Dimite Mike Dubke, director de comunicación de Trump
La renuncia llega en plena especulación sobre una remodelación del equipo del presidente ante la investigación sobre Rusia
El director de comunicación de la Casa Blanca, Mike Dubke, dejará su puesto en los próximos días. La renuncia llega en plena especulación sobre la reestructuración que prepara Donald Trump de su equipo para tratar de aislar su corta presidencia del desgaste constante por la investigación de los lazos su entorno con Rusia.
Dubke entró en la Casa Blanca en febrero contratado por el jefe de prensa y portavoz, Sean Spicer. No participó en la campaña electoral de Trump, lo que convirtió desde el principio en un outsider que no contaba con la confianza plena del republicano. Trump prima la fidelidad de los suyos y ese puede haber sido uno de los lastres de Dubke. El exempresario en publicidad dimite por “un número de razones”, entre ellas razones personales, según explicó este martes a la cadena CNN.
Según medios estadounidenses, Dubke presentó su renuncia el 18 de mayo, pero se decidió no anunciarlo hasta que Trump culminara su primera gira internacional. La dimisión se hará efectiva en los próximos días y es posible que venga acompañada de otros cambios. El portavoz Spicer también está en la cuerda floja y se especula con que pueda perder presencia pública.
Acechado por la trama rusa, Trump está sopesando hacer cambios en su equipo de comunicación. Estudia crear un grupo de crisis que se centre solo en la gestión de las novedades de la investigación sobre los vínculos de su entorno con Moscú. Los portavoces actuales aparecerían menos ante los medios de comunicación, y el presidente aumentaría sus actos públicos para cortejar a su base fiel de votantes y tratar de centrar el debate en su agenda política.
Trump también prepara la creación de un equipo legal que se le ayude a navegar la investigación del FBI y de un fiscal especial, que buscan determinar si hubo coordinación entre el entorno del republicano y el ciberataque de Rusia contra el Partido Demócrata durante la campaña electoral y que buscaba ayudar a Trump a ganar las presidenciales de noviembre.
Los pasos que estudia el millonario neoyorquino son similares a los que tomó Bill Clinton en los noventa durante la investigación por su affaire con Monica Lewinsky, que propició la apertura de un fallido proceso de impeachment contra el presidente demócrata. No es infrecuente que un mandatario asediado por una polémica trate de corregir el rumbo con cambios internos.
Cuesta pensar en un puesto más complejo en la Casa Blanca de Trump que el del equipo de comunicación. El presidente ha declarado una guerra abierta a la prensa, que ha demonizado como el “enemigo del pueblo”, y califica como “noticia falsa” cualquier información que le sea crítica.
La mayor complicación es que Trump va a su aire, habla cuando él quiere y no tiene reparos en esquivar e incluso denigrar a sus propios portavoces. Por ejemplo, no es inusual que contradiga, al cabo de unas horas en Twitter o en entrevistas, informaciones que han dado sus portavoces poco antes para tratar de minimizar y contener una polémica.
Con la reestructuración que tiene en mente, el presidente quiere diluir a su equipo de comunicación y convertirse cada vez más en el único portavoz fiable de su Gobierno. Eso le permitiría conectar mejor con su base de votantes, que valora su lenguaje directo y soez, pero también dispararía el riesgo de desatar polémicas dada la propensión de Trump a lanzar mensajes incendiarios.