UNIVERSO TRUMP
John Bolton ya ha trabajado con tres presidentes; George W. Bush, George H.W. Bush y Ronald Reagan. El nuevo asesor de seguridad nacional aporta más heterodoxia a la Casa Blanca, sustituirá al general H. R. McMaster y se convertirá en el tercer asesor en el área de seguridad que desfila por la Casa Blanca desde la toma de posesión de los republicanos.
JONH BOLTON, MÁS MANO DURA EN LA POLÍTICA EXTERIOR DE TRUMP
Javier Ansorena
El nombre de John Bolton ha sonado para formar parte de la Administración Trump desde que el multimillonario neoyorquino ganó las elecciones de 2016. Bolton, un alto cargo histórico en gobiernos republicanos, sonó en aquel momento para secretario de Estado, una designación que acabó en Rex Tillerson, fulminado hace pocos días. Entonces se dijo que Bolton representaba la línea más dura del partido republicano y que sus posiciones contradecían mucho de lo que había defendido Trump en campaña.
Bolton acaba de ser nombrado asesor de seguridad nacional dentro de la espiral de despidos y dimisiones en la que está instalado el trumpismo. Su fichaje ha venido acompañado de las mismas dudas y consideraciones que cuando sonó para jefe de la diplomacia: representa más mano dura y contradicción en un Gobierno ya de por sí agitado.
Bolton sustituirá a H.R. McMaster, un general con prestigio académico y en el frente de batalla. McMaster tenía la encomienda de centrar la seguridad nacional, unificando el mensaje del presidente. Nunca tuvo sintonía con Trump y desde hace meses se rumoreaba su salida. Quizá su sentencia llegó el mes pasado, cuando aseguró que la interferencia de Rusia en las elecciones presidenciales era innegable. Bolton se convertirá en el tercer asesor en el área de seguridad que desfila por la Casa Blanca desde la toma de posesión de los republicanos.
Ahora habrá que ver cómo Bolton encaja en el Gobierno de Trump. Ambos comparten un discurso agresivo, formas alejadas de la ortodoxia y el énfasis en las ideas de «América primero» y «el ejército primero». Mientras que Trump ha promovido un discurso militarista, ha insinuado una intervención en Venezuela y ha prometido «fuego y furia» contra Corea del Norte, Bolton siempre ha mantenido una postura de atacar primero y preguntar después. En las últimas décadas, ha defendido iniciar una guerra contra Cuba, perpetrar el asesinato de Gadafi, atacar de forma preventiva a Corea del Norte y «bombardear Irán, para evitar su bomba nuclear».
Con el nombramiento de John Bolton como su asesor de Seguridad Nacional, el presidente Donald Trump sube a bordo de su administración a una de las figuras más controvertidas y radicales de la política norteamericana, con un pasado muy oscuro en relación con Cuba y América Latina.
Bolton fue subsecretario de Estado y luego Embajador ante la ONU del gobierno de George W. Bush. En ambos cargos se destacó por sus posturas ultraconservadoras y agresividad contra países soberanos.
Estuvo también entre los que aseguraron la existencia de armas de destrucción masivas en Iraq, lo cual condujo a Washington en el 2003 a una guerra que costó miles de millones de dólares y dejó una cifra de muertos que algunos calculan superior al millón, sobre todo población local.
El nuevo asesor tiene estrechos vínculos con la Heritage Foundation, un tanque pensante que se dedica a promover el avance de las ideas más irracionales del pensamiento político conservador norteamericano. Su elección ha saltado las alarmas entre personalidades políticas como el senador demócrata por Maryland, Chris Van Hollen.
«Trump nombró a Bolton –un hombre con historial guerrerista– para el puesto más importante de seguridad nacional en la Casa Blanca. Fue de los que abogó por la guerra del 2003 en Iraq, apoyó el bombardeo a Irán, atacar preventivamente a Corea del Norte e ir a la guerra con Cuba», señaló el senador. «Estados Unidos no quiere otra guerra».
Entre los pocos que se alegraron del nombramiento estuvo el senador por la Florida, Marco Rubio, quien alabó en la red social Twitter la postura radical de Bolton sobre América Latina.
El día que John Bolton soñó con armas biológicas
Los lazos de este personaje con la ultraderecha de origen cubano de la Florida son conocidos, así como su historial de provocaciones y agresiones contra la Mayor de las Antillas. La más conocida de sus locuras contra Cuba fue un discurso en el año 2002 en el que declaró a La Habana como parte del «Eje del mal», el grupo de países que podía ser «bombardeado en cualquier momento» por el gobierno de Bush.
El entonces Subsecretario de Estado para el Control de Armas y la Seguridad Internacional acusó al Gobierno cubano de poseer, al menos, un programa para el desarrollo de armas biológicas de destrucción masiva. En medio de la histeria posterior a los atentados del 11 de septiembre contra las Torres Gemelas, las palabras de Bolton en la sede de la Heritage Foundation eran poco menos que una declaración de guerra.
El éxito de la biotecnología cubana, que ya había logrado vacunas y tratamientos de punta a nivel de países del primer mundo, se utilizaba para justificar una posible agresión. Además, Bolton acusó a la Isla de compartir sus conocimientos con terceros países.
Mediante una declaración oficial, del Caudillo Fidel Castro, calificó de «embuste y engaño» las aseveraciones del Subsecretario.
«Si un científico cubano perteneciente a cualesquiera de nuestras instituciones biotecnológicas hubiera estado cooperando con cualquier país en el desarrollo de armas biológicas, o hubiese intentado crearlas por su propia iniciativa, sería sometido de inmediato a los tribunales de justicia como un acto de traición al país», aseguró Fidel entonces.
¿Dónde están las armas biológicas cubanas?
Cerca de 16 años después de la denuncia infundada de Bolton, sobre la que no se presentó prueba alguna, las únicas «armas biológicas» que existen en Cuba son las diseñadas para combatir enfermedades. Los propios estadounidenses están a punto de beneficiarse con medicamentos únicos creados en la Isla para tratar enfermedades como la úlcera del pie diabético y el cáncer de pulmón.
Varias instituciones norteamericanas y políticos de ese país han manifestado su interés por mantener intercambios con el sector científico y biotecnológico cubano, el cual está a la vanguardia entre las naciones en desarrollo. Según declaracióm del régimen Cuba cuenta con vacunas únicas contra diversos tipos de cáncer, así como tratamientos de avanzada en el campo de los anticuerpos monoclonales.
El nombramiento de Bolton ocurre en momentos en que las relaciones bilaterales entre Cuba y Estados Unidos muestran signos evidentes de retroceso, a pesar de que la inmensa mayoría del pueblo norteamericano es partidario de mejorar los nexos. Asimismo, llega en medio de una nueva compaña contra Cuba en la que se han utilizado pretextos y pruebas sin evidencias científicas para justificar medidas unilaterales que afectan cientos de miles de personas en uno y otro lado del Estrecho de la Florida y entorpecen el intercambio en temas de interés mutuo.
Intervencionismo militar
Su defensa de un intervencionismo militar de EE.UU. en todo el planeta es, en teoría, lo que le aleja de Trump. El caso más significativo es la invasión de Irak de 2003, que Bolton apoyó con fuerza. Contra la opinión mayoritaria en EE.UU. –también en amplios sectores del partido republicano–, Bolton todavía asegura que aquella guerra fue apropiada. Trump, sin embargo, la atacó sin descanso durante su campaña electoral: «Nunca debimos estar en Irak, desestabilizamos Oriente Medio», dijo durante las primarias. «Mintieron. Dijeron que había armas de destrucción masiva. No había nada», añadió.
Quizá era solo oportunismo político de Trump, que entonces peleaba con otro candidato republicano, Jeb Bush, hermano del ex presidente. Trump defendió entonces que EE.UU. no se debía dedicar a cambiar regímenes por medio mundo y centrarse en lo que ocurre dentro de sus fronteras, un discurso que caló entre la deteriorada clase media, la misma que ha perdido muchas vidas en los frentes. Bolton quizá no encaje bien en esa postura. Tampoco por su agresividad contra Rusia, que contrasta con la cautela que Trump ha mostrado hacia Moscú, con el telón de fondo de la interferencia rusa en las elecciones. Mientras que el presidente de EE.UU. no quiere ni oír hablar de ello, Bolton ha asegurado que Putin mintió a Trump cuando le dijo que no había existido esa interferencia.
La diplomacia de la fuerza
Si hubiera que elegir al más duro del ala dura de la política exterior de EE.UU., muchos apuntaría a John Bolton (Baltimore, 1948), el nuevo asesor de seguridad nacional de Trump. Bolton, que ha tenido cargos gubernamentales desde las presidencias de Reagan, ha destacado como un diplomático con fe ciega en el músculo militar. Licenciado en Derecho por Yale, ha defendido siempre la mano dura para defender los intereses de EE.UU.: defensor de la invasión de Irak, ha promovido atacar Corea del Norte, Irán, Irak y otros regímenes de Oriente Medio y reforzar sanciones. Dejó clara su escasa simpatía por la diplomacia convencional durante su etapa como embajador de EE.UU. en Naciones Unidas, una organización por la que no escondió su desprecio. Duró poco más de un año en el cargo, bajo la presidencia de George W. Bush. Ahora su nombramiento ha sido aplaudido por sectores del partido republicano –«es una mala noticia para los enemigos de América»–, dijo el senador Lindsay Graham– y denostado por la oposición, para quien Bolton es echar gasolina al fuego.
Con información del diario digital ABC & Granma
El niño 'TRUMPITO' jugando ser malo