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General: Marlene Dietrich la inolvidable femme fatale gay de Hollywood
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Respuesta  Mensaje 1 de 2 en el tema 
De: administrador2  (Mensaje original) Enviado: 27/12/2017 16:36
 Convertida en mito del Séptimo Arte, su personalidad arrolladora pero enigmática también la convirtió en pionera a la hora de romper de tabúes y estereotipos
 
Marlene Dietrich, nació el 27 de diciembre de 1901, muere el 6 de mayo de 1992
La ‘femme fatale gay’ de voz inolvidable en Hollywood          
             Alberto López
Considerada uno de los mitos del Séptimo Arte y la novena mejor actriz femenina de todos los tiempos, Marlene Dietrich, fue una mujer rodeada de soledad a pesar de sus innumerables conquistas, de su ambigüedad sexual y de su éxito y glamour. La propia Marlene lo confesó al final de su carrera: “Me visto para la imagen. No para mí, no para el público, no por la moda, no para los hombres”, declaraba la actriz en una entrevista en 1960 al diario ‘The Observer’. Su única hija lo refrendó con posterioridad con una ácida crítica en la que aseguraba que su madre “vivía para, por y dentro de la imagen que se proyectaba en el espejo”.
 
Pero como las productoras de la edad de oro de Hollywood cuidaban tanto la imagen de sus estrellas, poco trascendió en los medios de comunicación de la época sobre su agitada vida personal, su rivalidad con Greta Garbo o sus escarceos amorosos con estrellas y personajes de ambos sexos. Para la posteridad ha quedado su ruptura de estereotipos y tabúes, su personalidad interpretativa y alguna de las películas que protagonizó, consideradas obras maestras del cine.
 
Marie Magdalene Dietrich nació el 27 de diciembre de 1901 en la localidad de Schöneberg, que en 1920 fue anexionada a Berlín, en una familia de clase media acomodada. Tuvo una hermana mayor llamada Elisabeth, con quien se distanció al saber de su cercanía con militares y funcionarios del régimen nazi.
 
En su infancia ambas hermanas recibieron una educación esmerada y estricta que, por ejemplo, incluía aprender francés. La pequeña Marie Magdalene demostró su interés por la fama y el espectáculo desde niña y con apenas 11 años ya se hacía llamar Marlene, que es el resultado de la fusión del inicio del primer nombre y el final del segundo. En su adolescencia también se interesó por la poesía y el teatro y hasta aprendió a tocar el violín, aunque no pudo dedicarse a ello por una lesión de muñeca.
 
Su formación académica y sus aptitudes musicales le permitieron introducirse en el mundo del cine como miembro de pequeñas orquestas que acompañaban a las proyecciones de cine mudo, aunque fue despedida a las pocas semanas.
 
Con 19 años Marlene Dietrich fue rechazada por el director teatral Max Reinhard cuando intentó entrar en la Deutsche Theaterschule, aunque dos años más tarde lo consiguió y pudo compaginar sus clases con breves apariciones en otros espectáculos y algunas películas dirigidas por Georg Jacoby, como ‘Los hombres son como esto’ (1922), o William Dieterle, como ‘Un hombre al borde del camino’ (1923).
 
En el rodaje de una de esas películas, ‘Tragedia de amor’ (1923), Dietrich conoció a Rudolf Sieber, que era ayudante del director y se casaron por lo civil en Berlín aunque convivieron poco. Cada uno llevó su vida íntima por separado, aunque nunca se divorciaron y mantuvieron buena relación. En diciembre de 1924 la pareja tuvo una hija, Maria Elisabeth, aunque conocida por el nombre de casada, Maria Riva, que fue su única descendiente y que la acompañó en su madurez. En esos años Marlene comenzó a ser reclamada para diversos papeles.
 
Sin embargo, el momento más importante de su carrera tuvo lugar cuando Joseph von Sternberg la llamó para interpretar el papel de Lola-Lola en ‘El ángel azul’ (1930), una de las películas más importantes de ambos y de la historia del cine, que aborda la decadencia humana en la que Marlene, encarnando a su personaje, demuestra una pasión encendida hacia todos los que se mueven a su alrededor.
 
El éxito y la popularidad que logró la joven Marlene tras el estreno de la película la llevaron a Hollywood, en donde la Paramount la contrató para intervenir en ‘Marruecos’ (1930), al lado de Gary Cooper, el galán de la productora y del momento, y también dirigida por Sternberg, que la tuvo a sus órdenes en otras cinco películas más.
 
El tándem Dietrich-Sternberg destapaba en cada película nuevos matices de la actriz que deslumbraban al público por su mágica expresión. Como la propia Marlene escribirá años después en sus memorias señalando su doble nacimiento -primero en 1901 bajo el cielo berlinés, y el segundo en 1930, bajo la cámara de Josef von Sternberg-, entre las películas ‘Marruecos’ (1930) y ‘El diablo era mujer’ (1935) la actriz fijó su icono de mujer ‘vamp’, símbolo de glamur y misterio.
 
Su personaje de Amy Jolly en ‘Marruecos’ vestida con esmoquin dando un beso a otra mujer en un cabaret inmortaliza su perfil transgresor, aunque también ha quedado para la historia el de Shanghai Lily en ‘El expreso de Shanghai’ (1932). Sternberg estuvo dispuesto a convertir a la joven Marlene en un mito erótico y lo consiguió: la transformó en la ‘femme fatale’ por antonomasia y la modeló a su gusto haciéndole perder peso, enseñándola a maquillarse e iluminando su rostro para disimular su ancha nariz y marcar sus pómulos. Pero también le cambió el peinado y hasta la personalidad, haciendo de su mirada y de sus piernas un arma de seducción y deseo. En el ocaso de su vida Dietrich reconoció que nunca le agradeció lo suficiente lo que había hecho por ella.
 
Tras etapa brillante etapa, con las películas más taquilleras de la historia, director y actriz pusieron fin a su relación artística y Marlene inició una nueva en la que trabajó con directores como Frank Borzage, Ernst Lubitsch y Richard Boleslawski, con quien cobró, por la película ‘El jardín de Alá’ (1936), uno de los salarios más altos del momento.
 
A lo largo de los años 40 Marlene Dietrich trabajó en todo tipo de producciones, especialmente en westerns como ‘Arizona’ (1939), de George Marshall, o ‘Los usurpadores’ (1942), de Ray Enright, junto a James Stewart y John Wayne. También lo hizo con el resto de actores y actrices del momento, como Tyron Power, Spencer Tracy, Burt Lancaster, Montgomery Clift, Maximilian Schell, Vittorio de Sica, Cantinflas, David Niven, Shirley MacLaine William Holden y Audrey Hepburn.
 
Antes del comienzo de la Segunda Guerra Mundial, Marlene Dietrich obtuvo la nacionalidad estadounidense y participó de forma activa en espectáculos para los soldados en el frente durante la contienda. Durante los años 50 sus apariciones comenzaron a ser más esporádicas, lo que pareció demostrar la inseguridad que con la madurez su brillo no era el mismo que cuando la belleza era su carta de presentación ante los espectadores.
 
En los primeros años de la década de los 60 decidió abandonar prácticamente el mundo del cine, aunque se reinventó dedicándose con intensidad a la música y al baile, actuando en directo y grabando numerosos discos tanto en Europa como en Estados Unidos.
 
Debido a su lujoso nivel de vida Marlene Dietrich necesitaba mucho dinero y por ello prolongó su carrera musical hasta más allá de los 70 años. Superó un cáncer en 1965 pero solo los dos accidentes que sufrió al caer al foso del escenario en 1973 y romperse una pierna en Sydney al inicio de otro espectáculo la retiraron definitivamente.
 
Marlene pasó la última década de su vida recluida en reposo en su apartamento de la avenida Montaigne de París, a buen seguro que porque no quería que la vejez empañase la imagen de mito que tenía. En esta etapa fue muy aficionada a escribir cartas, poemas de amor y a llamar de por teléfono a diversos continentes, algo que acentuó sus desorbitados gastos.
 
Dietrich falleció en París el 6 de mayo de 1992, a los 90 años. Su cuerpo, cubierto con una bandera de los Estados Unidos, fue enviado a Berlín donde fue enterrada en el cementerio municipal de Berlín-Schöneberg, su lugar de nacimiento, junto a su madre por expreso deseo de ella.
 
Marlene Dietrich, uno de los mitos del cine, fue una actriz con gran variedad de registros expresivos y que destacó también por sus canciones y actuaciones musicales y de baile. Si bien fue descrita como una mujer fatal por su arrolladora personalidad que traspasó la pantalla para instalarse en su vida privada, lo cierto es que sus piernas y su característica voz ronca han quedado como iconos de una trayectoria difícilmente superable.
 
Alaberto López                                                 
Fuente: - El País
 


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Respuesta  Mensaje 2 de 2 en el tema 
De: administrador2 Enviado: 27/12/2017 17:24
 La eterna actriz Marlene Dietrich, que hoy 27 de diciembre habría cumplido 116 años, estaba convencida de que el virus del VIH se podía contagiar por carta.
 
 
LOS MORBOSOS POEMAS DE MARLENE DIETRICH 
SOBRE EL SIDA RONALD REAGAN EN SU LECHO DE MUERTE
Hoy Marlene Dietrich habría cumplido la improbable edad de 116 años. La cifra no es lo bastante redonda como para repasar sus mejores películas o los grandes amores de su vida, pero sirve de excusa para hablar de un capítulo menos conocido de su biografía: los poemas que escribió durante su decadente exilio en París. Conviene que antes nos refiramos a sus últimos años de vida en esta ciudad para entender de dónde le vino el etat d’esprit con el que escribió cosas como El SIDA o A Ronald Reagan.
 
En 1979, Marlene Dietrich perdió el conocimiento en su apartamento de la avenida Montaigne. Tenia 78 años. La estrella se había retirado a la capital francesa para evitar que los paparazzis de Hollywood fotografiaran su deterioro físico, acelerado desde 1973 por una caída durante una actuación en Maryland. Siguió cayéndose después (en Sydney y en la bañera de su casa), y cuando un día se desmayó en su dormitorio, la protagonista de El ángel azul se echó sobre las pieles de cordero que cubrían su cama decidida a no despegarse ya nunca de ellas. “Había encontrado la solución perfecta”, dice su hija María Riva en las memorias que escribió sobre su madre. “Ahora, cuando perdiera el conocimiento, ya estaría en una cama blandita y segura.”
 
Para no tener que levantarse ni depender de la ayuda de nadie, la Dietrich se valía de unas pinzas de mango largo y meaba en un jarrón de Limoges. Sobre una lámpara, calentaba los platitos de sauerkraut que ella misma se preparaba. Su cama ocultaba una verdadera whiskería que le permitía seguir emborrachándose. “Poco a poco, sus bonitas piernas perdieron músculo y se atrofiaron y los pies se le deformaron”, escribe su hija. “Su cuerpo adoptó alguna de las características de las víctimas de un campo de concentración”.
 
La actriz empezó entonces a fantasear con su propia muerte. Pidió, por ejemplo, que la enterraran con un impermeable de Balenciaga que el paso del tiempo había dejado totalmente rígido, para que los gusanos no pudieran alcanzar su cadaver. En una de las paredes de su dormitorio, mandaba colgar los retratos de aquellos de sus amantes que iban muriendo. Normal que las musas que en esa misma ciudad inspiraron El spleen de París terminaran acudiendo al número 12 de la avenida Montaigne.
 
Uno de los libros de la biblioteca de Marlene Dietrich era precisamente un volumen con los poemas de Baudelaire, y tal vez después de hojearlo, Marlene Dietrich anotaba por las noches sus pensamientos y componía versos tan enfermos como los de El muerto alegre o Una carroña. “El mío es un mundo silencioso, / sin amigos, / que murieron antes que yo”, dice por ejemplo en uno.
 
Quizá el más sorprendente de todos sea el que escribió sobre el sida. Maria Riva cuenta que a su madre le fascinaban las noticias sobre esta enfermedad. La mayoría de sus admiradores eran homosexuales, y la estrella de cine desarrolló la teoría de que podía infectarse abriendo las cartas que le enviaban.
 
Ése es precisamente el tema de El SIDA, un poema que compuso desde el punto de vista de su hija: “Mi Madre/ murió de/ SIDA. / Se lo trajo / el correo, / ¡gran noticia! / Ella era dura / como el hierro, / pero el SIDA / lo era más, / sobre todo, / por correo. / No tocaba / a las personas / sólo cartas / y contrajo / el SIDA. / ¡Sí, mi madre! / Que no os salten / los fusibles / ¡Gran noticia!”.
 
En otro poema, lamenta los daños que sufrieron sus piernas, las más famosas de Hollywood: “¿No es extraño? / las piernas / que me encumbraron a la gloria, / fácil, ¿no? / fueron la causa/ de mi caída/ en desgracia, / difícil, ¿no?”. Después de caerse al foso de la orquesta en un teatro de Maryland, tuvieron que injertarle piel en las piernas. Luego, durante otra atuación en Sydney, se rompió un muslo y ya no volvió a subirse a un escenario.
 
También dedicó algunos versos a sus amantes y amigos. En un poema que lleva el título de A Ronald Regan, Marlene Dietrich habla de un romance con el presidente republicano que, al parecer, quedó frustrado. “Un silencio tenso / Me oprime Me rodea / Me rinde al sucio suelo / A mi alrededor / Ninguna voz Ni lluvia Ni viento Sólo habrá silencio / A mi alrededor Qué fatal / “Es demasiado tarde" gritó el Cuervo, "demasiado tarde”. De Orson Welles escribe que “Incluso estando muerto / no estás a salvo / ni fuera de alcance”. De Hemingway, que “Al perderte / Me siento como un pescador se siente / Al perder la captura que él creía / Tener segura / En el anzuelo / Mientras perfora / Las branquias de su presa”.
 
Marlene Dietrich murió de un fallo renal en 1992. Antes tuvo tiempo de firmar una autobiografía y de ponerle voz a un documental sobre su vida, pero sus poemas los escondió en una maleta. No quería que vieran la luz del día. Después de su muerte, sin embargo, su hija los encontró en el apartamento de la avenida Mountaigne. En 2005, los publicó en Alemania con el título de Nachtgedanken (Pensamientos Nocturnos). Vicente Molina Foix los tradujo al castellano por encargo del Ayuntamiento de Málaga, pero el libro no ha vuelto a reeditarse y es hoy uno de los tesoros de iberlibro.
 
116 años después de su nacimiento en Berlín, seguimos hablando de Marlene Dietrich. Aunque ése no sea un número tan redondo como una centena, siempre hay algo que contar de ella.
 
DIEGO PARRADO                          
                               Fuente Vanity Fair
 
 



 
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