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De: cubanet20 (Mensaje original) |
Enviado: 20/04/2018 13:20 |
Economía actual cubana, durmiendo el sueño eterno del desarrollo El PIB per cápita de los dos países fue similar hasta la década de los cincuenta. Así ha sido la evolución del país desde entonces. Sin voluntad para desmontarse de "caballos muertos" e impulsar una economía sostenible y autosuficiente, Cuba ha sido arrastrada a otro crecimiento marginal en el año que termina por la crisis en Venezuela, el huracán Irma, el enfriamiento con EE.UU. y otras contingencias.
Antes de Fidel Castro
Cuando Cuba era igual de rica que España
La economía actual cubana, durmiendo el sueño eterno del desarrollo
Javier G. Jorrín - Rolando Cartaya
España conoce bien cuáles son las consecuencias económicas de una guerra civil y del embargo internacional. Las décadas de los cuarenta y los cincuenta atestiguan las penurias que provocan estos dos factores. Muchos españoles huyeron entonces del país y una buena parte de ellos emigró a Cuba. Al contrario que España, la isla vivía en esos años un periodo de bonanza económica en la que el país se recuperaba de la crisis de los años 30 posterior al crac del 29 en Wall Street.
En esos años el PIB per cápita de los dos países estaba en niveles similares, pero mientras en España el crecimiento se había estancado desde el estallido de la Guerra Civil, Cuba vivía un momento de prosperidad económica. El Proyecto Maddison, un ambicioso estudio actualizado en 2013 que realiza estimaciones históricas comparables de la actividad de los distintos países muestra que el PIB per cápita de ambos países estaba en el entorno de los 2.000 dólares internacionales de 1990 (dólar Geary-Khamis) hacia mediados de los cincuenta.
Hacia finales de esa década la brecha entre los dos países empieza a crecer. 1959 es el año clave para ambos: España comienza la fase del aperturismo y reformas que daría como consecuencia el llamado milagro español, mientras en Cuba triunfa la Revolución con la entrada del Che Guevara en La Habana y de Fidel Castro en Santiago de Cuba en enero de ese año. Los datos del Proyecto Maddison muestran que la brecha del PIB per cápita de los dos países se dispara a partir de ese momento y ya no dejará de hacerlo hasta la actualidad. En 1963 el PIB per cápita de España era ya el doble que el de Cuba y en 2008 (último dato disponible para ambos países) era cinco veces superior
Revolución o muerte
La Revolución cubana empezó en 1956 con el desembarco del Movimiento 26 de Julio en el sur de la isla. A pesar del crecimiento de la economía en esos años, la situación del campesinado y las clases populares era muy precaria, lo que explica que el Movimiento encontrase respaldo en amplios segmentos de la población. Entre 1950 y 1958 el PIB creció un 3,9% anual de media, según los cálculos de la Cepal (Comisión Económica para América Latina y el Caribe), sin embargo, la riqueza se concentraba en unas pocas manos, generalmente extranjeras.
Según los cálculos del profesor Carmelo Mesa-Lago, el PIB per cápita apenas aumentó un 1,9% en este periodo, mientras que la alta concentración del ingreso nacional “mantuvo a una gran parte de la población en condiciones de pobreza”. En esa época, en torno al 16% de la población estaba desempleada y un 14% se encontraba subempleada, esto es, trabajaba menos horas de lo que querría. En total, un 30% de la población estaba en una situación muy precaria.
La riqueza que había se concentraba en torno al capital de EEUU. Según la Cepal, “a finales del decenio de 1950, las empresas estadounidenses controlaban el 95% del stock de inversión extranjera”. Además, la economía dependía casi exclusivamente de la producción de azúcar, que generaba el 25% del PIB, el 80% de las exportaciones de bienes y el 20-25% del empleo. “Esta dependencia de la producción azucarera generaba inestabilidad ante las fluctuaciones de precios en el mercado internacional así como por las variaciones en las cuotas de compra en el mercado estadounidense”, señala la Cepal.
En definitiva, antes de la Revolución, Cuba era un país con un nivel de producción similar a su entorno y que también sufría los problemas propios de la región latinoamericana. El PIB per cápita de Cuba antes de la victoria de Castro estaba en línea con el resto de Latinoamérica, pero 40 años después era la mitad. Tomando los cálculos del Proyecto Maddison, el PIB per cápita había aumentado un 56% hasta 2008, mientras que en el conjunto de Latinoamérica había crecido un 136% y el Caribe un 186%, casi cuatro veces más.
Al inicio de la década de los sesenta Castro empezó a expropiar tierras a sus dueños para repartirlas o entregarlas al pequeño campesinado, pero no consiguió avances en la productividad del campo. La economía de Cuba dependía de la exportación de Cuba, pero desde el primer momento, el régimen tuvo que enfrentarse al bloqueo de Estados Unidos, que culminó en 1961 con el intento de invasión de la Bahía de Cochinos. “Durante el período 1961-1963 se registró un desbordamiento de los desequilibrios macroeconómicos en un adverso contexto internacional, agravado por el establecimiento del bloqueo económico y la invasión de Playa Girón, factores que determinaron un estancamiento del PIB”, explica la Cepal.
Las exportaciones se deprimieron (-10,4% en tres años) y las importaciones se dispararon (+49,5%), lo que provocó que Cuba entrase en un déficit de cuenta corriente que será uno de los mayores problemas del castrismo a partir de entonces. La economía cubana decreció durante el resto de los sesenta. Solo la emigración hizo que el PIB per cápita no se contrajera, sino que se mantuvo estable en el entorno de los 2.000 dólares (medidos en dólares internacionales de 1990). A finales de la década, España producía tres veces más por cada habitante que Cuba.
La ayuda internacional
La economía cubana ha vivido dos periodos de expansión durante el mandato de Castro. El primero se produjo en la década de los setenta y el segundo en los dos mil, y ambos tuvieron una característica común: la ayuda internacional. Primero fue la Unión Soviética y después Venezuela quien contribuyó al crecimiento de la isla.
Cuba entra en la órbita de la URSS tras el intento de invasión de EEUU en 1961, aunque las relaciones comerciales tardarán en concretarse unos años. Castro decide impulsar el sector agrícola, en especial del azúcar, con el objetivo de vender el exceso de producción a Moscú, por lo que inicia un fuerte proceso de inversiones a partir de 1966. La URSS acordó comprar el azúcar a un precio que era más del doble del que había en el mercado, lo que supuso un gran estímulo para la isla. El programa de inversiones apenas tuvo efecto sobre la producción, pero no importó ya que las divisas fluyeron desde Moscú hasta La Habana prácticamente sin interrupción durante 30 años.
“La disposición del mercado socialista, los altos precios del azúcar, los envíos de petróleo soviético barato y las subvenciones y ayudas de la URSS a la economía de Cuba explican el fuerte crecimiento de la renta que se observa a partir de finales de la década de 1970”, explica Antonio Santamaría García en su estudio Las cuentas nacionales de Cuba. El país entró en el Consejo de Ayuda Mutua Económica (Comecon) en 1972
La enorme ayuda virtualmente gratuita de la URSS fue un factor positivo en el crecimiento, la producción y los servicios sociales que alcanzaron su cenit entre 1985 y 1989
“La enorme ayuda virtualmente gratuita de la URSS fue un factor positivo en el crecimiento, la producción y los servicios sociales que alcanzaron su cenit entre 1985 y 1989”, señala Mesa-Lago. Según sus cálculos, Moscú envió 65.000 millones de dólares entre 1960 y 1960, de los cuales solo el 39% eran préstamos y solo el 0,6% fueron pagados.
En la década de los setenta Cuba también permitió cierta incorporación del mercado en su sistema económico socialista. “Las condiciones económicas de principios de la década de 1970 se debieron también al inicio de un tímido proceso de reformas pragmáticas, similar al que se llevó en la URSS”, indica Santamaría García. La aplicación de estas liberalizadoras se extendió durante tres quinquenios e iban dirigidas a mejorar la productividad y la eficiencia e incluían decisiones como desregularizar los salarios y los precios de las empresas públicas. También se implantó el Mercado Libre Campesino que liberalizaba la formación de precios en el mercado.
Esta época de bonanza de la economía cubana llegó a su fin con el colapso de la Unión Soviética. Según las estimaciones de Mesa-Lago, el PIB del país se desplomó un 35% entre 1989, año de la caída del Muro de Berlín y 1993. En apenas cuatro años se perdieron uno de cada tres euros. Castro ordenó revertir todas las reformas liberalizadoras del mercado y decidió reinstalar un comunismo más ortodoxo con la llamada Rectificación de Errores de 1986. EEUU aprovechó la coyuntura para apretar todavía más a la isla con el bloqueo, lo que terminó por agravar la situación económica en la isla.
Según los cálculos de Mesa-Lago, en 2009 todavía no se había recuperado el nivel de los servicios sociales que Cuba alcanzó hacia finales de los ochenta. Y eso que en la primera década del nuevo siglo la isla encontró un nuevo aliado internacional en Hugo Chávez. Los petrodólares generados por el alto precio del crudo durante esos años produjeron una situación de bonanza en Venezuela que permitió al país ayudar a sus socios. La nueva colaboración internacional llegó en un momento de reformas en el país encaminadas a diversificar la economía, lo que permitió un crecimiento notable a partir del nuevo siglo.
Cuba recibió petróleo a precios preferenciales y desarrolló profundas relaciones comerciales con el país. Antes del ascenso de Chávez al poder, los intercambios entre los dos países no alcanzaban los 100 millones de dólares; sin embargo, en 2012 se había disparado hasta los 6.000 millones de dólares.
Todo fue bien hasta el desplome del precio del crudo a partir de 2013, que inició una grave crisis en Venezuela. La situación se agravó con la muerte de Chávez y Caracas se vio obligada a recortar las ayudas a sus socios. Sin el apoyo venezolano, Castro tuvo un gran incentivo a buscar cierta apertura hacia EEUU en busca de un socio económico.
Desarrollo social
El régimen castrista tuvo desde el inicio un marcado carácter social, con especial atención en la Educación, la Sanidad y el desarrollo de las regiones rurales. La Cepal destaca “el elevado contenido social de la política económica de este período” que “permitió enormes avances en los servicios básicos a la población, así como la formación de recursos laborales con calificación creciente y con posibilidades de empleos”. Cuba era en 2014 el país 67 del ránking de Desarrollo Humano elaborado por las Naciones Unidas, dentro del grupo de "países con alto desarrollo".
Mesa-Lago también reconoce que la evolución de los indicadores sociales durante el mandato de Castro fue “mayormente positiva”. “La Revolución expandió el sistema público nacional de educación gratuito, lo cual mitigó las brechas previas en acceso por zonas urbano-rurales y grupos de ingreso. En 1953 las tasas de alfabetización eran del 76,4%, mientras que en 2006 habían aumentado un 27% hasta el 97,9%. De esta forma, Cuba pasó de ser el segundo país de América Latina por alfabetización al segundo.
El profesor señala que “Cuba tiene probablemente la población más educada en la región, pero la cuantiosa inversión en recursos humanos se pierde en parte, debido a las bajas remuneraciones y la falta de incentivos, que fuerzan a los profesionales a emigrar o abandonar sus trabajos estatales en busca de otros que permitan sobrevivir”.
Castro también realizó una importante tarea de expansión de la Sanidad pública y gratuita y prohibió la medicina privada. El número de hospitales en la zona rural se elevó de uno a 62, el número de médicos se multiplicó por seis y el número de camas hospitalarias creció más de un 20%. La mejora del sistema redundó en un incremento de la esperanza de vida al nacer de un 22% hasta 2007, lo que permitió a Cuba pasar del cuarto al tercer puesto de la regió
La política social ha marcado siempre el mandato de Castro, sin embargo, conviene señalar que en la década de los cincuenta ya estaba entre los primeros países de la región. Además, las mejoras sociales estuvieron claramente influidas por la evolución económica del país, lo que redujo la mayor parte de los avances al periodo de ayudas de la Unión Soviética. En 1978, 20 años después de la victoria de la Revolución, Humberto Pérez, presidente de la Junta Central de Planificación, reconoció que “no hemos alcanzado el ritmo promedio de crecimiento que nos permita salir del subdesarrollo, ni hemos logrado superar la deformación estructural que heredamos del capitalismo”.
Como ocurre en cualquier país, para generar desarrollo social es imprescindible conseguir crecimiento económico. Cuba lo logró gracias a las ayudas de Moscú, lo que llevó a los indicadores de Educación y Sanidad a sus niveles más altos a finales de los ochenta. Desde entonces apenas han mejorado, debido principalmente al descenso de recursos durante los años noventa. En este periodo, la región Latinoamericana sí consiguió importantes mejoras sociales, espoleadas en gran medida por el fuerte incremento de los precios de las materias primas hasta 2013.
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Economía cubana, durmiendo el sueño eterno del desarrollo Sin voluntad para desmontarse de "caballos muertos" e impulsar una economía sostenible y autosuficiente, Cuba ha sido arrastrada a otro crecimiento marginal en el año que termina por la crisis en Venezuela, el huracán Irma, el enfriamiento con EE.UU. y otras contingencias.
El vicepresidente cubano Ricardo Cabrisas aseguró el 19 de diciembre ante la Asamblea Nacional, que la economía cubana creció un estimado del 1,6 % en el 2017, impulsada por el crecimiento en el turismo y la construcción, tras registrar el año pasado la primera recesión en 23 años.
El también ministro de Economía dijo que este desempeño se logró a pesar del recrudecimiento de la crisis en Venezuela, la situación de las divisas externas, la poca disponibilidad de combustible, el huracán Irma y el retroceso en las relaciones con Estados Unidos, entre otras razones.
Las causales mencionadas por el titular cubano subrayan la dependencia del accionar de la economía cubana de agentes externos o contingencias, y dejan fuera la principal retranca al crecimiento: las suspicacias y caprichos ideológicos que empantanan la necesaria inversión extranjera mientras mantienen un sector privado pequeño, hostigado y deliberadamente primitivo e insisten en mantener como forma principal de gestión la ineficiente y subsidiada empresa estatal.
Por otra parte, si la cifra de crecimiento reportada por Cabrisas es, contra la mayoría de los pronósticos, verídica, mantiene a Cuba durmiendo el sueño eterno del desarrollo. Economistas cubanos como Omar Everleny Pérez han advertido que para poner a la isla en la vía del desarrollo (definido como el aumento persistente del bienestar de una población) se necesitan tasas de crecimiento del 5 al 7 % anual que permitan duplicar el Producto Interno Bruto. De lo contrario continuará el círculo vicioso en el que, sin una inversión extranjera significativa, se destinarán a consumir los recursos necesarios para invertir, "dado que la ineficiencia impide producir muchos productos y hay que importarlos”.
“Con tasas del 2% como las actuales pasarán más de 20 años antes de poder duplicar el PIB”, señaló Pérez al diario español Público.
Banderas rojas Expertos como el economista cubano radicado en Colombia Pavel Vidal, la revista británica The Economist, la Comisión Económica para América Latina de la ONU (CEPAL) y la agencia de calificación de créditos Moody’s, han advertido de una u otra manera en los últimos meses sobre el sombrío panorama económico de la isla en el segundo semestre de 2017, y la posibilidad de que terminara de nuevo en recesión o con un crecimiento marginal.
En 2016 el producto interno bruto (PIB) de la isla decreció un 0,9 % y para este año las previsiones oficiales estimaban un crecimiento del 2 %.
Observando las señales de la caída el pasado año Vidal había previsto para este una contracción de hasta -2,9 % en el PIB de la isla. Pero en mayo ajustó su pronóstico negativo a entre -0,3 y -1,4 %, esperando que el efecto en Venezuela de una subida del petróleo permitiera rebotar ingresos claves cubanos.
En agosto, el profesor de la Universidad Javeriana consideró un paso de avance que el primer semestre concluyera con un 1,1% de crecimiento, espoleado principalmente por un aumento de 23 % en las llegadas de turistas, pero mantuvo su pronóstico de recesión (el mismo que incluyó en un informe para la revista Cuba Standard), advirtiendo que el escenario para el segundo semestre “seguía siendo complicado”, con claves en “la dinámica de la construcción, el turismo y la evolución de los vínculos con Venezuela”.
El efecto Trump En junio el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump proclamó en Miami que cancelaba “con carácter inmediato, el acuerdo totalmente unilateral con Cuba de la pasada administración” de Barack Obama.
En realidad la mayor parte de la apertura de Obama hacia Castro, ejecutada por el demócrata a través de seis minuciosas rondas de enmiendas a las Regulaciones de Control de Activos Cubanos, sobrevivió a la “cancelación inmediata” de Trump.
Solo se eliminaron de las 12 categorías de viajes a la isla autorizadas las visitas individuales; y se vetaron las transacciones con negocios en poder de la casta militar cubana, una lista de alrededor de 180 entidades prohibidas que representan el 21% de los ingresos brutos de la economía cubana (THCG). Los cambios tardarían hasta noviembre en entrar en vigencia.
Trump eximió de los tratos con los militares cubanos a las compañías de cruceros y las aerolíneas estadounidenses. Sin embargo, un factor irritante que fue oportunamente reportado a las autoridades cubanas y que continuó durante meses sin solución ─los sigilosos ataques que afectaron la salud de 24 diplomáticos estadounidenses de la Embajada en Cuba entre noviembre de 2016 y agosto de 2017─ llevó a su administración a adoptar algunas duras respuestas.
El retiro de más del 60 por ciento del personal de la sede diplomática y sus familiares, con las consecuentes limitaciones en las funciones consulares; y una advertencia emitida por el Departamento de Estado sobre los riesgos de viajar a la isla, afectaron la circulación de personas en ambos sentidos.
En la Feria Internacional de Comercio de La Habana este año solo había representadas 13 empresas de EEUU; los intercambios científicos y educacionales se han reducido; y salvo desde Miami, también ha bajado la demanda para viajar a Cuba, aparentemente por la percepción equivocada de que Trump revirtió las relaciones bilaterales al status quo anterior al 17 de diciembre de 2014.
Dos expertos en las relaciones económicas bilaterales, John S. Kavulich, presidente del Consejo Económico y Comercial Estados Unidos-Cuba , y Gustavo Arnavat, asesor sénior del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales consideraron en un análisis de las medidas de Trump que estas fueron posibles en parte debido al desaire cubano a las iniciativas de Obama.
“La administración de Obama podría haber permitido más cambios regulatorios, autorizando específicamente la banca corresponsal directa, e importaciones desde Cuba más allá de las de carbón y café”, explicó Kavulich. Por su parte, el gobierno cubano podría haber hecho más para permitir que las iniciativas de la administración Obama tomaran cuerpo, "lo que básicamente no hicieron".
Arnavat estuvo de acuerdo en que "los cubanos pudieron haber sido mucho más creativos, más rápidos y más generosos en la concertación de acuerdos con Estados Unidos". Sin embargo, señaló que Trump no revirtió todas las iniciativas de la administración Obama, y dijo que eso debería significar algún alivio para las compañías estadounidenses, que temían algo mucho peor.
En julio, durante la primera reunión semestral de la Asamblea Nacional, Raúl Castro anunció un nuevo golpe legal al acosado sector privado que procuró impulsar desde 2010 para soltar lastre en el sector estatal.
A principios de agosto entró en vigor una resolución por la cual, de las 201 actividades autorizadas entre 2010 y 2013, cinco desaparecían, y 27 quedaban congeladas “hasta tanto concluya el perfeccionamiento del trabajo por cuenta propia”.
Entre estas últimas se encontraban dos de las más populares, relacionadas con el alquiler de habitaciones y casas y la gestión de restaurantes y bares. Ambas daban acceso a los cubanos a las divisas de los turistas.
Arrastrados por Venezuela También en julio se conoció que los envíos de crudo y combustibles de Venezuela a Cuba cayeron casi un 13 por ciento en el primer semestre del año, según documentos de la petrolera estatal PDVSA a los que tuvo acceso la agencia de noticias Reuters.
En total, PDVSA envió a Cuba un promedio de 72.350 barriles por día (bpd) de crudo y productos refinados en la primera mitad del 2017, comparados con un pico de 115.000 bpd en 2008. El grueso de la reducción en los envíos se concentró en el petróleo destinado a las refinerías cubanas, que declinó en un 21 por ciento a 42.310 bpd.
Por otra parte el comercio bilateral con Venezuela, el primer socio comercial de Cuba empezó el 2017 con tendencia a la baja: cayó de $8.500 millones en 2012 a unos $2,200 millones en 2016; Cuba tuvo que gastar el año pasado unos $100 millones para comprar petróleo en el mercado mundial; y los ingresos por servicios profesionales cubanos prestados a Caracas, la primera entrada de divisas de la isla, han ido en declive desde 2013 (Vidal ha explicado que los pagos por estos servicios están vinculados a las entregas de petróleo).En el intercambio de bienes con Cuba, China desplazó del primer lugar a Venezuela en 2016.
Borrón... y nuevos impagos Paralelamente, después de exitosas renegociaciones de su deuda externa que le abrieron las puertas a créditos frescos, Cuba ha vuelto a acumular impagos, los que según fuentes occidentales consultadas por Reuters en La Habana oscilarían entre $ 800 millones y más de $ 1.000 millones.
En noviembre la secretaria de Estado de Comercio de España, María Luisa Poncela, visitó Cuba, y confesó a la agencia EFE que una de las razones de su visita a la isla era la situación de los impagos a empresas españolas. Según datos de la Compañía Española de Seguros de Crédito a la Exportación (CESCE), el volumen de dichos adeudos alcanzaba los 40 millones de euros (USD 46,6 millones), lo que ha obligado a mantener cerrada dicha línea crediticia hasta que se regularice la situación.
La atribulada constructora brasileña Odebrecht también decidió suspender sus operaciones en la industria azucarera cubana como resultado de impagos incurridos por el monopolio estatal AZCUBA durante casi dos años.
Incluso las exportaciones de China, país que se ha apresurado con Rusia a cubrir la brecha dejada por el enfriamiento con Estados Unidos, se derrumbaron este año, en una nueva señal del empeoramiento de la situación financiera de la isla, que comenzó en 2015 con la crisis económica en Venezuela.
Los envíos desde el país asiático a Cuba cayeron un 29,8 por ciento desde enero a octubre comparadas con igual período de 2016, a unos 1.000 millones de dólares. Las exportaciones chinas alcanzaron un récord de $1.900 millones en 2015, casi un 60 por ciento por encima del promedio anual de la década anterior. El año pasado se redujeron a $1.800 millones .
La oficina comercial de China en La Habana dijo que la caída en 2017 se debía a los problemas de pago de Cuba.
Irma: Llover sobre mojado En septiembre, mientras la economía de la isla se resentía de falta de liquidez, caídas en las exportaciones y cortes en la ayuda venezolana, llegó el huracán Irma, la tormenta más poderosa que ha azotado a la isla caribeña en más de 80 años, y devastó infraestructuras, colapsó la red eléctrica y dañó cultivos e importantes instalaciones turísticas en la mitad norte del país.
Irma afectó seriamente las metas del turismo, el único sector de la economía cubana que tuvo un crecimiento significativo en el primer semestre de 2017. El 25 de julio, 75 días antes que en 2016, Cuba llegó a los 3 millones de visitantes foráneos, y parecía entonces que sobrecumpliría la meta de llegar a fin de año con 4,7 millones.
Pero el huracán ocasionó serios daños en los instalaciones turísticas de las cayerías del norte de Villa Clara y Ciego de Avila, y redujo en 50 % las llegadas de turistas en septiembre. En octubre el diario británico Daily Telegraph reportó que agencias de viajes online, cadenas hoteleras y los hostales de Airbnb estaban ofreciendo “descuentos masivos” para vacaciones en Cuba en la temporada alta que se iniciaba en noviembre.
A fines del undécimo mes se anunció que se había llegado a 4 millones 200.000 turistas, de una meta de 4 millones 700.000.
Como ha informado en Cubanet el periodista independiente Ernesto Pérez Chang, el nuevo enfriamiento en las relaciones con Estados Unidos también ha frustrado los planes en marcha para hacer frente a un turismo americano de mayor exigencia y que, por ende, generaría mayores ganancias.
El retroceso, señala el autor, representa para la isla la paralización o, en algunos casos, la reformulación de más de un centenar de proyectos de desarrollo turístico, incluidos un complejo de marinas a lo largo de la isla, vinculadas a negocios inmobiliarios y campos de golf.
CEPAL recorta pronóstico En octubre la CEPAL redujo el pronóstico de crecimiento cubano 2017 de 1 % (agosto) a 0,5 %, lo cual, según el académico oficialista Pedro Monreal significaría en la práctica a fin de año que, “aunque la economía dejaría de estar técnicamente en una recesión, se encontraría en una situación de estancamiento”.
[El organismo ratificó en el último mes del año la predicción en su Balance Preliminar de las Economías de América Latina: "Después de una contracción de la economía cubana del 0,9% en 2016, la CEPAL proyecta una ligera recuperación del 0,5% en 2017. Este desempeño refleja el balance entre el comportamiento positivo del flujo de turistas hacia el país y el impulso fiscal, contrarrestado parcialmente por el endurecimiento del bloqueo (sic) estadounidense, la difícil situación económica por la que atraviesa la República Bolivariana de Venezuela (uno de los principales socios comerciales de Cuba) y los efectos climatológicos extremos sobre la actividad agropecuaria"]
Castro despistado Faltando tres meses para terminar el año la revista britanica The Economist evaluó la comprometida situación económica cubana.
Mencionando la arremetida de Castro contra los cuentapropistas la publicación señaló que Castro alegó irregularidades e ilegalidades, “sin embargo no admitió que las descabelladas restricciones gubernamentales las hacen inevitables. El gobierno ‘combate la riqueza, no la pobreza’, lamenta un empresario”.
Apuntó el semanario que la contención al capitalismo llegaba en mal momento: “en vísperas de una transición interna de poder y de restricciones de Trump a los viajes a Cuba; en medio de tensiones con EE.UU. por misteriosos ataques contra sus diplomáticos en la isla; en la estela de Irma que colapsó brevemente el sistema energético y cuyas labores de reconstrucción serán dificultadas por un déficit presupuestario que se espera alcance el 12 % del PIB”.
Todo esto, decía la revista, mientras Venezuela, que subsidia la economía de la isla, estaba en peor situación que Cuba.
El huracán y una reducción de las importaciones cifrada para este año en $1.500 millones por el ministro Cabrisas, “condenan el crecimiento del PIB a otro mal año después de la contracción del 0,9 % en 2016”, anticipaba The Economist, y afirmaba que el gobierno no sabía qué hacer.
Créditos: el enfermo está "estable" En noviembre, complicando los problemas de Cuba para obtener créditos e inversión extranjera la agencia de calificación Moody's cambió la nota crediticia de Cuba de "positiva", a "estable". La calificación cubana Caa2 indica que se trata de un país con una situación económica difícil y que representa riesgos crediticios muy elevados. Aun así, se había mantenido como “positiva” desde 2015
Moody’s justificó la degradación alegando una disminución de las perspectivas de crecimiento en la medida en que se desacelera el acercamiento con Estados Unidos; acceso limitado a financiamiento externo; alta dependencia de las importaciones de bienes; falta de transparencia en losdatos; las reducidas perspectivas de nuevas reformas económicas y los riesgos de la prevista transición política en 2018.
Caballo muerto en la carretera Si como afirmaba The Economist los dirigentes cubanos han llegado al punto de no saber qué hacer para estimular la economía, consejos no les han faltado, tanto de fuera como de dentro.
Monreal, investigador titular del Centro de Estudios de la Economía Cubana en la Universidad de La Habana. y nada sospechoso de ser agente de la CIA, cita en un reciente artículo publicado por el sitio Cuba Posible datos oficiales que revelan que el funcionamiento de seis de cada 10 empresas estatales auditadas por la Contraloría General fue calificado de “deficiente y malo”, y señala que “la estructura empresarial estatal cubana desde hace rato rueda cuesta abajo y parece ser inmune a cuanto plan de resucitación le han puesto”.
El académico invoca entonces un refrán de los indios dakotas: “Cuando descubres que estás montando un caballo muerto, la mejor estrategia es desmontarse”. Lamenta sin embargo que “personas e instituciones no reconozcan ese ejemplo de sabiduría popular y se empeñen “en utilizar estrategias más ‘avanzadas’, tales como:
– El uso de un látigo más grande para hacer mover al caballo muerto.
– El nombramiento de una comisión para estudiar al caballo.
– Organizar visitas a otros países para ver si en otras culturas montan caballos muertos.
– Bajar los requisitos, de modo que los caballos muertos puedan ser incluidos como vivos.
– Contratar asesores externos que ayuden a montar un caballo muerto.
– Aprovechamiento de varios caballos muertos juntos para aumentar la velocidad.
– Proveer fondos adicionales para aumentar el rendimiento del caballo muerto.
– Y por último, pero ciertamente no menos importante: promocionar al caballo muerto a una posición de liderazgo”.
Si no aparece un huracán en invierno, en abril de 2018 Miguel Díaz-Canel podría sustituir a Raúl Castro en la dirección del país. El tiempo dirá si aplica el proverbio de los dakotas, o se convierte él mismo en más carroña para las auras tiñosas que limpian la memoria histórica.
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