Mucho se habla ahora sobre dar lugar al aporte de la diversidad humana, pero el camino recorrido por la científica Carolyn Bertozzi para alcanzar el Premio Nobel de Química 2022 está apoyado en las políticas que promueven la inclusión de personas de diferentes procedencia, edad, identidad de género, orientación sexual, etnia, y área de especialización que se empezaron a construir hace más de 25 años.
La doctora Bertozzi es la primera mujer lesbiana en ganar un Nobel de Química, según la Asociación Estadounidense de Bioquímica y Biología Molecular. Vive con su esposa y tres hijos en el Silicon Valley, Estados Unidos, y es profesora e investigadora en la Universidad de Stanford.
Bertozzi se crió en un hogar con padres académicos. Su papá fue profesor de física en el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT). Nadie le dijo que tenía que ser científica. Pero sí su padre le inculcó a ella y a sus dos hermanas que “ningún maestro debía infectarlas con la idea de que no pudieran hacer algo”, según había contado la investigadora durante una conferencia en 2018. Todo sueño puede ser concretado.
Después de graduarse en la Universidad de Harvard en 1988, Bertozzi se doctoró en química en la Universidad de California en Berkeley en 1993. Ocupó puestos posdoctorales y docentes en otros lugares, y luego volvió a unirse a la facultad de química y al Laboratorio de Berkeley en 1996.
Con su equipo, Bertozzi logró crear un nuevo tipo de química. Trabaja con las llamadas “reacciones bioortogonales” que posibilitarán que existan tratamientos más específicos contra el cáncer, entre otras muchas aplicaciones. Ha participado en la fundación de 7 empresas biotecnológicas, que están desarrollando nuevos acercamientos para pacientes con cáncer, enfermedades inflamatorias y autoinmunes. Con una estudiante de doctorado que nació Burundi, Bertozzi desarrolló un test para tuberculosis que es rápido y de bajo costo, una gran opción para las poblaciones de países de bajos y medianos ingresos.
Tras recibir la noticia de que es ganadora del Nobel, compartido con los científicos Morten Meldal y Barry Sharpless, Bertozzi brindó un discurso público días atrás y subrayó el impacto que la cultura de la diversidad tuvo en su carrera. “Si se mira la composición inicial de mi laboratorio en Berkeley, el núcleo de personas que hicieron el trabajo que fue reconocido con el premio Nobel era mucho más diverso que lo que se veía en ese momento en los laboratorios de química en promedio”.
En su laboratorio más del 50% del plantel eran mujeres en un momento en el que la representación femenina no superaba el 30% en otros espacios de la misma facultad. También incluía a personas de diferentes países y que se identificaban como minorías subrepresentadas. “Creo que la diversidad de personas creó un ambiente en el que sentimos que no teníamos que jugar como científicos. Podíamos hacer cosas como química orgánica en animales vivientes. ¿Por qué no?”, dijo para explicar por qué no siguieron reglas que ya consideraban viejas y se propusieron desafiar ideas.
“Fui muy afortunada en poder desempeñar un papel de apoyo y permitir que ese grupo diverso encontrara su voz y se diera cuenta de su curiosidad e hiciera algo que 25 años después algunas personas encontraron impactante. Tengo una gran deuda de gratitud”, afirmó. Desde su juventud, Bertozzi ha sido también una activista por la inclusión de las personas con identidades de género y orientación sexual diferentes.
“En la universidad, alrededor de los 18 años, fui consciente de que era gay. En aquella época, había mucha homofobia, ya que era justo cuando la crisis del sida estaba en pleno apogeo. Salí del armario en un momento en el que la gente se movilizaba para intentar conseguir un cambio político. Pero también era un momento en el que salir del armario podía impedirte conseguir un trabajo”, contó a la revista especializada Chemical & Engineering News. Por esa situación, eligió a la Universidad en Berkeley
“Sé por mis amigos que trabajan en otros lugares que había (y sigue habiendo) muchos estigmas para los gays en Estados Unidos. Al menos ahora tenemos derechos civiles y legales que nos dan una especie de igualdad ante la ley, pero la homofobia informal sigue existiendo. Yo he sido relativamente privilegiada y he estado protegido de ella, pero si salimos de Estados Unidos, si salimos de Canadá, hay lugares en los que se sigue castigando por ser gay, incluso a veces con la muerte. Nunca debemos perder de vista que la ciencia es internacional”, expresó.
Su compromiso por el respeto a la diversidad atraviesa toda su vida. “En el Laboratorio Bertozzi estamos comprometidos con la investigación básica y el desarrollo de nuevas tecnologías al servicio de la humanidad. Nuestros esfuerzos están respaldados por un entorno de trabajo diverso e inclusivo. Acogemos a investigadores de todas las razas, etnias, orientaciones sexuales, identidades de género y capacidades. Fomentamos un espacio abierto en el que podemos aprender los unos de los otros, y actuar para comprometernos con las desigualdades del sistema en la ciencia y desafiarlas”, dice la declaración en la página web de su laboratorio.