EL ACTIVISMO LGTB DE BERMUDAS PIDE QUE NO SE
BOICOTEE A LA ISLA POR DEROGACIÓN DEL MATRIMONIO IGUALITARIO
El activismo LGTB de Bermudas prosigue su lucha para que la ley que derogó el matrimonio igualitario sea anulada por los tribunales. Ese mismo activismo, además, solicita a quienes defienden los derechos de las minorías sexuales que no utilicen el boicot como arma contra la intolerancia, pues esa medida solo afectaría a quienes «han soportado la discriminación durante suficientes décadas». Muy al contrario, piden que se visite la isla como muestra de solidaridad o que se apoye económicamente al equipo que trata de recurrir la nueva legislación ante la Corte Suprema.
Desde que la Asamblea de Bermudas, un territorio perteneciente a la corona británica, aprobó la ley que impide que las parejas del mismo sexo puedan contraer matrimonio, revirtiendo las decisiones de los tribunales, desde todas partes del mundo se han sucedido las muestras de apoyo a la comunidad LGTB isleña y la indignación por la conculcación torticera de sus derechos.
En las redes sociales saltó pronto la iniciativa para boicotear a la isla, muy dependiente económicamente del sector turístico. Se sucedían las voces que clamaban por esta medida, hasta que llegó a quienes tienen un gran poder de difusión. La conocida presentadora estadounidense Ellen DeGeneres, una de las más relevantes figuras de la visibilidad lésbica, comunicaba su intención de cancelar su viaje a Bermudas, e instaba a que los demás hicieran lo mismo.
A activistas como Same Love Bermuda, sin embargo, les preocupa mucho esta medida por la repercusión negativa para la propia comunidad LGTB de la isla, que podría verse especialmente afectada. Desde su sitio web han solicitado que no se lleve a cabo el boicot, y que se colabore apoyando económicamente al equipo legal que trata de que la ley discriminatoria sea derogada por los tribunales. Este es el texto:
La mejor manera de ayudar
El desafío legal es el canal apropiado para conseguir justicia e igualdad en Bermudas. Algunas personas han reaccionado a la ley de uniones civiles del Gobierno de Bermudas con llamadas a un boicot. Les pedimos a todos: «No boicoteen a Bermudas», eso solo perjudicará a las personas que ya han soportado la discriminación durante suficientes décadas. La forma de ayudar a Bermudas es visitarnos o apoyar nuestra apelación constitucional ante la Corte Suprema.
Efectivamente, el abogado y ex fiscal general de Bermudas Mark Pettingill, presentó en el mes de febrero una demanda ante la Corte Suprema contra la nueva ley de uniones civiles para las parejas del mismo sexo, en representación de Rod Ferguson, un ciudadano de Bermudas residente en Estados Unidos. Ferguson considera que negarle su derecho a contraer matrimonio es inconstitucional por suponer un «trato inhumano o degradante».
El demandante y su representante legal esperan conseguir la derogación de la ley de uniones civiles por vulnerar los derechos constitucionales de libertad de conciencia, expresión, asociación y credo y algunos relacionados con la propiedad. Pettingill cree que el caso podría llegar incluso a los tribunales europeos, por la singularidad de una situación en el que las parejas del mismo sexo pudieron contraer matrimonio durante un periodo de tiempo y después se las despojó de este derecho.
El matrimonio igualitario en Bermudas
La situación del matrimonio entre personas del mismo sexo en Bermudas era un tanto peculiar. En mayo de 2017, la magistrada de la Corte Suprema Charles-Etta Simmons sentenció a favor de dos hombres que habían reclamado ante los tribunales su derecho a casarse. La jueza consideró entonces que la legislación sobre matrimonio vigente en Bermudas era incompatible con los derechos humanos, ya que contenía una discriminación basada en la orientación sexual de los contrayentes. La sentencia tuvo efectos inmediatos y estableció recomendaciones para reformar la normativa, de manera que hiciera referencia a «dos personas» en lugar de a «hombre y mujer».
Sin embargo, el renuente Partido Laborista Progresista, actualmente en el poder, no obedeció esas recomendaciones, apoyado por una sociedad que solo unos meses antes, había rechazado en referéndum la posibilidad de reconocer jurídicamente las uniones entre personas del mismo sexo, ya fueran en forma de matrimonio o de unión civil. El referéndum, consultivo y no vinculante, no alcanzó, sin embargo, el quórum necesario para ser considerado válido.
Dispuesto a satisfacer a sus votantes más conservadores, el Gobierno de Bermudas no llevó a cabo ninguna de las recomendaciones establecidas en la sentencia de la Corte Suprema, por lo que dos personas del mismo sexo podían conseguir que su unión fuera llamada matrimonio, pero las diversas leyes y normativas que tuvieran que ver con el vínculo matrimonial seguían sin aplicárseles. Finalmente, como una forma de «cortocircuitar» a la Corte Suprema, la Asamblea de Bermudas aprobó un proyecto de ley que, en lugar del matrimonio igualitario, instituye la figura de las uniones civiles para las parejas del mismo sexo. La medida fue aprobada en diciembre por 24 votos a favor y 10 en contra. A principios de febrero, el gobernador John Rankin, en representación de la reina de Inglaterra, estampaba su firma en la ley, otorgándole plena validez.
Desde entonces, las parejas del mismo sexo no pueden contraer matrimonio, sino una unión civil que otorga derechos similares pero que es una institución diferenciada. Eso sí, para evitar problemas jurídicos la nueva figura legal no tiene efectos retroactivos, por lo que los matrimonios de parejas del mismo sexo que han tenido lugar desde la sentencia de la Corte Suprema hasta la entrada en vigor de la ley que eliminó esa posibilidad siguen vigentes. Se tiene constancia de diez enlaces en el territorio y cuatro más en barcos con bandera de Bermudas.