Entre la fiesta, banderas multicolor y la protesta, Nueva York celebró hoy su multitudinario desfile del Orgullo LGBTQ, con nuevos invitados como la Liga Nacional de Fútbol de EEUU, y la Policía canadiense, pasando de ser un evento de protesta combativa en sus inicios a un espectáculo bien diverso. El tema de la marcha de este año fue "Desafiantemente diferente". Participaron en el desfile ochenta carrozas.
Centenares de miles de neoyorquinos, vestidos con los colores del arcoiris que les representa, que mostraron además en prendas, banderas, en su cabello o rostro, acudieron a la edición 49 de este esperado evento, que celebra la diversidad y la unidad, y que se realizó bajo el lema “desafiantemente diferente”, un mensaje que emana del trato que el gobierno de Donald Trump otorga a la comunidad LGBT, según los organizadores de la marcha.
Y para el extravagante concejal demócrata neoyorquino Corey Johnson, de 36 años, abiertamente homosexual, y el primer líder del legislativo municipal con HIV, el lema refleja la diversidad de Nueva York, la ciudad con la mayor comunidad LGBTQ del país, “donde más del 40% de los habitantes son extranjeros y se hablan más de 200 idiomas en Queens”.
“Como dice Lady Gaga, ‘Bebé, así nací'”, dijo Johnson al canal ABC, antes de retomar la marcha bailando y saltando con una bandera de arco iris en mano.
Así como Johnson, otros políticos en este feudo demócrata que es Nueva York participaron en la marcha, incluidos el alcalde Bill de Blasio, el representante Chuck Schumer y gobernador Andrew Cuomo, que inauguró hoy, previo al desfile, un monumento en recuerdo de las víctimas del tiroteo en un bar gay(club Pulse) de Orlando en 2016. Cuomo, desfiló tras una gran pancarta que se leía “Nueva York estado del amor”..
Igualmente acudió su rival en las primarias demócratas del próximo septiembre, la actriz Cynthia Nixon, que recogía apoyos entre los suyos con miras a convertirse en la primera gobernadora bisexual.
La leyenda del tenis Billie Jean King fue una de las gran mariscales del desfile, junto con la activista transgénero Tyler Ford y la organización de derechos civiles Lambda Legal.
Este año, en que los organizadores esperaban convocar unas tres millones de personas, se estrenó una nueva ruta, algo más corta, con miras a reducir las aglomeraciones con la vista puesta en el próximo año, cuando la Gran Manzana se convertirá en la capital mundial del Orgullo.
Nueva York será la primera ciudad estadounidense en acoger el World Pride, que coincidirá con el 50 aniversario de los disturbios de Stonewall, cuyas protestas contra la violencia policial encendieron la mecha del “Gay Power” en 1969, y dieron pie a este colorido evento.
Desde entonces, la marcha ha cambiado mucho: por segundo año consecutivo se retransmite por televisión y asiste un público de lo más variopinto: desde la Liga Nacional de Fútbol y la de Baloncesto, pasando por policías locales, activistas históricos, miembros de la comunidad y multitud de empresas.
Esta diversidad se palpó en las carrozas, donde se combinaba la pluma y el “I will survive” de Gloria Gaynor con las pancartas contra la política migratoria del presidente Donald Trump, que ha sacudido la opinión pública del país estos últimos días.
Yocasta Schneider, estadounidense de origen ecuatoriano, explicó a Efe que acude al Orgullo desde hace 15 años, aunque ahora lo hace con más razón, ya que acompaña a su hijo Elijah, un adolescente gay al que le gusta ir al desfile “para reivindicar, pero fundamentalmente para pasarlo bien”.
Al mismo tiempo, muchos activistas creen que la presencia de la Policía y las grandes corporaciones es desmedida y critican que bancos y marcas de lujo sean los patrocinadores de un evento que en su día fue altamente combativo.
Bajo esta premisa, el año pasado se creó “Reclaim NYC Pride”, que busca “recuperar” el espíritu radical de la marcha, y del que forman parte organizaciones como ACT UP, de lucha contra el sida, Rise and Resist, un movimiento anti-Trump, o Gays Against Guns, que aboga por la regulación armamentística.
“El Orgullo de Nueva York es un evento con un gran significado simbólico y cultural del que se han apropiado los intereses comerciales y que ha sido víctima de una excesiva presencia policial”, detalló a Efe una de sus portavoces, Natalie James.
“No hay que olvidar que la marcha conmemora una revuelta contra la brutalidad policial. Que a la policía se le dé un lugar de honor en la marcha es perverso y poco ético teniendo en cuenta lo que representó Stonewall”, criticó James.
Mientras tanto, los policías locales gays, organizados a través de la Gay Officers Action League (GOAL), tienen pensado seguir desfilando en uniforme y este año incluso invitaron a agentes canadienses, a los que se les prohibió desfilar en Toronto.
La purpurina y el maquillaje arcoiris contrastaba con los globos negros que portaban un puñado de activistas contra el SIDA, que se tumbaron en el suelo mientras portaban lápidas.
En ellas se leían mensajes como “No se pudo pagar la PrEP”, en referencia a la nueva pastilla que ayuda a prevenir el VIH, cuya patente está registrada por una importante farmacéutica y que los activistas exigen que sea “universal”.