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General: Costa Rica: Política, los gays y los demás
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: BuscandoLibertad  (Mensaje original) Enviado: 29/01/2018 15:22
Costa Rica por un Estado laico y libre de homofobia
¿Pensaba Jesús que la homosexualidad estaba bien? No sabemos lo que pensó Jesús. Todo lo que sabemos es lo que dijo e hizo. Por lo menos podría sacarse una lección de compasión: los tiempos de enfermedad y muerte no son tiempos para predicar el fuego del infierno y la condenación. En la era del SIDA, los líderes religiosos podrían sacar buen provecho de esta enseñanza.

                                                                                                                                                         Reverendo Mariconsón
POLÍTICA, JESÚS, LOS GAYS Y LOS DEMÁS                              
   Por Alfonso J. Palacios Echeverría
Desde que la Corte Interamericana de Derechos Humanos absolvió la consulta que el Gobierno de Costa Rica le realizara, con referencia a ciertos temas relacionados con los derechos humanos de la población sexualmente diversa, se han producido toda clase de declaraciones desatinadas, absurdas y en algunos casos hasta risibles, por parte de los personeros de la Iglesia Católica y las sectas evangélicas, sobre todo de las más absurdamente fundamentalistas.
 
Incluso, algunos candidatos a presidente en las próximas elecciones, se han alineado en la corriente en contra de reconocerle sus derechos a estas minorías, en una postura ridículamente electorera, sin sustento ni jurídico ni religioso. Solamente con la intención de sumar votos de aquellos que, en su ignorancia, no entienden que los derechos humanos no se discuten.
 
Lo más absurdamente contradictorio ha sido que la Federación Alianza Evangélica Costarricense acusó, el jueves pasado, al Tribunal Supremo de Elecciones, de imponerles una mordaza a su libertad de expresión, libertad de culto y al principio de igualdad, por prohibirles a pastores y sacerdotes inducir el voto de sus feligreses. Como vemos, la ignorancia no conoce de límites. Porque ello está consignado en el Artículo 28 de la Constitución Política y el Código Electoral, aunque ambas agrupaciones han irrespetado la Constitución y ley, no solamente en esta campaña, sino en anteriores también.
 
Como el campo jurídico está claramente establecido, no es dable perder el tiempo discutiéndolo, y en contrario deseo transcribir a continuación la traducción de un fragmento del capítulo ocho del libro Qué dice la Biblia realmente acerca de la Homosexualidad, y en concreto sobre Jesús de Nazaret, (What the Bible Really Says About Homosexuality de Daniel A. Helminiak, Ph. D. Millenium Edition, Alamo Square Press, New Mexico, 2000), el cual dice así:
 
No existe registro alguno de palabras de Jesús sobre relaciones homosexuales, ni en los Evangelios canónicos, ni en los llamados “evangelios gnósticos” descubiertos en Nag Hammadi en 1945. Este es un hecho revelador. Como sugiere Víctor Furnish, esto implica que Jesús no tenía nada en particular que decir sobre el tema, y que la homosexualidad no era un asunto que preocupara a la naciente Iglesia, que fue la que preservó sus discursos. Sin sus declaraciones es imposible decir que es lo que Jesús pensaba sobre la homosexualidad. Pero en este caso sus acciones pueden hablar más alto que sus palabras, ya que tenemos una evidencia de que Jesús se encontró con una pareja homosexual masculina durante su ministerio.
 
Mateo 8: 15-13 y Lucas 7: 1-10 narran la curación milagrosa del siervo del centurión. Aunque hay algunas diferencias interesantes en los detalles de los dos pasajes, las similitudes son enormes; especialmente cuando se alinean, palabra por palabra, los textos en el original griego, Los eruditos bíblicos están de acuerdo en que ambos pasajes proceden de la misma fuente escrita. Siendo así, podemos concluir que ambos pasajes de Mateo y Lucas hablan del mismo suceso.
 
Ambos pasajes citan la frase del centurión diciendo que él no es digno de que Jesús entre en su casa. Qué cosa más sorprendente. El centurión utiliza dos palabras griegas distintas cuando se refiere a sus sirvientes. Se refiere al que está enfermo como “mi chico” (pais en Griego). Esta palabra significa chico, pero también puede hacer referencia a sirviente, e incluso a hijo. Se refiere a alguien joven y sólo como expresión de cariño a un adulto. Probablemente esta palabra se utilice para hablar de esclavos utilizados como objeto sexual por sus amos, y hay evidencia extra bíblica de que pais es ciertas ocasiones significa amante. En contraste, el centurión hace referencia a sus otros esclavos usando el vocablo griego doulos. Esta es la expresión genérica para esclavo o sirviente.
 
Mateo siempre se refiere al esclavo del centurión como país. Leyendo este Evangelio uno pudiera pensar que el centurión está preocupado por su hijo. Pero Lucas, excepto cuando cita las palabras textuales del centurión, se refiere al chico como doulos. Lucas revela además que el muchacho era muy valorado o querido (usando la palabra griega entimos) por el centurión. Además, Lucas resalta que el centurión construyó la sinagoga local, lo que da a entender que era rico. Es sorprendente que ambos, Mateo y Lucas, preserven la frase exacta del centurión, cosa que marca la diferencia entre su país y su douloi.
 
¿Qué podemos sacer de todo esto? Primero, que debido al énfasis de Lucas, está claro que el sirviente era efectivamente un sirviente (doulos) y no el hijo del centurión. Y como indica Mateo, el sirviente era joven (país).
 
Segundo, sabemos que el chico era apreciado (entimos) por el centurión. Esta palabra podría significar varias cosas. Primeramente, quizá el centurión pago un alto precio por él y no quería perderlo. Pero esto no cuadra con el contexto. El centurión era rico, y aunque suene triste, podía ir fácilmente al mercado y comprar otro esclavo. Otra razón seria que fuera un siervo muy habilidoso y experimentado, una persona clave en la administración de su casa. Pero esto tampoco encaja, ya que el chico era joven. Finalmente, entimos podría implicar un lazo emocional. Este es al parecer el mejor significado.
 
¿Cuál era entonces la relación existente entre el centurión y su siervo? No existe modo de saberlo con certeza. La evidencia histórica es escasa. Existe la posibilidad de que el centurión fuera simplemente un hombre bueno y estuviera preocupado solamente por la muerte de un esclavo enfermo. Pero esta interpretación sentimental es moderna. Está desfasada en relación a las severas condiciones de vida del Imperio Romano del primer siglo. Entonces, ¿Qué fue lo que llevó a un centurión romano a preocuparse de esta manera por un esclavo?
 
Era muy común que los amos usaran a sus esclavos como objetos sexuales. También era común que los soldados que estaban lejos de su hogar tuvieran compañeros sexuales masculinos. El centurión y el chico esclavo eran probablemente una pareja sexual. En este caso en particular, como ocurría a menudo, el centurión probablemente se enamoró del joven. La explicación más razonable para el comportamiento del centurión con respecto a su esclavo es que fueran amantes. Sin dudas Jesús estaba al tanto de estas cosas. No era tonto. El sabía todo lo que ocurría a su alrededor. Así que tenemos un caso donde Jesús efectivamente se tropezó con una pareja de homosexuales enamorados. La reacción de Jesús es muy instructiva. El elogió la fe del centurión y devolvió al joven al centurión lleno de buena salud.
 
¿Pensaba Jesús que la homosexualidad estaba bien? No sabemos lo que pensó Jesús. Todo lo que sabemos es lo que dijo e hizo. Por lo menos podría sacarse una lección de compasión: los tiempos de enfermedad y muerte no son tiempos para predicar el fuego del infierno y la condenación. En la era del SIDA, los líderes religiosos podrían sacar buen provecho de esta enseñanza. Pero el incidente del siervo del centurión parece tener más amplias implicaciones. Sobre la base de la evidencia, uno podría argumentar que Jesús no estaba preocupado por las relaciones homosexuales de su época. Además, Mateo y Lucas ni siquiera se toman la molestia de hacer de esto un asunto polémico. Todos ellos centraron su interés en la fe y la buena voluntad, no en las prácticas sexuales.
 
Tenemos que entender las cosas en su contexto histórico si queremos proclamar que sabemos que es lo que enseña la Biblia. Tenemos que ser cuidadosos de no proyectar nuestros puntos de vista en Jesús y en su época. El hecho es que las relaciones homosexuales eran muy comunes en esos tiempos. Sin dudas, Jesús lo sabía. Y no hay ningún registro de sus palabras haciendo un problema de este asunto; ni siquiera, cuando se enfrentó con él cara a cara.
 
Un argumento como el expresado por el autor del libro citado resulta, al menos, interesante, para quienes quieren estudiar los textos bíblicos con cierta seriedad y rigurosidad.
 
Debe quedar claro de una vez por todas que las creencias religiosas de cada individuo, respetables por sí mismas, son de carácter privado, lo mismo que las que se aglutinan en cualquier tipo de organización (en este caso religiosa), y que no es aceptable que traten de imponerse a las demás personas que no las comparten. Como tampoco es aceptable que se utilicen las actividades religiosas que celebran estas agrupaciones, para inducir a sus propios feligreses acerca de por quién deben votar en unas elecciones, acto exclusivamente político y claramente reglamentado por la legislación vigente en nuestro país. Mucho menos agarrarse del tema de las preferencias sexuales para estigmatizar a todos aquellos que defienden la libertad de preferencias, en respeto los derechos que asisten a todos los ciudadanos, y utilizar este tema como elemento de campaña política.
 
No está mal que en la política costarricense haya cristianos de distinto tipo, católicos, evangélicos, así como judíos, musulmanes, agnósticos y ateos. Mientras todos estos se toleren y no pretendan imponer a los demás sus creencias, no hay problema. El problema surge cuando sus creencias ultraterrenas se convierten en una militancia. Y esto es lo que está ocurriendo cada vez con más frecuencia en el ambiente político.
 
La mezcla de religión y política es explosiva. En Oriente Medio, a todos los problemas sociales se añade el del fundamentalismo religioso, el que más gente mata. A Costa Rica este asunto no había llegado, pero cada vez se sienten más sus pasos de animal grande. Cristianos y sectarios emprenden con más frecuencia y desparpajo cruzadas integristas en las que se junta el negocio de la religión con el negocio político.
 
Los sectarios y fundamentalistas quieren hacer creer que son muy buenos porque son creyentes. Y esgrimen textos sagrados (la mayoría de las veces sacados de contexto) para oponerse a la ciencia, a las ideas liberales, al laicismo, a las leyes humanas que –según ellos- no pueden estar por encima de la ley de Dios. Todos creen que tienen comunicación directa con el Altísimo, y saben lo que Él quiere. Eso es lo que los hace más peligrosos.
 
Como mencioné en un artículo anterior, muchos políticos latinoamericanos y muy particularmente los costarricenses son conscientes del poder social de la religión, y así, el fundamentalismo religioso cristiano sigue ejerciendo en América Latina una influencia política gigantesca. No es claro si estos movimientos políticos se toman en serio la religión, o la utilizan (y los votos de sus miles de seguidores) como un fenomenal capital electoral. Lo que sí es claro es que en la mayoría de los países de América Latina, la laicidad absoluta del Estado es solo una formalidad que no se ve reflejada ni en el comportamiento de sus políticos ni en el de quienes los eligen democráticamente. Tal vez tenía razón el escritor y filósofo español Miguel de Unamuno, cuando decía –curiosamente defendiendo no a la religión sino a la política– que “querer separar la religión de la política es una locura tan grande o mayor que la de querer separar la economía de la política”.
 
Nuestro fundamentalismo, a la tica, es realmente un esperpento de proclividad y oportunismo político, de ignorancia generalizada y de manipulación de las masas más desposeídas de conocimientos y criterios liberadores de la esclavitud mental a postulados nunca comprobados.
 


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