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General: CUBA: TRANSPORTE PÚBLICO ESPEJO DE LA INEFICIENCIA CASTRISTA
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De: CUBA ETERNA  (Mensaje original) Enviado: 09/08/2022 16:04
Cuba: Transporte público espejo de la ineficiencia castrista
En 1957 la población de La Habana no superaba el millón de habitantes y habían 2028 ómnibus. Autoridades admiten que las condiciones del servicio no serán mejores que antes de la pandemia por la falta de piezas de repuesto y agregados.

El transporte en Cuba es un espejo de la ineficienca del régimen. Un artículo resume la odisea y expectativas del cubano común ante una situación deplorable que se deteriora cada día más. Durante la mayor parte de las seis décadas de gobierno el transporte público estatal se ha mantenido como uno de los peores servicios en Cuba, si no el peor, subaraya la profesora y periodista Gladys Linares. "En el marco de la cacareada Tarea Ordenamiento, a partir del 1º de enero de 2021, el precio del pasaje de ómnibus urbanos subió de 40 centavos a 2 pesos. Sin embargo, continúa tan deficiente como siempre, sin que se vislumbre verdadera intención gubernamental de mejorar el estado y disponibilidad del parque ni de los viales".
 
Pero este no es el primer aumento que experimenta ese servicio durante la presente dictadura. En la década de los ochentas el pasaje costaba 5 centavos. Cuando decidió aumentarlo a 10, Fidel Castro le dedicó un discurso al tema para intentar convencernos de que viajar seguía siendo más barato en Cuba que en otros países. Para los posteriores aumentos, en cambio, no hubo discursos ni explicaciones. En su lugar, nos aplicaron la estratagema de subir los precios según el tipo de vehículo. Después de un tiempo iban desapareciendo los más baratos y quedaban los más caros. Con ese simple ardid nos hicieron pagar 40 centavos durante un par de décadas, (El salario promedio en esa época no superaba los 200 pesos mensuales) hasta que finalmente esos 40 centavos se transformaron extraoficialmente en 1 peso y aun más, pues muchas personas no tienen menudo y eliminar la figura del cobrador acabó con la posibilidad de devolver el cambio.
 
Linares destaca que entretanto "los medios, eco constante de los dirigentes, no cesan de repetir que el transporte público es muy costoso. Contradictoriamente, en estos 62 años no ha habido muchas evidencias de inversiones considerables en el sector. Los carros están en bastante mal estado, y ni hablemos de reparar las calles. Rara vez se compran nuevos vehículos. El parque disponible prácticamente solo se renueva cuando algún país se digna a hacer una donación de carros usados, donación que el gobierno anuncia con bombo y platillo en los medios. Excepcionalmente se hace una adquisición (recordemos aquellos 8000 ómnibus Yutong que Fidel Castro anunciara tan orondo en febrero del 2006 y de los cuales solo vimos una parte), pero al incumplir con los pagos se terminan los convenios y nos quedamos sin el necesario suministro constante de piezas de repuesto. Y en otras provincias la situación es peor. En Cienfuegos, por ejemplo, las guaguas fueron sustituidas por carretones de caballos a medida que les iban dando baja".
 
La frecuencia de los carros tampoco ha mejorado pese al aumento de precios, especialmente en el horario pico, pues no ponen refuerzos. Frank, un joven mensajero, tiene que levantarse a las 6:00 a.m., ya que vive en Santos Suárez y trabaja en Centro Habana. A pesar de que a las 6:30 ya está en la calle, la mayoría de las veces le dan las 9 de la mañana en la parada.
 
Para justificar su ineficiencia, las autoridades alegan “falta de organización en la base”, “atrasos en los suministros de piezas y agregados”, “éxodo de personal calificado” y las consabidas “indisciplinas sociales”. Pero el encarecimiento del transporte podría ser otra artimaña gubernamental para mitigar o disimular un poco la falta de guaguas. Y no sería la primera vez que la emplean. Cuando Fidel Castro duplicó el precio del pasaje, el transporte urbano atravesaba por su peor momento hasta entonces: demoras, paradas congestionadas, gente corriendo para alcanzar los ómnibus fuera de parada, pasajeros colgados de las puertas. El mismo panorama del 2018, al punto que tuvieron que apoyarse en la Policía para hacer que los choferes de autos estatales recogieran pasajeros en algunas de las paradas más concurridas.
 
En el artículo se describe el caso de María Julia, una mujer que trabaja en Marianao. Todos los días coge la 69 hasta 41 y 42 y luego algo que la acerque a la Ceguera. Desde el 1º de enero se ha visto obligada a completar el trayecto a pie para no pagar otros 2 pesos. “No puedo pagar 8 pesos diarios en transporte. Así como retomaron el trasbordo para cuando hay roturas”, opina, “deberían volver a dar tickets de transferencia para los que tenemos que coger varias guaguas”.
 
Otra falacia –que no por repetida en los medios llegará a ser verdad– es la de que el transporte público estatal en Cuba es subsidiado. Lo que ocurre en realidad es que los dirigentes (de todos los sectores y de todos los niveles) disponen de los carros estatales para sus asuntos personales, para lo cual derrochan el combustible que debería estar a disposición del pueblo.
 
En 1957 la población de La Habana no superaba el millón de habitantes. En aquella fecha, entre varias empresas privadas sumaban un total de 2028 ómnibus. Actualmente viven en la capital cubana más de 2 millones de personas, sin contar a la población flotante (estimada en un millón). La cantidad de ómnibus disponibles diariamente no supera los 1 000.

La Cuba del recuerdo
Las Guaguas y el servicio de comunicaciones urbano en La Habana antes del 1959.
 
Antes de empezar quiero aclarar que el cubano le llama Guaguas a los ómnibus usados para dirigirse de un punto a otro. Las primeras guaguas usadas en La Habana eran hechas en USA y tenían un letrero que decía “wagon”, de ahí viene el nombrete de guagua que se ha quedado para siempre.
 
El sistema de guaguas en La Habana estaba dirigido por la Compañía de ómnibus Aliados (COA) y tenía más de 2,000 unidades que entrelazaban toda La Habana y barrios adyacentes. Tan completo era que cuando yo quería ir a donde estaban todas las tiendas importantes en la calle Galiano, me paraba en la esquina de San Lázaro y Espada, tomaba cualquier guagua que se dirigiera hacia el mar y ella me dejaba en La esquina del pecado, Galiano y San Rafael. A esta intersección le pusimos así por la gran cantidad de cubanas lindas y elegantes que pasaban por allí.
 
Las primeras guaguas eran de carrocería de palo (madera) y de cambio mecánico, los operadores eran un chofer que manejaba y un conductor que cobraba, el pasaje costaba seis centavos, la transferencia dos centavos, y había un sistema: cuando era una dama para tomar la guagua el chofer paraba en seco y cuando era un hombre joven disminuía la marcha lentamente, y tomabas la guagua con un movimiento suave y varonil de torero; había en la guagua un cable que iba del fondo hacia delante y allí había una campanita, ese cable perdía la cubierta con el uso existiendo el dicho cubano “estás más pelado que un timbre de guagua” para significar que no tenías dinero. Cuando te querías apear en la próxima parada le señalabas al conductor y este si tú eras un joven halaba el cable tocando la campana una vez, el chofer disminuía la velocidad a ir despacio sin parar y tú haciendo acoplo de habilidades de maromero te tirabas suavemente y con una carrerita disminuída en la acera terminando la operación de abandonar la guagua, si eras una dama o un señor mayor entonces el chofer (que también se llamábamos el guagüero) paraba en firme la guagua. Esta costumbre fue desapareciendo cuando llegaron guaguas más modernas con frenos de aire, puertas automáticas, con un sonido electrónico en vez de campana y ahí ya se cobraban ocho centavos por el pasaje y se paraba en seco siempre.
 
Las guaguas eran centro de entretenimiento y tienda de compras, estabas viajando en la guagua y de buenas a primera subía un tipo con una guitarra y te cantaba un bolero y después “pasaba el cepillo”, un recipiente para que le tiraras una monedita diciendo la frase “coopere con el artista cubano”, cuya frase quedó grabada en el dicharachero cubano diciéndolo cuando tú querías que las personas ayudaran a una causa. También subían todo tipo de vendedores: maniceros, billeteros para la lotería, caramelos pirulíes, yo tengo una prima que compró un perrito a un vendedor en una guagua.
 
Cuando se eliminaron los tranvías en La Habana estos fueron sustituídos por los ómnibus de Autobuses Modernos”, las bien llamadas enfermeras, no por ser de color blanco sino porque los choferes eran muy malos y te arrollaban fácilmente mandándote al hospital.
 
Cuando Fidel Castro tomó el poder en Cuba criticó duramente el sistema de transporte en La Habana y le robó a sus dueños todo diciendo que iba a traer de Rusia ómnibus superiores para suplantar los de la COA y Ómnibus Modernos, a los tres meses los ómnibus rusos se rompieron sin poder ser arreglados y tuvieron que sacar otra vez los antiguos.
 
Hoy en día, el exquisito sistema de transporte urbano de La Habana del año 1958 con más de 2,000 unidades, se encuentra reducido a menos de quinientas con un paupérrimo servicio al habanero, en las esquinas hay colas para tomar el ómnibus, cuando antes del 1959 nunca las hubo y hay que tener mucho cuidado con los delincuentes y rascabucheadores que pululan en los atiborrados ómnibus.
 
1955, LA CUBA DEL RECUERDO
 


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