"Es un luchador incansable, nunca se rindió, aunque le dijeron muchas veces que no, él se mantuvo firme y hoy es uno de los primeros portadores de VIH que logra hacerse ciudadano". El inmigrante José Freddy Picarrera recuerda que el 4 de junio de 1980, día que cumplió 20 años, llegó a EEUU y comenzó su odisea por legalizarse.
Inmigrante cubano con VIH logra la ciudadanía después de un veto de 22 años
El cubano José Freddy Picarrera logró convertirse en ciudadano estadounidense después de superar 22 años de veto presidencial a los inmigrantes portadores del virus del VIH establecido en 1987 por el Gobierno de Ronald Reagan y que eliminó en 2010 el expresidente Barack Obama.
"Es un luchador incansable, nunca se rindió, aunque le dijeron muchas veces que no, él se mantuvo firme y hoy es uno de los primeros portadores de VIH que logra hacerse ciudadano" dijo a Efe Brian E. Schield, abogado defensor de Picarrera.
Esa misma lucha es la que demuestra Picarrera al afirmar que nunca perdió la fe en obtener la ciudadanía de un país que es "todo" para él, por lo que dijo no tener "palabras para describir este momento".
El estigma y el rechazo que ha sufrido este inmigrante de 57 años comenzó en Cuba, donde fue encarcelado, golpeado y torturado por su orientación sexual. El inmigrante hizo parte del éxodo del Mariel en 1980, cuando 125.000 cubanos llegaron a Estados Unidos en busca de libertad.
Visiblemente emocionado, el inmigrante recuerda que el 4 de junio de 1980, día que cumplió 20 años, llegó a EEUU y comenzó su odisea por legalizarse.
"Para Estados Unidos solo tengo gratitud, este país es lo mejor que me ha podido pasar y donde he encontrado gente que me apoya, donde los sueños y los milagros se cumplen algún día", explicó a Efe Picarrera.
Las malas asesorías y el temor a ser expulsado del país dejaron al inmigrante a la deriva entre los vericuetos de las leyes migratorias y de una petición de asilo político que no se resolvía.
La Administración Reagan estableció en 1987 que todos los inmigrantes que solicitaban una visa para ingresar a EEUU o todos aquellos que ya residían en el país y pedían la residencia permanente en base al trabajo o parentesco con un ciudadano estadounidense, debían realizarse un análisis del virus del sida.
Para esa época, Picarrera no se había contagiado del virus, y hubiera podido ahorrarse años de lucha y peticiones legales.
"El caso de José Picarrera es un ejemplo de cómo se estigmatizó a los portadores del VIH, y cómo se perjudicó a muchos inmigrantes por décadas", insiste Schield.
Schield, que ha sido un defensor de los derechos de los portadores del VIH en California, conoció a finales de la década de 1990 a Picarrera, cuando el contagio lo había vuelto a marcar como una persona rechazada. Desde esa época, abogado y cliente decidieron luchar por conseguir la legalización del cubano, pero todas las peticiones fueron negadas.
Después el abogado intentó establecer que el esposo del inmigrante, un ciudadano estadounidense, tenía derecho de avalar la petición, pero este nueva petición también fue negada, siempre por el hecho de que el inmigrante era VIH positivo.
"Mi esposo ha estado conmigo más de 26 años, en la lucha, en mis cirugías, ayudándome a tratar el virus", aseguró Picarrera Rodríguez, quién aclaró que su esposo no es portador del VIH.
Los atrasos en el procesamiento de los casos de asilo también afectaron al cubano y las autoridades tardaron 10 años en aprobar la solicitud. No fue sino hasta 2008 que revisaron su expediente y finalmente, y tras la decisión de Obama de levantar el veto, fue aprobado el caso y obtuvo su residencia.
Pasaron seis años más para que este hombre, que también superó un diagnóstico de cáncer, lograra convertirse en ciudadano en una ceremonia de naturalización para 9.221 inmigrantes, de los cuales más de la mitad eran mexicanos.
"Aunque la situación sea adversa nunca hay que darse por vencido, hay que tener fe y luchar por acabar la discriminación, sea de género o por ser inmigrante, por lo que sea", aseguró Picarrera.