El gobernante cubano ha salido en una gira internacional de Trick or Treat a ver qué puede obtener de la benevolencia de países “hermanos”. Una vez finalizada la visita, Díaz-Canel partió a Bielorrusia, desde donde viajará a Rusia y Azerbaiyán. En este último asistirá a la Cumbre de los No Alineados para codearse con la claque de regímenes totalitarios que ofrecerá el bocado de siempre: discursos de odio contra Estados Unidos y mucha demagogia para engañar a poblaciones cada vez más desposeídas y embrutecidas.
El Halloween de Díaz-Canel
A pocos días de haber sido confirmado en su puesto mediante una fanfarria electoral como pocas se han visto, el gobernante cubano Miguel Díaz-Canel ha salido en una gira internacional de Trick or Treat a ver qué puede obtener de la benevolencia de países “hermanos”. Su operación Halloween inició en casa, con la visita del Primer Ministro ruso, Dmitri Medvédev, quien le dejó caer en el morral algunas golosinas con sabor a transporte ferroviario, turismo y energía.
Pero eso no es suficiente para llenar, ni siquiera en un tercio, una bolsa profunda y cruzada de parches. Así que el mandatario realizó una visita oficial a México para encontrarse con su homólogo Andrés Manuel López Obrador, con quien espera avanzar el trueque de combustible por servicios médicos. La verdad es que arribó en un momento complicado para AMLO, quien se ha echado encima el repudio popular tras la controvertida decisión de liberar al narco líder Ovidio Guzmán (hijo de Joaquín “El Chapo” Guzmán) para evitar un repunte de la violencia aparejada al cártel de Sinaloa.
Para los mexicanos que consideraban a López Obrador un presidente demasiado flojo, esta pudiera ser la gota que colme el vaso. Problemas tiene de sobra como para echarse encima un mal negocio con Cuba. Para no desdecir la “hermandad” que supuestamente se profesan ambas naciones, López Obrador ha decidido primero lanzar una convocatoria a los profesionales mexicanos de la salud para cubrir plazas en zonas remotas, donde se reporta un déficit de 200 mil médicos, según reveló el gobierno de la nación azteca.
De esta forma, no solo da preferencia al personal de su país, evitando las críticas de quienes no perderían oportunidad de reprocharle el haber concedido a salubristas cubanos los empleos que por derecho pertenecen a los mexicanos; sino que deja la puerta abierta al negocio que le propone Díaz-Canel. El gobernante cubano, en todo caso, tendrá que esperar a que los de casa elijan primero, como debe ser. Lo que quede será para los médicos de alquiler, que no dudarán en plantar un consultorio en el cráter de un volcán, con tal de salir de este infierno donde no valen todos los dólares del mundo porque no hay en qué gastarlos.
Sin una respuesta concluyente por parte de López Obrador, quien además tiene a la administración Trump muy pendiente por si decide ponerse dadivoso con el régimen castrista, Díaz-Canel continuó, saco al hombro, su periplo hacia la próspera República de Irlanda.
El motivo de esta visita no ha sido explicado por la prensa cubana, pero es poco probable que Cuba pueda obtener lo que necesita de un país que muestra altos indicadores de desarrollo basados fundamentalmente en la industria farmacéutica, el turismo y la agricultura. Lo que sí pudiera sacar de esta experiencia la comitiva cubana, es una lección sobre cómo impulsar una nación pequeña liberando sus capacidades; aunque es casi una quimera que Díaz-Canel y compañía se dejen seducir por la saludable democracia de un país que ocupa primeros lugares en materia de libertad económica, política y de prensa, compartiendo con Canadá el puesto número seis en el Índice de Democracia a nivel global, según la encuesta publicada por The Economist, correspondiente al año 2018.
Si se toma en cuenta que las relaciones bilaterales entre Cuba e Irlanda datan de 1999 y jamás, en todo ese tiempo, se ha comercializado en las tiendas cubanas un solo producto Made in Ireland, ni el país europeo figura como un socio fuerte de la dictadura, es razonable concluir que Díaz-Canel fue a Dublín a pasear con su esposa e hijastro, quienes no se pierden una a costa del sudor de Liborio.
Gran cosa no puede esperarse de este intercambio diplomático que más bien parece un innecesario gasto del presupuesto del Estado. Para el gobernante cubano y su comparsa debe haber sido vivificador el entrar en contacto con temperaturas más clementes, paisajes de una belleza abrumadora y lugares históricos distantes de la ruina y la peste a mierda que se han instalado en La Habana con carácter permanente.
Una vez finalizada la visita, Díaz-Canel partió a Bielorrusia, desde donde viajará a Rusia y Azerbaiyán. En este último asistirá a la Cumbre de los No Alineados para codearse con la claque de regímenes totalitarios que ofrecerá el bocado de siempre: discursos de odio contra Estados Unidos y mucha demagogia para engañar a poblaciones cada vez más desposeídas y embrutecidas.
Pero apenas pise el aeropuerto de La Habana con su morral medio vacío, Díaz-Canel recibirá el treat de desprecio y frustración que le han reservado millones de cubanos; esos que cada día ven más exiguo su sustento, sin acceso a los codiciados dólares y atrapados en este caluroso, malcomido e insalubre país que, de seguir como va, pronto estará al nivel del África subsahariana.
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