendas en lugares públicos.
La causa de que las diferentes denominaciones religiosas afrocubanas alejen el tema del debate se encuentra en su principio: la religión afrocubana no puede prescindir de las ofrendas. La religiosidad basada en devociones de alianza y agradecimiento entre las deidades y sus devotos no deja opciones.
Al respecto el doctor Lucas Vegas, miembro jerárquico religioso de la Sociedad Yoruba de Cuba declaro a CubaNet: “En el orden ortodoxo de la religión no podemos cambiar ceremonias. Cuando se ponen alimentos en la vía hay que hacerlo de una forma adecuada. Casi siempre es el borde de la vía para que al día siguiente los servicios comunales puedan limpiar y no crear proliferación de roedores”.
Jorge Enrique Figueredo, sacerdote de la religión afrocubana, considera que las causas de la contaminación tienen que ver más con la educación que con las reglas religiosas.
“Sacrificamos para poder obtener bendiciones o beneficios, pero es la conducta lo más primordial para tener todo tipo de bendiciones, para lograr todas las cosas que necesitamos”, dice.
Dentro de la jerarquía religiosa hay quienes prefieren no hablar en contra de la premisa de consagración afrocubana. Los más conservadores recomiendan organizar el depósito de la ofrenda, sugieren envolverla y realizar la práctica en horarios nocturnos. Otros más liberales consideran que la ofrenda debe depositarse en un contenedor de basura después de un tiempo de ofrecida.
También tiré una gallina
Los cubanos creyentes y no tan creyentes de la religión Yoruba acuden a ella para resolver sus problemas. Interpretándolo así y conociendo la vida problemática que llevamos los cubanos, hay más cola para consultarse con un santero que para la consulta del médico.
El Estado cuenta con varios decretos sanitarios que abordan las contravenciones en materia de higiene comunal. El No.272, Artículo 18, inciso M, trata sobre le vertimiento de desechos sólidos en la vía, imponiendo sanciones de 100 pesos por la afectación de la salud ambiental.
CubaNet visitó la sede de la Dirección Integral de Supervisión y Control (DISC), cuyos funcionarios son conocidos popularmente como “inspectores integrales”.
Uno de ellos que, no se identificó, explicó que “no (ocurre) con frecuencia, pero se imponen multas, sobre todo cuando se contaminan las aguas de los ríos”.
Otro de los inspectores del DISC tiene un testimonio algo diferente: “No creo que nadie se meta con eso. Yo mismo hace una semana tiré una gallina en (la avenida) Cuatro Caminos. Claro, la envolví y eso, pero al otro día estaba allí, abierta. Aquí todo el mundo ha lanzado un ebbó (purificación) en la esquina, así que dudo que alguno de nosotros ponga multa por eso. No todo el mundo se atreve a ir contra esas cosas”.
Lo palpable es que la ciudad se sumerge en desechos sólidos por la ineficiencia en la recogida de basura, el abandono oficial y las consecuentes indisciplinas de los ciudadanos. Así, mientras La Habana amanece santiguada por los sacrificios que purifican a los creyentes, ya hay algún que otro indigente que asecha las ofrendas de cuatro patas para alimentarse.