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General: PONGAMOS AL DÍA LA DOCTRINA TRUMA
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: CUBA ETERNA  (Mensaje original) Enviado: 28/05/2017 16:57
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Pongamos al día la Doctrina Truman
   Más trumpismo que diplomacia en la primera gira de Donald Trump
          Carlos Alberto Montaner - El Nuevo Herald
Los resultados del viaje de Donald Trump al Oriente Medio y a Europa son bastante confusos. Afirmar en Arabia Saudita que Estados Unidos no se propone decirle a ningún país cómo debe comportarse, ni qué valores debe defender, se contradice con la Doctrina Truman que, precisamente, “hizo grande” a Estados Unidos durante 70 años y ha evitado la Tercera Guerra mundial.
 
En Europa recibieron a Trump con grandes reticencias. Su risueña acogida al Brexit británico contrariaba el espíritu de unidad que afortunadamente todavía prevalece en el Viejo Mundo. Su declaración de que la OTAN era obsoleta, luego desmentida un tanto frívolamente por él mismo, había sido una mala señal.
 
El presidente Harry Truman proclamó en marzo del 1947 el compromiso de su país con la libertad ante las dos cámaras del Congreso norteamericano. En ese momento estaban en juego la independencia de Grecia y Turquía. A Grecia la amenazaban la URSS y Yugoslavia, mientras los ingleses, devastados por la II Guerra, acababan de declarar que no tenían fuerzas materiales para continuar respaldando a la pequeña península del Mediterráneo, cuna directa de eso que llamamos Occidente.
 
Estados Unidos asumió el lugar de Inglaterra. Desde1943 se sabía que la batalla de Midway en el Pacífico (junio de 1942) había sido decisiva y que era cuestión de tiempo que las potencias del Eje tuvieran que rendirse. Objetivo que se logró, finalmente, tras la detonación de la segunda bomba nuclear en Nagasaki en 1945. Ni siquiera la hecatombe de Hiroshima, producida unos días antes, fue suficiente para doblegar a los japoneses.
 
La coronación de Estados Unidos como primera potencia del planeta había comenzado en 1944, bajo la presidencia de F.D. Roosevelt, en Breton Woods, donde se delineó el destino financiero de la comunidad internacional en la posguerra. Muerto ese presidente norteamericano, a su vicepresidente Harry Truman le tocó forjar la estrategia para defender a Estados Unidos y a Occidente del espasmo imperial soviético.
 
Básicamente, Washington creó, encabezó y financió una gran fuerza multilateral afincada en diversas regiones: Asia, Europa y América Latina. Donde pudo, buscó aliados. Cuando no los encontró, actuó por su cuenta estableciendo pactos bilaterales.
 
Los instrumentos de la Guerra Fría, en el polo encabezado por Washington, comenzaban por definir los valores y principios en la Doctrina Truman, a lo que siguieron el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), el Plan Marshall, la creación de la CIA, la OTAN, la OEA, y la decisión de impedir, cuando se podía, el ímpetu arrollador del comunismo. En 1950 pudieron detener la invasión de Corea del Norte a Corea del Sur, pero un año antes, en 1949, nadie pudo evitar el triunfo de Mao en China continental, sin arriesgarse a una terrible guerra.
 
Truman sabía que Estados Unidos cargaba con un peso desproporcionado de los costos comunes de la defensa de la libertad, pero también sabía que era el único centro de iniciativas democráticas capaz de hacerle frente a Moscú y, de paso, evitar conflictos aún más costosos.
 
Cuando un periodista le preguntó si no le parecía un despropósito aportar doce mil millones de dólares al Plan Marshall (algo que los Trump de aquellos años calificaban del “peor negocio” que podía hacer una nación triunfadora con sus vencidos adversarios), el presidente americano le respondió con una frase lapidaria: esa cifra era una pequeñísima fracción de lo que le había costado al país la Segunda Guerra mundial.
 
Era mucho más barato hacer ese aporte que precipitar a Estados Unidos a un nuevo conflicto. Algo había aprendido Truman de la Primera Guerra, en la que participó, por cierto, como oficial de artillería. Sabía que lo que le convenía a Estados Unidos y al mundo era una constelación de naciones prósperas respetuosas de los valores democráticos, aunque ello significara que su país tuviera que abonar mucho más que la media por el honor y la responsabilidad de liderar al grupo.
 
Es cierto que Donald Trump no ha sido el primer presidente norteamericano en rechazar la Doctrina Truman. Antes que él, Barack Obama, en Panamá, admitió públicamente que su país cancelaba el objetivo de cambiar la dictadura comunista de los Castro y comenzó a hacerle inexplicables concesiones unilaterales a ese régimen, aunque luego, en La Habana, hiciera un valioso discurso sobre la libertad que dejó felices a los demócratas y confundidos a los comunistas.
 
Es cierto que ya no existe el peligro soviético, pero eso no quiere decir que la democracia no esté amenazada por el terrorismo, los narcos, la corrupción rampante, el islamismo radical y los comunistas irredentos. Quizás es la hora de proclamar un corolario a la Doctrina Truman y procurarle al mundo otros 70 años de paz y fortaleza. Pero lo que carece de sentido es cancelar esa estrategia sin advertir que Estados Unidos ha sido grande gracias a ella.
 
CARLOS ALBERTO MONTANER
Periodista y escritor. Su último libro es la novela Tiempo de Canallas. 
 


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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: CUBA ETERNA Enviado: 28/05/2017 18:06
 
MÁS TRUMPISMO
QUE DIPLOMACIA EN LA PRIMERA GIRA DE DONALD TRUMP
 
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El presidente de EE UU exhibe complicidad con líderes de Oriente Próximo y fricciones con los europeos  
      Amanda Mars,  Washington
 La primera gira internacional de Donald Trump ha dado para acuerdos multimillonarios, revolcones a la tradicional diplomacia americana y un rosario de extravagancias: desde su participación en una danza de sables en Arabia Saudí a su maleducado empujón al primer ministro de Montenegro en Bruselas, pasando por un singular apretón de manos con el nuevo presidente francés, Emmanuel Macron, que le prolongó hasta parecer un duelo. Aquello hizo fortuna entre los traductores de gestos: el político de moda en Europa plantándole cara al nuevo poli malo americano.
 
Se interprete por gestos o en los discursos, en este viaje de una semana se presentó el Donald Trump más conocido, el hombre que usa el mismo insulto —“perdedor”— para un asesino yihadista que para un periodista impertinente o que al visitar el Museo del Holocausto en Jerusalén se despide con un cándido: “¡Qué increíble!”. El pragmatismo desplegado en Riad, donde no mencionó los derechos humanos, la escasa complicidad mostrada en Europa y el complejo de paganini con la OTAN cumplieron con el guion trumpista, sin descafeinar. La primera gira del presidente republicano, pese a lo gaseoso de sus mensajes, confirma el giro en la política exterior de EE UU.
 
Hay quien no ve giro, sencillamente política. El viernes, precisamente durante el G7 en Italia, murió Zbigniew Brzezinski, el consejero de Seguridad Nacional con Jimmy Carter y, junto a Henry Kissinger, uno de esos últimos sabios de la Guerra Fría. “¿Tiene América política exterior ahora mismo?”, se había preguntado en su cuenta de Twitter a primeros de febrero. Dos meses después, en su último tuit, lo veía más claro y no le gustaba: “Un liderazgo estadounidense sofisticado en la condición sine qua non para un orden mundial estable. Sin embargo, no tenemos lo primero y lo segundo está empeorando”.
 
En la OTAN y el G7 cristalizó el choque de trenes. A los Estados de la Alianza Atlántica les afeó su escasa contribución —23 de 28 miembros dedican menos del 2% al gasto militar— y no les ratificó de forma explícita su compromiso con el artículo 5 del tratado, el que establece que un ataque contra un integrante de ese grupo es considerado como un ataque contra todos y que se ha invocado una sola vez en la historia: en los atentados del 11-S. Y al grupo de los siete en la ciudad siciliana de Taormina los dejó como al G20 del pasado abril en Washington, sin saber aún a qué atenerse en comercio o cambio climático.
 
Más tensión
“Los líderes europeos se quejaban a veces de que Obama era demasiado frío y no se tomaba las cumbres europeas en serio, pero Trump ha generado hostilidad con sus aliados”, opina Richard Gowan, experto del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores. “Francia y Alemania no tienen los recursos militares para reemplazar a EE UU, pero en términos políticos muchos de los líderes europeos van a mirar a la alianza Macron-Merkel como directriz para navegar en la era Trump”, añade.
 
Al comenzar el viaje, Julian Zelizer, profesor de Princeton, vaticinaba que Trump podría tener “cierto éxito si saca provecho de esa faceta de negociador, de impulsor de tratos”, si bien resultaría difícil “cambiar la conversación dominante [sobre la trama rusa] dentro de unos días en función de que salgan nuevas revelaciones”. El viernes, con la gira casi concluida, Zelizer concluía que Trump “no ha cometido errores enormes, pero ha agravado las tensiones con la OTAN, un asunto clave que seguirá su curso, y se ha visto en el disparadero por las [nuevas] filtraciones”.
 
El Trump negociador se impuso en la primera parte del periplo. Firmó en Riad el que sería el mayor contrato de venta de armamento de la historia estadounidense —110.000 millones de dólares, unos 98.380 millones de euros— y sentó las bases para pactos comerciales por otros 270.000 millones. Enterró el discurso de Barack Obama, quien ocho años atrás en El Cairo reclamó reformas democráticas, y dijo ante líderes religiosos cosas como que “nuestras hijas pueden contribuir tanto a la sociedad como nuestros hijos”. El presidente, quien un año antes hablaba de prohibir la entrada de musulmanes en EE UU y llegó a decir: “El islam nos odia”, defendió ante un público formado principalmente por autócratas “avanzar a través de la seguridad y la estabilidad, no mediante radicales rupturas”.
 
En Jerusalén rompió otro tabú como primer presidente en visitar el Muro de las Lamentaciones y llegó a Europa para entrar en combustión. “Su comportamiento en Europa ha agravado la desconfianza hacia él de los expertos en política internacional. Quizá piensa que, más allá de Washington, sus partidarios admirarán el trato duro que ha dispensado a los europeos”, apunta Gowan.
 
Si Obama se afanaba en su legado internacional, Trump usa la política exterior en clave doméstica. Necesitará esa y otras armas. Partió asediado por la investigación de la trama rusa y regresa con una bomba informativa que apunta a su yerno, Jared Kushner, quien podría haber tratado de abrir un canal de comunicación confidencial con el Kremlin, algo que Zbigniew Brzezinski, dentro de su estupefacción, difícilmente podría haber imaginado.
 


 
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