Donald Trump ha estado promoviendo pandemias desde el momento en que se bajó de la dorada escalera mecánica en 2015 e inició su campaña:
Una pandemia de xenofobia centrada en inmigrantes de piel oscura de México, Centroamérica y África (los países de mierda), así como musulmanes de cualquier lugar.
Una pandemia de racismo antinegro, que se manifestó en formas que iban desde la supresión del voto negro hasta el fomento de grupos extremistas racistas e instando a la policía a ser más violenta.
Una pandemia de desigualdad encabezada por recortes colosales de impuestos para los ultrarricos y recortes de fondos a programas que benefician a los pobres y la clase media, como cupones de alimentos y Medicaid.
Ahora que finalmente terminó, podemos comenzar a identificar las características más destacadas de la fatal presidencia de Donald Trump. Donald Trump fue un presidente minoritario de principio a fin.
Perdió el voto popular en ambas elecciones, por millones en 2016, y por más millones en 2020.
Nunca logró en las encuestas al electorado una aprobación mayoritaria de su desempeño. Su tasa máxima fue del 49 por ciento.
La base de apoyo de Trump fue limitada: en 2020 Trump ganó solo entre un sector demográfico, la población blanca cada vez más pequeña.
Perdió entre los sectores de más rápido crecimiento, incluidos negros, latinos y asiáticos.
En 2016, ganó el voto de la tercera edad, pero perdió este creciente sector de electores en 2020.
Entre los blancos, su apoyo fue más débil entre los electores jóvenes, el futuro electorado.
La presidencia de Trump se basó en anacronismos e instituciones antidemocráticas.
Su mensaje se enfocó en retomar el pasado cuando Estados Unidos supuestamente era grandioso, grandioso principalmente solo para los blancos.
Su victoria de 2016 se aseguró solo por medio de los caprichos del Colegio Electoral, una característica anacrónica y antidemocrática del sistema político estadounidense.
Entre sus partidarios más firmes se encontraban los opositores al control de las armas de fuego, incluidos los entusiastas partidarios de la Segunda Enmienda, otro anacronismo exclusivo de Estados Unidos y la principal causa del liderazgo del país en muertes por armas de fuego.
La retórica de Trump atrajo a la clase trabajadora por medio de un mensaje populista que prometía la recuperación del empleo en fábricas y minas con políticas proteccionistas.
Sus políticas actuales favorecieron a los sectores más ricos de la población por medio de masivos recortes fiscales, subsidios corporativos y otras medidas favorables a los negocios.
Las políticas proteccionistas de Trump no lograron la reindustrialización prometida y provocaron acciones de represalia que perjudicaron a un número significativo de trabajadores.
La ideología y las políticas de Trump están implicadas en múltiples desastres que afectaron a la nación durante su mandato.
El negacionismo del cambio climático puede estar relacionado con un fuerte aumento de los incendios forestales que devastaron varios estados del Oeste.
Su presidencia también fue testigo de huracanes e inundaciones inusualmente frecuentes y extremadamente destructivas que están asociadas con el calentamiento de los océanos, provocado por el cambio climático.
Trump alentó la violencia de derecha y racista, que aumentó notablemente durante sus cuatro años.
Extremistas pro Trump realizaron una manifestación de Unite the Right (Unir la Derecha) en Charlottesville, Virginia, que resultó en una muerte y muchos heridos. Trump dijo que había buena gente en ambos lados, pero solo un lado cometió un asesinato y desfiló con símbolos nazis.
Los ataques mortales de terroristas de derecha inspirados por Trump mataron a decenas de personas, incluidos judíos en una sinagoga de Pittsburgh, latinos en un estacionamiento de Walmart en El Paso, Texas, así como grupos más pequeños de asesinatos en diferentes partes de la nación. Estos fueron resultados indirectos de su retórica xenófoba.
Los ataques de Trump contra líderes federales, locales y estatales que se desviaron de su laissez-the-virus-faire (dejar tranquilo al virus) alentaron serias amenazas contra estos funcionarios.
Se tramó un complot infructuoso para asesinar a la gobernadora de Michigan luego de una larga campaña de ataques verbales de Trump contra la gobernadora.
El destacado epidemiólogo doctor Anthony Fauci fue uno de los muchos que recibieron amenazas de muerte después de que Trump desató su ira contra ellos. El espectáculo de que uno de los principales científicos del país, galardonado con la Medalla Presidencial de Honor por el presidente George H.W. Bush, tuviera que andar con un destacamento de seguridad armado es una parodia concebible solo bajo Trump.
La estrategia de Trump tuvo éxito al unir tras él a la mayoría de los personas blancas y derechistas.
Pero sus tácticas provocaron un bumerán aún más fuerte entre los blancos antirracistas, negros, latinos, asiáticos y estadounidenses nativos que viraron las elecciones a favor de su oponente, Joe Biden. Los latinos salieron en masa en Arizona y los negros en Atlanta, Detroit y Filadelfia, entre otras ciudades, sellando el destino de Trump.
El racismo y la xenofobia de Trump afectaron adversamente el prestigio global de Estados Unidos y alentaron a líderes racistas y fanáticos en el extranjero.
La política exterior de Trump debilitó alianzas de larga data y acuerdos de defensa establecidos por y en interés de Estados Unidos a raíz de la Segunda Guerra Mundial.
Bajo la presidencia de Trump, Estados Unidos se convirtió en un caso atípico entre los países democráticos mientras Trump se retiraba de un acuerdo clave tras otro. La expectativa en la confiabilidad de Estados Unidos se hundió a un mínimo histórico.
Su inclinación hacia Rusia le permitió a ese país emprender acciones agresivas sin precedentes, incluidos ataques armados y apropiaciones de tierras contra Ucrania, asesinatos de disidentes en Rusia y en el extranjero, y esfuerzos para subvertir las elecciones estadounidenses.
El presidente, una y otra vez, confió en la palabra de adversarios de Estados Unidos y tiranos sobre las evaluaciones de todo el aparato de inteligencia estadounidense.
El peor desastre que le sucedió a Estados Unidos, con un saldo mayor que todas las tormentas e incendios forestales combinados, llegó con el Coronavirus. Su negativa a organizar una respuesta nacional unida y coordinada aseguró que este país sufriera el mayor número de muertes y las peores pérdidas económicas de cualquier nación del mundo. Sus mentiras y minimización deliberada de la pandemia costaron muchas vidas.
La cifra oficial de muertes por la COVID fue de más de 260 000 a fines de noviembre de 2020; una estimación más realista basada en el “exceso de mortalidad” sitúa la cifra en más de 300 000.
Los mejores pronósticos son que entre 440 000 y 660 000 mil morirán para el 1 de marzo de 2021.
Cuando los estadounidenses acudieron a las urnas el 3 de noviembre, la COVID se estaba disparando en prácticamente todos los estados sin un final a la vista.
Todo esto plantea la pregunta: ¿cómo es que este catastrófico historial arrojó tantos millones de votos para Donald Trump, alrededor del 47 por ciento del total?
Un análisis completo requiere más espacio del que tengo aquí, incluso un libro en el que ya estoy trabajando. Pero la respuesta corta es la política de identidad. Una saludable mayoría de votantes blancos, incluidas mujeres blancas con educación universitaria, votaron por Trump. Dado que las personas blancas constituyen fácilmente el bloque más grande de electores, la elección fue algo más reñida de lo que debió haber sido, dadas las flagrantes responsabilidades de Trump, personales y políticas. Pero una mayoría aún mayor de votantes no blancos votó por Biden, lo que le dio una clara victoria tanto en la votación popular como en las del Colegio Electoral.
Esta fue quizás la expresión más pura de la política de identidad blanca que arrasa con todo: vida, verdad, carácter, país, competencia, ciencia y razón. Las elecciones mostraron que estas cosas importan menos a la mayoría de los votantes blancos que mantener su histórica supremacía demográfica y política.
Traducción de Germán Piniella