Como el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, defiende tanto a la dictadura en Cuba, la escritora cubana Wendy Guerra le propuso un reto en su cuenta de Facebook: “15 días en Cuba viviendo como cualquier cubano”. AMLO, desde luego, no ha contestado ni contestará. Tiene un muy bien desarrollado instinto político para no engancharse en cosas que no le convienen.
Pero el reto de Wendy - rescatado por atrevido y certero en varios medios - resalta un hecho curioso: muchos de los que han salido a defender últimamente a la brutal dictadura cubana, incluyendo a AMLO, no viven en Cuba. Además, Wendy hace las preguntas correctas: “¿Qué necesidad tiene de pasearse con un dictador en un lugar sagrado como el Zócalo de la ciudad de México? ¿Es eso lo que espera su pueblo de usted? ¿Acaso quiere mandarle un mensaje a su pueblo sobre lo que quiere ser en el futuro para ellos?”.
López Obrador - un presidente elegido democrática y legítimamente por más de 30 millones de mexicanos - ha dicho en varias ocasiones que no tiene ninguna intención de convertirse en dictador y extender ilegalmente su mandato. “No va a haber reelección”, dijo en mayo pasado, “si es también lo que les preocupa”. Por supuesto, le tomamos la palabra y asumo, como muchos, que entregará el poder en el 2024.
Lo preocupante es su abierta defensa de una dictadura. Y el inusual y preponderante papel que le dio al dictador cubano Miguel Díaz-Canel en las ceremonias conmemorativas de la independencia de México. ¿Para qué? AMLO pidió “respetuosamente” el fin del bloqueo de Estados Unidos a Cuba. Sin embargo, no pidió en ningún momento el fin de la dictadura.
El presidente mexicano fue más allá. Le sugirió a la comunidad cubanoamericana “dejar atrás el resentimiento, entender las nuevas circunstancias y buscar la reconciliación.” Pero AMLO no comprende lo que está pasando en Cuba. La total ausencia de democracia en la isla no es culpa del exilio cubano sino de los dirigentes políticos dentro de Cuba. El exilio existe porque hay una dictadura en la isla. No al revés.
Y en la isla no hay “nuevas circunstancias”. Las violaciones a los derechos humanos, los encarcelamientos políticos y la censura continúan, como se vio tras las pacíficas y multitudinarias protestas del 11 de julio. Ni siquiera dejan sonar en la radio la canción “Patria y vida”. Qué patético tenerle miedo a la música. Las recientes protestas en la isla demostraron dos cosas: la enorme inconformidad que hay con el régimen y su (todavía) brutal capacidad para reprimir cualquier idea opuesta a la tiranía. Pero el cambio ya viene; se huele en la internet y en las redes sociales.
Mientras tanto, son 62 años de tiranía y solo tres líderes: Fidel y Raúl Castro, y ahora Díaz-Canel. Y López Obrador es el amigo del último dictador.
México podría hacer mucho para presionar al gobierno cubano en la liberación de prisioneros políticos y en una apertura democrática. Pero, lejos de hacerlo, está apretando los tornillos de la dictadura. Pudiendo apostar por la promoción de la democracia y de la libertad, AMLO prefirió ponerse del lado equivocado de la historia y defender a su amigo el tirano.
Esa debilidad y romanticismo por la dictadura en Cuba es tan latinoamericano. Tan equivocado. Y tan peligroso en países con democracias jóvenes y frágiles. Surge, por supuesto, por la revolución que tumba en 1959 al brutal asesino Fulgencio Batista del poder. Pero se ha convertido en una tiranía mucho más duradera y cruel. No hay elecciones multipartidistas, ni libertad de expresión o de prensa, y el aparato represivo del estado controla y sepulta cualquier disensión. Ese es el sangriento régimen que apoya AMLO.
Algunos han descrito esto como una tardía salida del closet castrista por parte de López Obrador. Pero, en realidad, nunca se libró del juvenil hechizo ideológico de la revolución cubana. En una entrevista del 2017, hablamos de Cuba. “El Che es, yo creo, un revolucionario ejemplar”, me dijo. Pero también realizó muchas ejecuciones, le respondí. “Sí, tiene ese cuestionamiento”, reconoció, “pero fue un hombre que ofreció su vida por sus ideas, por lo que él creía”.
El argumento de AMLO tiene un hoyo. Si fue válido luchar contra la dictadura de Batista, ¿por qué no va a serlo, también, luchar contra la dictadura de los Castro y de Díaz-Canel? Bueno, aquí parece haber una amistad - y un prejuicio ideológico - de por medio.
Todo esto, teóricamente, podría afectar su relación con Estados Unidos. Pero Estados Unidos no se quiere atorar en ese tema. Cuando le pregunté hace unos días al nuevo embajador estadounidense en México, Ken Salazar, si la cercanía de López Obrador con Cuba era un desafío para Estados Unidos, me contestó lo siguiente: “México tiene su soberanía; los intereses de Estados Unidos no son los mismos intereses que los de él”.
AMLO no tiene la historia completa. Llevo muchos años viviendo en Miami y comprendo el profundo dolor del exilio cubano. Mis hijos llevan sangre cubana. Y si queremos democracia, libertad y justicia para toda América Latina también hay que pedirla para Cuba. Todas las dictaduras caen. La cubana no será la excepción. Y todos recordaremos siempre a los que callaron y fueron cómplices y amigos del dictador.
Por ahora ¿quién quiere vivir 15 días en Cuba?