Sentí desde el balcón de mi casa en La Habana el claxon del taxi que venía a recogerme para ir al aeropuerto. Antes de buscar el equipaje, fui a encender el televisor. Quise saber qué trasmitía el canal principal de la televisión cubana en el momento exacto en el que saldría de la isla por primera vez y por tiempo indefinido. Apreté el botón “on”, busqué el canal —en Cuba hay menos de una decena de canales y todos son del gobierno— y encontré un programa especial que conmemoraba los 63 años de la entrada triunfante a La Habana de Fidel Castro y su ejército rebelde.
Una noche después estaba en Barcelona.
Cuando llegué al apartamento donde iba a quedarme, solté las maletas y salí a la calle. Entré al primer lugar que vi abierto. Era un mercado pakistaní bastante pequeño, pero tenía todo lo que en Cuba se consideran lujos y que son tan difíciles de conseguir: huevo, café, aceite, pastillas de jabón, papel sanitario, cepillos de dientes. Tenían todo eso y mucho más.
Salí de Cuba principalmente para dejar de padecer la represión del régimen hacia mí por ser periodista independiente y por contar la realidad del país. Sin embargo, me fui también para dejar de vivir por un tiempo la inadmisible vida que viven los cubanos hoy. Es difícil sobrellevar una cotidianeidad cuando se cruzan en el camino la falta de libertades y la carestía.
Desde hace más de cinco años había estado lidiando —como lidian todos mis colegas de la prensa independiente, los opositores, los activistas, los artistas— con el acoso y la persecución del totalitarismo cubano. Porque en Cuba es normal que, si decides alzar la voz para narrar lo que pasa en la nación, encima de ti caerá de manera abrupta y violenta toda la furia de un sistema diseñado para hacer callar a la fuerza a aquellos que se atreven a llevarle la contraria al régimen. A partir de ese momento, en tu vida comienzan a aparecer con frecuencia pasajes de secuestros exprés, interrogatorios policiales arbitrarios, amenazas de cárcel, prisiones domiciliarias, retención de pasaporte para impedirte viajar al extranjero, entre otros muchos.
A esa aura represiva que te rodea, se le suma el actual estado calamitoso del país que es igual de asfixiante. Después del sueño húmedo que se vivió en la isla tras el restablecimiento de relaciones entre Washington y La Habana durante la administración de expresidente de Estados Unidos, Barack Obama, lo que ha venido es una cadena de sucesos que han dejado el nivel socioeconómico de la nación como un cementerio: Donald Trump y sus más de 240 sanciones comerciales y financieras, la pandemia y su consecuente extinción del turismo, las reformas económicas del presidente Miguel Díaz-Canel que intentaron salvar la economía cubana y terminaron sepultándola.
Esa cronología de hechos han provocado una escasez de alimentos, medicamentos y productos básicos en el país que solo se vio antes en la década de 1990, cuando Cuba quedó a la deriva de las ayudas comerciales del campo socialista de Europa del este tras derrumbarse la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
La situación es tan límite en la actualidad que el propio gobierno declaró que la inflación de los precios es de más de 70% y el peso cubano, según Bloomberg, comenzó el año como la moneda del mundo más despreciada por su devaluación de 95.83%.
Aquí en Barcelona no solo he encontrado todas las necesidades básicas que no hay en Cuba, sino que muchas de ellas tienen un valor inferior a lo que cuestan en la isla, un país cuyo gobierno lleva más de seis décadas jactándose de que toda su gestión es para mejorar el día a día del pueblo y que fuera de sus fronteras la vida es más dura y triste. Cuando es justamente todo lo contrario.
Mientras escribo esta columna, en Cuba siguen sucediéndose los juicios contra los manifestantes de las protestas de julio de 2021. En este proceso ya han sido encausadas 790 personas, y 20 ya fueron sentenciadas hasta con 20 años en prisión. El régimen está condenando con penas excesivas a menores de edad, a ancianos, a personas inocentes que salieron a las calles con la intención de decir: “Basta, queremos un cambio en nuestras vidas”. Los activistas de la sociedad civil que han decidido ir a acompañar el dolor de esas familias destrozadas por la impunidad, están siendo reprimidos porque en Cuba ni siquiera hay espacio para la solidaridad ciudadana.
Fui como periodista a estas protestas para documentarlas, pero también grité “abajo la dictadura”, “libertad”. A mí también un agente vestido de civil intentó detenerme con golpes: por suerte logré escapar. Hoy podría estar siendo juzgado también sin haber cometido ningún delito. Estoy en Barcelona a salvo y no dejo de pensar en cuándo llegará el fin de esta desgracia que vivimos los cubanos.
Ojalá sea pronto. Para que ni uno más de nosotros tenga que salir de la isla para sentirse persona.
Régimen cubano advierte que dará “respuesta enérgica” a protestas por apagones
El régimen cubano advirtió que dará una “respuesta enérgica” a las protestas por los apagones en Cuba, a las que calificó de “manifestaciones violentas” y “provocaciones”.
“Comprendemos las molestias e incomodidades que causan los indeseados apagones, pero ello nunca será justificación para quienes intenten generar actos vandálicos, desestabilizadores o promover manifestaciones violentas en el país. Cada una de estas provocaciones tendrán una respuesta enérgica dentro del marco de la ley”, dijo Roberto Morales Ojeda, miembro del Buró Político del Partido Comunista de Cuba..
Morales habló este lunes durante un acto en Cienfuegos, al que asistieron el general Raúl Castro y el mandatario Miguel Díaz-Canel. La ocasión sirvió para conmemorar el aniversario 65 del alzamiento del 5 de Septiembre, un hecho que no figura entre los que usualmente recibe mayor importancia dentro del calendario de efemérides oficiales en Cuba.
Sin embargo, el gobierno aprovechó para organizar un “acto de reafirmación”, en medio de la profunda crisis que atraviesa el país, y que ha provocado protestas en diferentes localidades durante todo el verano.
Morales Ojeda, quien fungió como orador principal, negó que en Cuba existiera “un estado fallido” y culpó de la crisis, en un giro habitual de la propaganda estatal, al embargo estadounidense, a la vez que aprovechó para criminalizar a los críticos del régimen.
El dirigente reconoció “dificultades, desabastecimientos y carencias innegables, dolorosas algunas” y afirmó que estas “constituyen el desvelo de los dirigentes”.
Ante el profundo descontento social, Morales Ojeda destacó “la adopción de varias medidas para salir de la crisis, aunque admitió que “no darán resultado por sí solas, que dependen del tiempo”.
El dirigente afirmó que el gobierno trabaja “para recuperar el sistema energético nacional y aseguró que las nuevas medidas “permitirán progresivamente reducir los apagones”.
Sus declaraciones se mantienen en la línea de la propaganda estatal que, ante el temor a otro estallido social a gran escala como el del 11J, ha tratado de minimizar las protestas masivas y de denostar a quienes expresan públicamente su frustración ante la mala gestión del gobierno.
A finales de agosto, Díaz-Canel llamó “indecentes” a quienes masivamente han salido a protestar en los últimos meses en el contexto de la escasez de alimentos, la inflación y los frecuentes y prolongados apagones.
“Toda esta situación ha sido aprovechada por los enemigos de la revolución para crear desaliento, incertidumbre; para hacer convocatorias a hechos vandálicos y de terrorismo, para promover desorden social, alteración del orden y de la tranquilidad ciudadana”, dijo el gobernante.
La comparecencia del dirigente se produjo días después de que ocurrieran multitudinarias protestas en Nuevitas, municipio camagüeyano donde cientos de personas se lanzaron a la calle a exigir que les pusieran la corriente eléctrica.
El gobierno ha advertido que la crisis energética de Cuba no tendrá solución a corto plazo y que quedan días complejos, marcados por las averías y las salidas de servicio de numerosas plantas del SEN.
Hace unos días, durante un recorrido por la central termoeléctrica de Felton, en Holguín, junto a Raúl Castro, Díaz-Canel informó sobre la estrategia para la recuperación de la crisis energética que se propone minimizar los apagones antes de que finalice el año; desarrollar inversiones y mantenimientos en 2023 para lograr estabilidad y cambiar la matriz energética del país.