El jesuita James Martin sostiene que los católicos LGBT no están obligados a practicar la castidad "En términos del Catecismo, es una obligación, pero para los LGBT es una imposición".
El sacerdote y escritor James Martin
Tras haber aguantado los ataques de los ultras, el jesuita y asesor del Papa Francisco, James Martin, se siente fuerte. Fuerte para seguir predicando sus palabras proféticas para toda la Iglesia, y esta vez insistiendo en que los católicos LGBT no están obligados a practicar la castidad.
En un vídeo colgado este miércoles en YouTube, el padre Martin ha recurrido a la tradición teológica que sostiene que una doctrina no se convierte en tal hasta que sea aceptada por todos los fieles. "Una tradición de la que mucha gente no sabe mucho", sostiene el jesuita, "ya que apenas se ha hablado de ella los últimos treinta o cuarenta años".
Este tipo de recepción de una doctrina, ha continuado Martin, sí ha ocurrido en el caso de las doctrinas que subyacen a las fiestas de la Iglesia, por ejemplo, pero no en cuanto a la disciplina sexual.
"Para que una doctrina se convierta en normativa", ha explicado el jesuita, "es de esperar que sea recibida por el pueblo de Dios. Así pasó con la Asunción, por ejemplo. Se declaró la Asunción y la gente la acepta. Van a la fiesta de la Asunción, creen en la Asunción, y es recibida".
Pero "la doctrina que las personas LGBT deben ser célibes toda su vida -no solo antes del matrimonio, como es para la mayoría, sino toda su vida- no ha sido recibida", ha continuado Martin. Situación que plantea la pregunta "teológica" de qué puede hacer la Iglesia con esta no aceptación por parte de los LGBT de una doctrina dirigida especialmente a ellos, a la que deben prestar atención ya "los obispos y la gente LGBT".
Y es más: el hecho de que la Iglesia se fije tanto en los asuntos LGBT es el resultado solo de una "mala interpretación" de lo verdaderamente importante en la teología moral. Muchas veces también, ha lamentado, la obsesión con la sexualidad de los gays por parte de católicos de la extrema derecha, que es el resultado de un "miedo" que sienten de su propia "sexualidad compleja".
Pero al fin y al cabo, ha denunciado Martin, sigue haciendo estragos en la Iglesia la paradoja de que eleve el celibato como uno de los más preciosos carismas evangélicos a la vez que la impone sobre las personas de diferentes orientaciones afectivas. "Se supone que el celibato es un don, o algo que escoges", ha reflexionado el sacerdote. Pero "en términos del Catecismo, es una obligación, y los LGBT la consideran una imposición".
----El jesuita James Martin sigue dando guerra, también anima a los curas gays a salir del armario. "Ayudaría a mostrar cómo la gente gay puede vivir de forma casta"
Salir del armario, eso es lo que el padre James Martin anima hacer a los curas gays. El jesuita estadounidense de renombre y también asesor de la Secretaría de Comunicaciones del Vaticano cree que el ejemplo de estos sacerdotes homosexuales al hacer pública su sexualidad "ayudaría a mostrar a los católicos de a pie cómo es una persona gay y también cómo la gente gay puede vivir de forma casta".
En una entrevista con la CNN, Martin ha presentado su nuevo libro, cuyo título se traduce en castellano como Construyendo Puentes: cómo la Iglesia Católica y la comunidad LGBT pueden entrar en una relación de respeto, compasión y sensibilidad. También ha reflexionado sobre el "cambio enorme" que se está produciendo en la Iglesia en términos de la acogida -y ya no rechazo- de personas gays: un cambio que achaca al ejemplo de prelados como el cardenal Joseph Tobin, arzobispo de Newark, o el mismo Papa Francisco.
"Hay dos razones para este giro" hacia una hospitalidad más calurosa de personas LGBT en la Iglesia, señala Martin. "Una es el Papa Francisco. Su pregunta, '¿Quién soy yo para juzgar?'; su reunión pública con Yayo Grassi, su antiguo alumno homosexual, en su visita papal a los Estados Unidos; sus comentarios en la Amoris laetitia, que han sido usados para dejar que los homosexuales practicantes reciban la comunión". Pero no solo ha sido el pontífice en sí, sino también -como observa Martin- el hecho de que "los obispos que el Papa Francisco está nombrando en los Estados Unidos son mucho más favorables a los LGBT".
La otra razón que explica para el padre Martin esta apertura cada vez mayor en la Iglesia hacia las personas gays es "el incremento en el número de católicos LGBT que están saliendo del armario y haciendo que los asuntos LGBT sean mucho más importantes para la Iglesia en general". Pero aún así, falta una parte importante de la Iglesia que no ha sido tan valiente -o a la que no le han dejado mostrar su valentía- en reconocer sus inclinaciones afectivas públicamente. Salvo, por supuesto, algunas excepciones heroicas como la de Krzysztof Charamsa, ex-oficial de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
El jesuita Martin cree que hay "varias razones" por las que los miles de sacerdotes y religiosos gays y lesbianas no salen del armario. "Uno, que sus obispos o superiores religiosos les piden que no lo hagan.
Dos, que temen represalias de sus feligreses. Tres, que temen que sería divisivo. Cuatro, que son gente reservada. Cinco, que no son del todo conscientes de su sexualidad", enumera el sacerdote, reservando para último la razón más preocupante: que "la gente ha mezclado la homosexualidad con la pedofilia", de modo que los curas gays "no quieren salir del armario por miedo a que se les ponga la etiqueta de pederasta".
Será por miedo entonces, más que nada, la razón por la que no conocemos a más religiosos profesados homosexuales. Pero si los curas gays consiguieran conquistar sus temores, opina Martin, darían una poderosísima lección a la Iglesia entera.
Si estos curas vencieran sus miedos y salieran del armario, dice Martin, "ayudaría a mostrar a los católicos de a pie cómo es una persona gay y también como la gente gay puede vivir de forma casta". Más que una injusticia la que se les esfuerce a vivir su personalidad de forma furtiva, para Martin es una "gran ironía". Ironía porque "estos hombres y mujeres están viviendo exactamente lo que la Iglesia les pide a las personas LGBT -castidad y abstinencia- y no se les permita hablar de ello". Es por eso que Martin zanja que "están haciendo un gran trabajo bajo una nube extraña que no debe de existir".