Si algo caracteriza a los regímenes totalitarios y autoritarios es el gran peso específico que poseen en ellos las personas presas por motivos políticos, y el de los hermanos Castro no es la excepción.
En los últimos días la opinión pública ha recibido información sobre sucesos vinculados a encarcelamientos por causas que no son de carácter común. En esas informaciones resaltan los nombres de José Daniel Ferrer García, Roberto de Jesús Quiñones Haces y Armando Sosa Fortuny.
El caso del fundador y líder de la Unión Patriótica de Cuba (UNPACU) y miembro del emblemático Grupo de los 75, José Daniel Ferrer, destaca por sus características insólitas. Como regla, las autoridades castristas tratan de cumplir con las normas del procedimiento penal y las prácticas penitenciarias que ellas mismas han establecido.
No es que eso signifique mucho, pues ya sabemos que los regímenes comunistas (entre ellos el de los hermanos Castro, que se ufana de serlo) se caracterizan por reducir a un mínimo las garantías procesales y por establecer reglas carcelarias que responden a los intereses del órgano que las dicta (en Cuba, ¡el mismo Ministerio del Interior que regentea los cientos de prisiones cubanas!) las cuales, para colmo, ni siquiera han sido publicadas.
Entre las normas que han sido violadas en el caso de José Daniel está que sus seres queridos no han podido verlo desde el 4 de octubre (hace casi cuatro semanas). Tampoco se ha notificado a sus familiares la imposición de alguna medida cautelar (lo que, en principio, les permitiría nombrar a un abogado que se persone en el caso).
¿Qué sucede con este destacadísimo luchador, líder indiscutible de la oposición en la antigua provincia de Oriente? ¿Será que las autoridades le han revocado la licencia extrapenal concedida y lo han enviado de nuevo a cumplir la injusta y larguísima sanción de cárcel a él impuesta? Pero, ¿entonces por qué no lo anuncian abiertamente? ¿Por qué se encuentran en la misma situación los activistas detenidos junto con él, quienes no están sujetos a ninguna sanción firme?
Por todo ello es justo y necesario que todas las personas de buena voluntad exijan una fe de vida de Ferrer García y sus compañeros de infortunio. También resulta procedente que las autoridades cubanas den respuesta al reclamo formulado por el Comité de la ONU contra la Desaparición Forzada, en el sentido de que se aclare “la suerte” corrida por el emblemático preso de conciencia.
En el caso de Roberto de Jesús Quiñones Haces, se conocen las circunstancias escandalosas en que fue arrestado inicialmente y sancionado después. En el juicio que se le celebró sólo se escucharon las versiones del propio acusado y de los corchetes que llevaron a cabo su detención y le propinaron una salvaje golpiza.
Aunque el acto policial se llevó a cabo en pleno día y en presencia de numerosas personas presentes en el portal del Tribunal Municipal de Guantánamo, las cortes castristas que juzgaron su caso no accedieron a la petición del acusado de contar con el testimonio de esos espectadores del supuesto delito de “resistencia y desobediencia” por el cual se sancionó al abogado agramontista y también articulista de CubaNet.
Pero a esas ilegalidades que se conocen desde el inicio del caso, ahora se suman las condiciones irregulares en que se encuentra encarcelado Roberto de Jesús. El delito presuntamente cometido por él, pese a haber sido castigado con sólo un año, es calificado como “severo”. ¡Una completa desfachatez!
Esa arbitraria clasificación ha propiciado que las autoridades lo mantengan junto con presos comunes de la peor especie, entre ellos varios asesinos que purgan larguísimas condenas. El hacinamiento que sufre es total: En su piso hay nada menos que 196 reclusos. La alimentación es malísima. El lugar se mantiene en una permanente penumbra y carece de ventilación. No le permiten llamar por teléfono. Le han orquestado varios consejos disciplinarios por haber denunciado las pésimas condiciones.
En resumen: Nada digno de ser señalado como algo positivo. Pero al menos no existe en su caso la incertidumbre total que ensombrece la situación de José Daniel Ferrer.
He dejado para el final el caso de otro valiente compatriota: Armando Sosa Fortuny. A diferencia de José Daniel y Roberto de Jesús, Armando no califica como preso de conciencia. Pero lo que no admite dudas es su condición de preso político, derivada del enfrentamiento vertical que por la vía armada mantuvo contra la dictadura castrista.
Tuvo Sosa Fortuny el triste privilegio de ser el compatriota que por más tiempo ha permanecido en las terribles ergástulas del castrismo: ¡Nada menos que 44 años!
En su caso, fue la muerte la que lo libró de continuar sufriendo los abusos y los malos tratos que prevalecen en esas sucursales del infierno. El pasado lunes se supo que el gallardo luchador falleció en el Hospital Provincial “Amalia Simoni”, de la ciudad de Camagüey. La negativa del régimen castrista a excarcelarlo pese a sus 78 años de edad y su mal estado de salud, constituyó el sacrificio final de este esforzado cubano en su lucha contra el comunismo.
He abordado situaciones relacionadas con tres presos políticos. Ellas presentan determinadas diferencias entre sí. Pero todas versan sobre las duras condiciones sufridas por cubanos valerosos que son los que más padecen la protervia del funesto régimen castrista, pero que, pese a ello, no bajan la cabeza ante éste.
René Gómez Manzano, (La Habana, 1943). Graduado en Derecho (Moscú y La Habana). Abogado de bufetes colectivos y del Tribunal Supremo. Presidente de la Corriente Agramontista. Coordinador de Concilio Cubano. Miembro del Grupo de los Cuatro. Preso de conciencia (1997-2000 y 2005-2007). Dirigente de la Asamblea para Promover la Sociedad Civil.