Se van porque agotaron la paciencia de tanto esperar.
Se van porque siguen los mismos que sujetan las manecillas del reloj para impedir que el tiempo avance, y con él el futuro.
Se van porque prefieren vivir en un futuro desconocido que malvivir en un presente cada vez más incierto.
Se van porque sus sueños se transformaron en pesadillas.
Se van porque ya no tienen esperanzas y la poca que les queda prefieren sembrarla en tierras fértiles.
Se van con un pedazo de corazón clavado en la tierra que queda a sus espaldas y un rastro de sangre y lágrimas que conduce hasta el avión o la barca que los alejará del país que creyeron tener.
Se van deseando algo mejor de lo que tienen.
Se van porque las consignas no llenan neveras.
Se van porque tienen miedo de decir lo que piensan.
Se van porque es su última oportunidad.
©CUBA ETERNA GABITOS